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Goddesszilla vs. Queen Kong: ¿la hora de las monstruas?

Godzilla cumple setenta años y se reúne de nuevo con su viejo amigo gorila. ¿Se resisten los grandes monstruos del cine al empoderamiento femenino del siglo XXI?

Godzilla y King Kong
70 años después de su nacimiento, Godzilla se enfrenta ahora a King Kong en la película 'Godzilla y Kong: El nuevo imperio'

El proceso, justo y necesario, que empezó en los años setenta y ochenta de introducir cada vez más y más personajes femeninos protagónicos, poderosos y heroicos, en el cine comercial, del terror a la ciencia ficción pasando por la pura acción y el thriller, ha llegado en el siglo XXI a extremos impensables.

De caracteres convincentes, bien construidos e interpretados por actrices de auténtico poderío físico y enérgica presencia, como la Ripley (Sigourney Weaver) de la saga de Alien, la Sarah Connor (Linda Hamilton) de Terminator e incluso, ya en los 2000, la Alice (Milla Jovovich) de Resident Evil o la televisiva guerrera Xena (Lucy Lawless), amén de heroínas de Serie B encarnadas por estrellas del género tan rotundas como Pam Grier, Sandhal Bergman, Cynthia Rothrock, Tanya Roberts o Natasha Henstridge, hemos pasado a que chicas adolescentes de cincuenta kilos de peso destruyan sin mucho esfuerzo al Depredador que puso en aprietos a Schwarzenegger o amenazas como la de Pasajero oculto (2020), donde Chloë Grace Moretz, 1,65 de altura y 56 kg. de peso, mata a puñetazos a un gremlin volador capaz de arrancar de cuajo el fuselaje de un bombardero.

Pero hay subgéneros de éxito que parecen resistir este proceso de empoderamiento femenino. El retorno en el siglo XXI del cine de monstruos gigantes, con sus dos grandes (nunca mejor dicho) estrellas a la cabeza, el mítico King Kong creado en 1933 y el japonés Godzilla, que viera la radiactiva luz del proyector en 1954, evita de forma inconfesa pero evidente someterse al dictado del milenio de la mujer.

El sexo de los monstruos

Cuando ahora se estrena Godzilla y Kong: El nuevo imperio, última entrega del universo kaiju (monstruo gigante en japonés) de Legendary, ambas criaturas siguen siendo dos machos alfa compitiendo por la supremacía, aunque a veces formen equipo contra un mal mayor. ¿Llegará el momento en que decidan cambiar de sexo? ¿Lo han hecho alguna vez? ¿Cuál es, en verdad, el sexo de los monstruos?

Godzilla y King Kong

La película ‘Godzilla y Kong: El nuevo imperio’ llegó a los cines el 28 de marzo

Lo cierto es que Godzilla no tiene un sexo concreto asociado a su pronombre personal en japonés. No obstante, para el público en general y sus creadores, como el fallecido productor Tomoyuki Tanaka, responsable de la franquicia original, se trata de un macho. Eso sí, uno con un sentido de la responsabilidad paterna muy en la línea actual de padres coraje, siempre al rescate de sus tiernos infantes y más empalagosos que una Mommy Barbie. No son pocas las películas de Godzilla en las que este se enfrenta con ejércitos y monstruos para proteger a su retoño indefenso.

Curiosamente, el infravalorado genio del cine-catástrofe épico Roland Emmerich, en su estupendo Godzilla (1998), hizo de este un macho, sí. Pero uno capaz de poner huevos por medio de la partenogénesis, a imagen y semejanza de algunos reptiles y anfibios reales. El director de Stargate (1994) pero también de Stonewall (2015), abiertamente gay, le dio un toque de género fluido a su espectacular aportación al género kaiju detestado injustamente por los fans.

