Emma Moran, la creadora de Extraordinary, concibió durante la pandemia —encerrada en la misma habitación en la que creció— una serie muy especial. En ella nos cuenta la vida de Jen, una joven lenguaraz y divertida que se encuentra muy, muy perdida. Y lo está porque no tiene superpoderes en un mundo en el que estos siempre te llegan al alcanzar la mayoría de edad.
Tras ganar un concurso de guiones, Disney+ hizo realidad los sueños de Moran, que hoy está al mando de una de las series más entretenidas del panorama. Ya en su segunda temporada, sigue profundizando en su combinación única entre Fleabag, Misfits y Lovesick. Máiréad Tyers construye a Jen como una protagonista tan imperfecta como cualquiera de nosotros, irlandesa a más no poder, que se encuentra perdida en un mundo en el que todos parecen tener más o menos claro su lugar. Un sentimiento que muchas personas tienen en algún momento de sus vidas, o a perpetuidad.
Pero, a medida que transcurren los episodios, nos damos cuenta de que todos sus amigos están igual. De que a todos nos falta algo. Nadie termina de encontrar su lugar en Londres. Tener poderes no es la solución a todos los problemas, pero para ella es la discapacidad más evidente, la diferencia más grosera con el resto. La obsesión que le impide centrarse en las cosas buenas que sí tiene.
En una entrevista reciente, Moran afirmó que, para ella, la serie tiene que ver con “una búsqueda de la nada”. Un viaje del héroe que no termina de emprenderse. Para ella, el corazón de la serie está relacionado con encontrar un punto en el que puedas estar satisfecha de lo que eres en un mundo que va a seguir avanzando, lo estés o no.
Una vida en la que muchas veces da la impresión de que todo el mundo va rellenando casillas y otros se quedan atorados, con una cierta sensación de bloqueo o indefensión. “Puedes tachar una casilla y, de repente, aparecen otras tres. Parece que tu carrera va bien y has encontrado algo en lo que eres buena. Pero ¿no estaría bien tener una pareja? ¿o cambiar de corte de pelo? Hablamos de eso en la serie. Como nunca vas a estar satisfecho, no te machaques, porque siempre va a haber algo más por lo que machacarte”.
Y, además, la vida no es fácil. Todo queda muy bien explicado al principio de la serie, cuando en una esquina cualquiera un autobús salpica agua sobre un trajeado hombre de negocios. Pero éste utiliza su telequinesis para redirigir el chorretón hacia nuestra protagonista y permanecer seco a su costa.
Superpoderes a porrillo
La serie es especialmente creativa en cómo emplea los superpoderes y cuántos llega a inventarse. Por supuesto, nos encontramos con el surtido habitual, desde el vuelo hasta la superfuerza. Pero los protagonistas tienen una gama que encaja como un guante para satisfacer una trama compleja y divertida. Carrie, la compañera de piso, utiliza su capacidad de hablar con los muertos no sólo para poder mofarse de Hitler, sino también para que Jen pueda seguir hablando con su difunto padre, con edípico resultado. Kash, su novio, puede viajar al pasado, lo que no sólo le lleva a intentar crear un grupo de superhéroes, sino también a ayudar a que la primera temporada termine por todo lo alto.
‘Jizzlord’, un Luke Rollason que es otro de los hallazgos de la serie y de quien espero grandes cosas, se puede transformar en gato. Y, de hecho, lleva tanto tiempo como minino que ha perdido del todo la memoria. Eso no sólo ayuda a jugar con la idea de que Jen es la típica soltera que puede acabar como loca de los gatos, sino que esta amnesia y sus consecuencias sirven como motor de la segunda temporada.
Pero los más divertidos son los superpoderes aledaños. ¡La responsable de Recursos Humanos que te obliga a decir toda la verdad, por vergonzosa que sea! ¡El dentista que puede generar a su alrededor su propio hilo musical! ¡El hombre que puede convertir cualquier objeto en un archivo PDF! ¡El tipo que puede provocarte un orgasmo con solo tocarte!
Todo está bien en una serie que aún no ha anunciado oficialmente su tercera temporada, poco conocida pese a que está siendo aclamada por la crítica, y que tiene el superpoder de hacerte querer que se prolongue durante muchas, muchas más temporadas.