Otro verano más en el que la paridad no impera en los festivales. Todos, salvo excepciones, suspenden en feminismo. Basta con echar un vistazo a los carteles de los diez festivales más importantes de nuestro país: ni Sónar, ni Primavera Sound, ni Mad Cool, ni Arenal Sound, ni Mallorca Live Festival, ni FIB, ni Cruïlla, ni Viña Rock, ni O Son Do Camiño, ni Resurrection Festival las tienen en cuenta.
Al menos, no tanto como a ellos. Dos de cada tres artistas que ocupan sus escenarios son hombres. “Es una realidad aterradora”, reconoce la artista Judit Neddermann, una de las voces más aclamadas en Cataluña. “Me parece surrealista que las mujeres aún tengamos que reivindicar esto”, afirma. Antes de compartir escenario con Alejandro Sanz o con Serrat, Neddermann sufrió el machismo de la industria. “Como artista sé lo que que cuesta que las mujeres ocupemos espacios importantes y de visibilidad”, confiesa.
Por ello en 2022 creó Floral, un festival que sólo programa artistas femeninas y proyectos artísticos liderados por mujeres. “Lo creé para revertir esta realidad y que las mujeres sientan que existe un festival en el que se las puede programar. Estamos aún en esa fase de lucha, tenemos que programar solo a mujeres porque estamos luchando para cambiar la realidad que vivimos”, cuenta.
Un festival de artistas femeninas
Floral ha colgado el cartel de sold out en sus tres ediciones, acallando a un sector de la industria que defiende que ellas no venden tickets. “Es la excusa que utilizan para todo: para no programarte en un festival, para negociar siempre a la baja el caché de la artista. Defienden que el fandom de ellos es más amplio, que las bandas femeninas no llenan estadios, y que económicamente les tiene que salir rentable”, cuenta Catalina Rosselló, directora de la agencia de management As de Guia.
Excusas que dinamitan los números: la cantante Aitana agotó en 72 horas las 120.000 entradas de los dos conciertos que hará a finales de año en el Estadio Santiago Bernabéu. “Artistas como Aitana, Rosalía, Lola Índigo o Belén Aguilera dominan, pero de una forma increíble, el mercado de los conciertos, las giras y los festivales, superando en la venta de entradas a muchos artistas masculinos”, afirma Carles Gilibets, director del Reus Music Festival y creador de festivales como Som de Mar, Terramar Sitges o Petit Paradís.
Aún así, la creencia de que ellas venden menos sigue incrustada en la industria. Esta no es la única excusa que muchos programadores utilizan para no contratarlas. “El director de uno de los festivales más importantes me dijo que el único espacio donde podría incluir a una de mis artistas ya estaba ocupado por otra similar. Eso no sucede con las bandas masculinas. En un mismo festival, puedes encontrar cuatro o cinco grupos tocando el mismo estilo, pero no programan a dos cantautoras porque ya tienen a una”, relata indignada Catalina Rosselló.
La tipología del festival es un factor crucial, según Gilibets: “En España no hay tantos artistas, tanto hombres como mujeres, capaces de llenar aforos de 2.000 o 3.000 personas. Quizás hablamos de unos 30 o 40 que pueden hacerlo de forma natural en este tipo de festivales. Esto ya supone un hándicap en el entorno en el que nos movemos a la hora de contratar artistas. Además, el estilo de música del festival también es determinante. No es lo mismo organizar un festival de pop independiente que uno de jazz, blues o funky. En estos últimos, el porcentaje de artistas femeninas aumenta significativamente, y en algunos casos, el 100 % de las cabezas de cartel son mujeres”.
Nunca más de la mitad de mujeres astistas
En España, el festival con mayor paridad es el Sónar en Barcelona, donde las mujeres representan el 44 % del cartel. Le siguen el Mad Cool con un 34 % y el Primavera Sound con un 33 %. En el extremo opuesto, se encuentra el Resurrection Fest, con una presencia femenina que apenas alcanza el 5 %. “Que no estemos programadas es una cuestión de voluntad, de poner el foco”, sentencia Judit Neddermann.
Bajemos de los escenarios y entremos a las aulas: la presencia de mujeres en las escuelas de música más prestigiosas del mundo, como Berklee College of Music en Boston o la SMUCC en Barcelona, ha crecido significativamente en los últimos años, aunque todavía estamos lejos de alcanzar la paridad. En 2020, en Berklee, las mujeres representaban entre el 35 % y el 40 % del alumnado, un porcentaje que, aunque alentador, refleja que queda mucho camino por recorrer.
“Hace unos años, era raro ver a una mujer tocando la batería en una banda de pop. Hoy en día, es algo habitual. La presencia de la mujer en el mundo de la música ha aumentado de forma notable en la última década. Sin embargo, aún es un desafío que estas cifras se traduzcan en una paridad real en todos los ámbitos de la industria”, reflexiona Gilibets.
Neddermann está convencida de que la solución radica en imponer la paridad: “En los festivales, la paridad debería ser obligatoria, al menos hasta que tengamos las mismas oportunidades que ellos de llegar a un escenario”. Porque las mujeres artistas están hartas de ser minoría en los festivales.