No es que no haya kaijus femeninos en el universo Godzilla: Biolante, una planta genéticamente mutada; la madre Gappa, de la especie aviforme del mismo nombre; las Gyaos, otra especie voladora con aspecto de dragón, inicialmente compuesta solo de hembras; y, por supuesto, la entrañable Mothra: la gigantesca diosa polilla, entre otros. Pero los intentos de cambiar de sexo a Godzilla no han fructificado; personajes como Goddeszilla o Lizzie Minnelli (digno de John Waters) han quedado en los márgenes de la saga, sin triunfar en la pantalla.

Una gorila enamorada de un humano

Con King Kong es otra cosa. Un antropoide resulta más próximo al ser humano y, por tanto, es más fácil imaginarnos la hembra de su especie. De algún sitio tuvo que salir el Rey de Isla Calavera, aunque fuera el último de su raza. Pese a ello, no parece que nadie se sienta muy feliz de reimaginar a Kong con sexo femenino. Suena un poco a cachondeo. Y eso fue Queen Kong (1976), inenarrable coproducción europea, firmada por el psicotrónico Frank Agrama, surgida como parodia descarada del remake recién estrenado entonces, producido por Dino de Laurentiis. Más bien de reír por no llorar, la cinta invierte el esquema original, haciendo que Kong sea ahora una gorila gigante, enamorada del protagonista humano masculino, dando lugar a situaciones de película de Ozores, que ahora pueden resultar graciosas de puro ofensivas.

Como si el ridículo de Queen Kong no le hubiera avisado, De Laurentiis dejaría que en la delirante y fallida secuela de su película, estrenada diez años después, King Kong 2 (King Kong Lives!, 1986), apareciera la “novia” del trágico primate gigante, bautizada como Lady Kong, quien sobrevivirá portando en su vientre el futuro fruto de su amor engorilado: Baby Kong. Aunque la cinta pretende ir “en serio”, resulta casi tan irrisoria como Queen Kong.

Da la impresión de que monstruos como Godzilla y Kong son inasequibles a la moda transgénero en el cine de género. Cuando se intenta, caen en el ridículo y son rechazados. Los espectadores de cine fantástico no aceptan fácilmente estas operaciones de cambio de sexo, salvo cuando son paródicas o humorísticas. A veces ni eso. El intento de crear unas nuevas Cazafantasmas (2016) fue crucificado por los fans antes de su estreno, pese a que la película en realidad no está nada mal. Las nuevas entregas de la saga han tenido que resucitar a los personajes originales, cambiando el enfoque a uno más familiar, nostálgico e infantil, antes que permitir que se convirtieran en heroínas modernas. ¿Misoginia o sentido común? Quizá, en este caso, más lo primero que lo segundo.

Película Queen Kong

Póster de la película ‘Queen Kong’ (1976), del director Frank Agrama

Cuando acabamos de saber que el nuevo Bond será otro guapo actor británico y blanco, Aaron Taylor-Johnson, pese a tres años de polémicas especulaciones sobre su cambio de color o de sexo, si no de ambos a la vez, Kong, con 90 años, y Godzilla, con 70, siguen siendo los hombres de su casa. Quizá, con esa edad, sean unos pollavieja, como se dice ahora. O tal vez, el kaiju sea un campo de nabos dominado por friquis machistas y misóginos.

Pero también se me ocurre, vaya usted a saber por qué, que a lo mejor hay personajes de ficción más grandes que la vida, que no tiene sentido alguno cambiar de sexo. Que, quizás, el auténtico feminismo tiene poco o nada que ver con convertir criaturas fantásticas de sexo masculino en sus réplicas femeninas, y algo más con crear mejores personajes nuevos, argumentos originales, papeles relevantes e historias inteligentes de y con mujeres potentes, atractivas (no necesariamente en el sentido físico) y modernas. Mientras, dejemos a los machos alfa digitales que destruyan ciudades y pisoteen edificios como críos traviesos, sin tomarlo tan en serio. Son cosas de niños.

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