Hitchcock, el misógino y cosificador “amigo” de las rubias

Hoy se cumplen 125 años del nacimiento de Alfred Hitchcock, un genio del cine clásico odiado por ciertos sectores feministas... ¿con razón?

Tippi Hedren junto a Hitchcock, una obsesión que destruiría la amistad entre actriz y director
Tippi Hedren junto a Hitchcock, una obsesión que destruiría la amistad entre actriz y director

Pocos se atreverán a decir que Alfred Hitchcock no fue y sigue siendo uno de los mejores cineastas de la historia. Desde antes de que el cine empezara siquiera a hablar hasta el apogeo de su madurez y modernidad en los años setenta, el orondo, sarcástico y flemático Mago del Suspense contribuyó sustancialmente a convertir el arte y la industria cinematográficos en la forma de expresión por excelencia del siglo XX.

Hitchcock llevó el género de misterio hasta la cima de sus posibilidades artísticas, combinándolo con romance, humor, espionaje, psicoanálisis y puro terror, convirtiendo su filmografía en una auténtica comedia humana que explora y explota los rincones más oscuros con una riqueza formal y narrativa inabarcable, que influiría decisivamente en realizadores posteriores y en la evolución del lenguaje cinematográfico. Filmes como Rebeca (1940), La soga (1948), Extraños en un tren (1951), La ventana indiscreta (1954), Vértigo (1958), Con la muerte en los talones (1959), Psicosis (1960) o Los pájaros (1963), por citar algunos, cambiaron para siempre la manera de contar historias a través de la cámara, tanto dentro como fuera del cine de crimen y suspense.

Misógino y cosificador

Pero hay una asignatura que el siglo XXI no le aprueba: su tratamiento del sexo femenino. Tanto dentro como fuera de la ficción. Para un amplio sector feminista, las mujeres de Hitchcock representan una antología de estereotipos machistas, encarnados por una galería de actrices escogidas básicamente por su belleza física, con un ojo masculino, misógino y cosificador, puesto especialmente en las arquetípicas rubias gélidas que parecían ser de su predilección.

Hitchcock leyendo a su escritora favorita, Daphne Du Maurier

Hitchcock leyendo a su escritora favorita, Daphne Du Maurier

Que el director no tuviera recato alguno en criticar irónicamente las escasas aptitudes dramáticas de Kim Novak, en someter durante sus rodajes a verdaderas ordalías físicas y psicológicas a sus actrices, como fuera el caso de Tippi Hedren en Los pájaros o de la misma Novak en Vértigo, e incluso llegara a alienarse la amistad de Hedren, quien ha llegado a acusar al director póstumamente de acoso sexual, tras su indeseado flirteo con la estrella durante el rodaje de Marnie la ladrona (1964), no son detalles que hayan mejorado precisamente la percepción feminista de su obra.

Sin embargo, no todos ni todas lo ven de la misma manera. La polémica Camille Paglia, pesadilla del feminismo ortodoxo, mira a las mujeres de Hitchcock con ojos muy distintos: “Cuando las feministas teóricas acusan a Hitchcock de misoginia, como llevan haciendo desde el último cuarto del siglo pasado de crítica estalinista, me hacen sentir impaciente e indignada. La ‘mirada masculina’ no tiene nada que ver, ya que también es la mía. Hitchcock ve la magia en la mujer, un poder sexual que está por encima y por debajo de lo racional y lo social”. (Hitch’s Women, 1998).

Hitchcock dirigiendo o torturando a Kim Novak en el set de Vértigo

Hitchcock dirigiendo o torturando a Kim Novak en el set de Vértigo

Paglia nos recuerda el poderío, complejidad y fascinación de personajes femeninos hitchcockianos como la Tallulah Bankhead de Náufragos (1944), la Ingrid Bergman de Recuerda (1945) y Encadenados (1946), la Marlene Dietrich de Pánico en la escena (1950), la Grace Kelly de Crimen perfecto (1954) y Atrapa a un ladrón (1955) o la Eva Marie Saint de Con la muerte en los talones, para incidir en la cautivadora ambigüedad, sutileza y riqueza psicológica y erótica de los caracteres encarnados por Janet Leigh en Psicosis, y, sobre todo, por Tippi Hedren en Marnie y en la apocalíptica Los pájaros, película a la que dedicara un libro entero.

Como ocurre con todos los grandes creadores, la visión de Hitchcock no puede ni debe reducirse a rasgos simplistas ni tópicos codificados ideológicamente. Su variedad, profundidad y matices entroncan con una larga tradición cultural, tanto masculina como femenina, que retrata el poder de la mujer con temor, reverencia y admiración que pueden a veces, por supuesto, transformarse también en sus contrarios y complementarios. La mayor parte de la filmografía hitchcockiana explora el lado oscuro del alma y de la existencia. Difícilmente encontraremos entre sus personajes, tanto femeninos como masculinos, prototipos “positivos” en el didáctico y puritano espíritu propio de cierto feminismo supuestamente progresista.

Libro 'Los pájaros', de Camille Paglia

Libro ‘Los pájaros’, de Camille Paglia

Tampoco está de más recordar que algunas de las mejores películas del Mago del Suspense parten de un rico material literario escrito por mujeres. Desde Marie Belloc Lowndes que inspirara su obra maestra muda El enemigo de las rubias (The Lodger, 1927), hasta la Patricia Highsmith de Extraños en un tren o la Helen Simpson de Atormentada (1949), pasando por su favorita, Daphne Du Maurier, de quien llevaría a la pantalla La Posada Jamaica (1939), Rebeca y Los pájaros, resulta obvio que la supuesta o real misoginia de Hitchcock no afectaba para nada a su buen gusto.

Volvamos a la siempre aguda Camille Paglia, con quien no podemos dejar de estar de acuerdo cuando afirma: “El arte importante, como demuestra el caso de Hitchock, nunca será correcto políticamente”.

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