Solemos creer que la edad determina las diferencias más importantes tanto en el pensamiento como en el comportamiento. Lo habitual es que las nuevas generaciones tengan perspectivas distintas a las de las personas mayores sobre tecnología, educación política… o sobre temas como la igualdad.
Sin embargo, en gran parte del primer mundo, el factor diferencial es el sexo: los hombres y mujeres jóvenes se están polarizando, y sus posiciones políticas divergen cada vez más. Para entender el fenómeno y sus implicaciones, Artículo14 entrevista a la psicóloga Ana Díaz Aguado, dedicada al acompañamiento infanto-juvenil y a familias desde hace más de una década.
La psicóloga experta en jóvenes Ana Díaz Aguado
Los datos arrojan conclusiones como que las mujeres jóvenes son cada vez más feministas y los hombres, ultraconservadores. ¿Qué razones psicológicas puede esconder esto?
La pregunta que surge tras la postulación anterior se basa principalmente en la lectura de datos que analizan lo que sucede en países que han sufrido un cambio social muy rápido en los últimos años, como pueden ser Polonia o Corea del Sur. Países donde ha primado una mentalidad impuesta por un gobierno con unas reglas muy claras y con un grado de aislamiento de información con respecto a la velocidad con la que se movía el mundo. Cuando se abren las fronteras a toda la información que el mundo moderno, tecnológico y capitalista propone, es natural que surja el deseo de cumplimento de las “promesas” que el nuevo mundo ofrece; para esto es necesario asumir sus postulaciones y por ende romper con todo lo anterior.
A lo largo de la historia se ha podido ver que la mujer ha sido infravalorada, con muchos de los derechos fundamentales vulnerados. Esto ha ido mejorando los últimos años. Ahora se ha dado espacio a un debate que permite cada vez más un acercamiento a la igualdad. El feminismo es el lugar donde luchar por eso: este movimiento busca crecer en positivo, no queriendo que se repita esta vulneración. Estos cambios que nos igualan afectan también a los hombres, dado que tienen que compartir espacios, derechos y deberes. Esto hace que muchos estén viendo este cambio, el feminismo, como una pérdida de sus propios derechos y espacios. Los partidos ultraconservadores son aquellos que intentarían cuidar que estos cambios afecten lo menos posible.
En general, las mujeres se inclinan hacia la izquierda, con ideas más progresistas y liberales. ¿Crees que forma parte de un movimiento que trata de adquirir consciencia?
Primero habría que entender bien qué postulan tanto la izquierda como la derecha. La izquierda en su origen tiene más presente la problemática social, interesada en la defensa de los más vulnerables, en los derechos y la igualdad. Mientras que la derecha está más centrada en el crecimiento económico y en el desarrollo de la libertad de cada individuo. Es importante tener presente la historia para poder entender cómo nos hemos movido a lo largo de los años y el posible dolor causado en el ego de las mujeres.
Ahora que se está proporcionando un mayor espacio al diálogo, y cuando en los programas políticos se habla más de los derechos que se han ido vulnerando; por cómo se están tratando públicamente estas cuestiones, la sociedad está informada de esta realidad más allá del interés o apoyo político que pueda tener cada uno. Es por ello por lo que como individuos no podemos ignorar estas cuestiones; y como es natural, que cada uno tienda a apoyar al que considere que tendrá más en cuenta sus derechos.
A la vez, parece evidente que es cada vez más difícil que ambos sexos se entiendan. ¿Qué dificultades relacionales provoca este alejamiento progresivo?
Partiendo de que la premisa sea cierta, y teniendo en cuenta todo lo anterior, podemos encontrar como dificultad relacional el hecho de que las mujeres estén más susceptibles a comentarios o acciones que estén relacionadas con sus derechos y a cualquier indicio de vulneración a sus derechos.
A esto va unido otra dificultad relacional; en este caso, por parte de los hombres, en tanto en cuanto se sienten cohibidos o presionados a la hora de expresar sus opiniones o actuar, por la posible reacción que tengan las mujeres. Aunque esto es generalizar mucho, dado que se pueden encontrar personas del sexo opuesto con las convicciones iguales o más presentes.