Más galán que en ‘Pretty Woman’ y más tierno que en ‘Hachiko’, así se ha presentado este sábado Richard Gere ante un pelotón de seguidores que han dejado diminuto el teatro Isabel la Católica de Granada, la ciudad en la que recibirá el Goya Internacional y con los que ha entonado el ‘Granada’ de Agustín Lara.
Con el porte de quien se sabe el protagonista indiscutible y con la templanza de dominar las tablas, Gere ha conquistado Granada en décimas de segundo, las que ha necesitado para poner en pie a los seguidores con los que ha tenido un encuentro más académico de lo esperado, más corto de lo deseado.
El céntrico Isabel la Católica, un recoleto teatro con medio millar de butacas, ha recibido en pie al actor estadounidense, un Gere que minutos antes se ha recreado para atravesar la marabunta de personas agolpadas solo para verlo pasar.
“Más guapo que nunca, si me toca la mano sería el mejor día de mi vida”, ha explicado Carmen González, entaconada y con un perfecto labio en rojo que se ha tenido que conformar con intuir la mano del actor saludando desde lejos.
Y eso que Gere, que recibe este sábado el Goya Internacional, ha entrado y salido, y ha vuelto a salir y a entrar del teatro, para contentar así a granadinos y turistas, seguidores y despistados, que han respondido a su intento de contentar a todos con aplausos y piropos.
“¡Pero qué guapo eres!”. Esta primera frase desde la platea del teatro y un “Richard te queremos” refrendado con aplausos han servido para arrancar este encuentro con el actor ante un público mayoritariamente femenino al que ha saludado con “hola Andalucía, ¿qué tal?” contestado con varios minutos de aplausos.
La actriz Elena Anaya, que hizo de su mujer en la serie ‘MotherFatherSon’, ha moderado un encuentro en el que el estadounidense ha vuelto a llamar “matón” al presidente de su país, Donald Trump, ha apostado por ser amable siempre y ha defendido que se puede estar furioso si es contra la ignorancia o los abusos.
“La forma esta en la que nos ganamos la vida es extraordinaria”, le ha contado a Anaya en un diálogo a tres bandas con la traductora que ha dado pie a algunas de sus anécdotas.
Mientras una hablaba y la otra apuntaba, el actor se ha entretenido en hacer un repaso visual por los recovecos del teatro hasta elevar la mirada y saludar a los ocupantes de las butacas de los anfiteatros. Y vuelta al lío de aplausos, piropos y agradecimientos.
Con un hablar lento, el actor ha agradecido a la guía que ayer le descubrió la vida de la Alhambra y ha pedido estar vigilantes antes una actualidad con tintes de drama.
Un estilo más almodovariano ha tenido el final de este encuentro con su público al que han anunciado que podrían hacer preguntas, pero no.
Cuando decenas de personas esperaban con el brazo en alto un micrófono para preguntar ya no sabremos qué al actor, Elena Anaya ha tomado el ‘papel de mala’ y ha anunciado que, por cuestiones de guion, solo habría un turno de palabra.
En una reacción salomónica, el actor ha considerado que sería mejor plan dejar de lado las cuestiones y que todo el público le dedicase una canción, “algo andaluz” que todos supieran.
Y así, con un arranque tímido, alguna voz desafinada y más pasión que coordinación, el público se ha puesto en pie para entonar el Granada de Agustín Lara y firmar un final de película.