“Siempre que me preguntan qué es lo que más me gustaría cambiar de la clase trabajadora blanca, respondo: ‘La sensación de que nuestras decisiones no importan'”. Esta es una de las citas más célebres de la biografía de J. D. Vance, senador de Ohio de 39 años, que podría convertirse en el vicepresidente más joven de la historia de Estados Unidos si Trump gana en los comicios.
Porque sólo dos días después de haber sobrevivido a un intento de asesinato en un mitin, Donald Trump ha sido nominado formalmente por el Partido Republicano como su candidato para las elecciones del próximo noviembre, en una convención en la que el expresidente ha designado a J.D. Vance como vicepresidente en su candidatura.
Nacido en Middletown, Ohio, en 1984, con el nombre de James David Bowman, Vance fue criado por sus abuelos maternos debido a los problemas de adicción de su madre y a la ausencia de su padre, experiencias traumáticas que le marcaron de por vida. “En niños como el que yo fui, la parte del cerebro que se ocupa del estrés y el conflicto está siempre activada. Estamos constantemente preparados para luchar o huir, porque hay una exposición constante al enemigo, ya sea un padre alcohólico o una madre desquiciada. Yo veo un conflicto y huyo o me preparo para la batalla”.
Así lo describe en Hillbilly Elegy (Hillbilly, una elegía rural: Memorias de una familia y una cultura en crisis), su libro superventas de memorias y ensayos publicado en 2016 donde narra su vida y crianza en una familia blanca de clase trabajadora en el cinturón industrial de Estados Unidos. Un libro que para muchos es la clave para entender por qué la demografía blanca de bajos ingresos apoyó mayoritariamente a Donald Trump en 2016.
J. D. Vance fue marine, sirvió en Irak y estudió Derecho en la prestigiosa Universidad de Yale, perteneciente a la renombrada Ivy League. Pero sus orígenes distan mucho de esa realidad de universidad privada y asiento en el Senado. El posible vicepresidente relata la historia de unos habitantes que se han ido degradando lentamente durante más de cuarenta años y cuyo declive ejemplifica a la perfección su disfuncional familia.
De la mano de su violenta abuela, de su madre drogadicta o de su padre ausente, Vance retrata los anhelos, las luchas y conflictos, los valores y la incansable búsqueda de culpables a quienes responsabilizar de su desdicha, de una comunidad olvidada durante años por el sistema que, tras la victoria de Donald Trump, volvió al foco de atención. “Lo que separa a los que tienen éxito de los que no lo tienen son las expectativas que tenían para sus propias vidas. Sin embargo, el mensaje de la derecha es cada vez más: ‘No es culpa tuya que seas un perdedor; es culpa del gobierno’“, escribe.
Los hillbillies, la clave de bóveda
“Hillbilly” es el término peyorativo para definir a los habitantes de ciertas áreas remotas o rurales de Estados Unidos, especialmente a los habitantes de la cordillera de los Apalaches. Este grupo social, conocido también de forma despectiva como “white trash” (“basura blanca”), cada vez más empobrecido y radicalizado en el país se identifica con una de las zonas más deprimidas de Norteamérica.
En estas memorias, publicadas en España por Ediciones Deusto, J.D. Vance cuenta su historia y la de su familia, los típicos “hillbillies”. Desde el presente, el senador revela en detalle cómo un chico como él –como los millones que crecen en estas familias– lo tienen todo en contra para alcanzar una vida “ordinaria”. Una historia salpicada por el resentimiento, la falta de ambición y el pesimismo al que se le añaden una devoción fervorosa por su país y Dios.
“Si crees que el trabajo duro da sus frutos, entonces trabajas duro; si crees que es difícil salir adelante aunque lo intentes, entonces ¿para qué intentarlo? Del mismo modo, cuando las personas fracasan, esta mentalidad les permite mirar hacia fuera, buscando culpables en Obama o en Bush, pero nunca en su capacidad de trabajo o esfuerzo”, critica en sus memorias.
El salto a la gran pantalla
En 2020, cuatro años después de la publicación del libro, que se convirtió rápidamente en un superventas tras la victoria ese mismo año de Trump, Netflix estrenó Hillbilly: una elegía rural, una película basada en las memorias de Vance que puede ser la entrada de muchos para conocer al que podría ser el futuro vicepresidente de Estados Unidos, y también a esos votantes blancos que se han sentido abandonados por el gobierno demócrata y la izquierda de Hollywood.
Adaptada al cine por Ron Howard –conocido por Arrested Development (2003), El último pistolero (1976) y Una mente maravillosa (2001)–, en la película Amy Adams interpreta a su madre tóxica y Glenn Close, a su protectora pero inestable abuela. La música de Hans Zimmer aporta el contraste final al desbaratamiento del “sueño americano”.
En la cinta, J.D. tendrá que enfrentarse a las complejas dinámicas de su familia de la zona de los Apalaches, incluyendo la explosiva relación con su madre Bev (Amy Adams), una adicta. Gracias a los recuerdos de su abuela Mamaw (Glenn Close), la dura y aguda mujer que lo crio, J.D. se da cuenta de que para lograr sus sueños debe aceptar antes sus raíces.
Fue la película más vista en Netflix en su primer día de lanzamiento, antes de terminar en tercer lugar ese mismo fin de semana. El mayor elogio lo recibieron los intérpretes: Glenn Close fue nominada a mejor actriz de reparto en los Oscar, los Globos de Oro y los Screen Actors Guild Awards, y la actuación de Adams también fue reconocida por el Screen Actors Guild.
Sin embargo, tanto el público como parte de la crítica acusaron a la película de blanquear las ideas de Trump y “perpetuar los estereotipos sobre los pobres”. Algo que también sucedió con el libro, también polémico, ya que algunos, como la historiadora Elizabeth Catte, lo critican por sus generalizaciones y su tendencia a ver la pobreza como una responsabilidad individual, dejando así de lado su aspecto sistémico. “Al utilizar el pronombre ‘nosotros’, transforma la realidad de su difícil infancia en una experiencia universal”, escribe.
Aunque J.D. Vance se mostró siempre crítico con Donald Trump, al que ha llegado a calificar de “idiota” e incluso de potencial “Hitler de Estados Unidos”, según recoge Vice, acabó uniéndose a él apoyando sus posturas sobre inmigración y contra el aborto, lo que propició su cargo como senador por Ohio en el Congreso en 2023 y podría valerle también la futura vicepresidencia del país.