María José Llergo

“Es difícil sobrevivir en la industria musical, en la que las mujeres somos productos”

La cantaora y compositora cordobesa, que actúa el 10 de julio en las Noches del Botánico, presenta al mundo una síntesis radical de su travesía por el flamenco en 'Ultrabelleza'

María José Llergo
La artista María José Llergo, durante su entrevista con Artículo 14 IGC

“Niña de las Dunas, duerme tranquila / Llevas en la frente marca divina”, canta María José Llergo (Pozoblanco, Córdoba, 1994) en su canción más célebre, como si fuera un auspicio de lo que estaría por llegar para esta promesa del cante, del flamenco y de la música en general. Ella, que compartió aulas en en la Escuela Superior de Música de Cataluña con Rosalía, parece tocada por una fuerza de lo alto.

Sanación, su primer disco, lo atestiguaba, y con Ultrabelleza recoge los frutos de la exploración, todo lo emocional vivido personal y colectivamente, y lo transforma en pura comunicación. Para hacer llegar el mensaje al máximo de gente, desacraliza el cante y lo lleva a un nuevo escenario: un escenario mestizo y Bastardo. Este 10 de julio deslumbra en Noches del Botánico; escucharla y sentirla cantar en directo es la confirmación última de que su desbordante talento viene de otro sitio. “Doy gracias a Dios todos los días”, nos cuenta en esta entrevista.

María José Llergo, en la portada del disco 'Ultrabelleza'

María José Llergo, en la portada del disco ‘Ultrabelleza’

El disco salió en octubre: vorágine, conciertos, Nueva York…

Ha sido todo muy rápido. Pero tengo mucha suerte: es increíble sacar un disco y que los demás lo acojan. Siempre tienes miedo de que no lo vaya a escuchar nadie; vivo siempre con la inseguridad, con el “no me lo creo”. Aunque mi equipo me refuerza mucho, me apoya para que me lo crea, porque es real y tengo que aprender a disfrutarlo. A veces me exijo tanto que pierdo el foco, pero ellos me ayudan a poner los pies en la tierra. Es increíble, ¡y lo he hecho yo!

No te concibes sola

Lo más bonito es que en lo que hago se ve reflejado mi origen, mi familia, las personas que me importan de verdad. Que ellos se vean guapos en la foto sonora que yo hago es muy importante.

Tu cante, especialmente en esta etapa, está lleno de esperanza, pero también cierta ensoñación poética. ¿Cómo se combina soñar con tener los pies en la tierra? ¿Te cuesta?

Me siento como caminando hacia una estrella: sé que nunca voy a llegar a tocarla pero camino en su dirección. A veces la ilumino yo y a veces me ilumina ella. Así es como creo que funciona el sueño de la música. Por eso todo lo que hago tiene una parte onírica y otra más terrenal. Soy una persona con una alegría natural y bastante vitalista; es lo que me mantiene a flote y sin rendirme, pese a que el camino no siempre es fácil.

Lo que tú haces viene de dentro, de uan alegría que te desborda. Cuando todo empeiza a estallar, ¿cuesta volver a agarrarse a la tierra, de la que tanto hablas?

Cuando hay un cambio de rutina tan fuerte en tu vida (yo desde que me fui a Estados Unidos, en tres meses estuve dos días en mi casa, dormí dos días en mi cama), de lugares, de personas de tu confianza y cotidianeidad… es imposible no sentirse despegada o diferente. Al final estás experimentando algo que no sabías que existía. Lo que intento es hacer videollamadas con mi abuelo, estar siempre en contacto con mi perro y, esté donde esté, buscar sitios para estar en contacto con la naturaleza y hacer mucho deporte. Aunque me cuesta, porque paso mucho tiempo viajando, intento sacar tiempo.

Sanación era el disco de tus raíces y Ultrabelleza… ¿son tus alas?

Es así. Con Sanación me autodescubrí y sané mis temores, convirtiéndolos en la belleza más pura. Pero en Ultrabelleza busco directamente la belleza del mundo que me rodea, con su diversidad, sus diferentes formas de amar, los distintos tonos de piel que veo en mi día a día. Disfruto de descubrir al ser humano. No me canto a mí, sino a los demás: por eso son las alas, porque está destinado a cantarla a la audiencia.

En Sanación había mucha rabia y pena. ¿Ahora ya has sanado?

Partí de mi rabia y de mi pena, y sin embargo ahora estoy llena de amor y de celebración. Quiero reivindicar todo esto desde ese lugar: desde la alegría, lo afortunados que somos de estar compartiendo el mundo en este momento, de estar vivos, de poder conocernos, tratarnos bien, disfrutarnos los unos a los otros.

La artista María José Llergo, durante su entrevista con Artículo 14

La artista María José Llergo, durante su entrevista con Artículo 14

Una de las favoritas es Superpoder, una canción que trata del empoderamiento femenino. Sin embargo tu superpoder se combina con la dulzura, el abrazo, la acogida…

Creo que mi superpoder es mi sensibilidad. Muchas veces a las personas sensibles se las considera débiles, pero es lo contrario: somos más fuertes, porque somos capaces de ver lo que otros no ven, y reaccionar. Creo que la sensibilidad es una fuerza; nunca, nunca, nunca una flaqueza. Sueño con tener un mundo mucho más sensible, en el que seamos capaces de saber hasta dónde podemos herir y curar, a nosotros mismos y a los demás. Ese baremo debería estar en todos los ámbitos.

Cantas “esa niña rota siente demasiado”. ¿Alguna vez se te ha vuelto en contra la sensibilidad?

Sí, pero no por lo que yo experimento con la sensibilidad. Mis días son maravillosos, incluso cuando lloro. Cuando paso un duelo, lo paso tres veces: todo se siente mucho más. Pero cuando estoy aquí sentada contigo, tomando un cafelillo, y veo que un señor mayor alimenta a unos gorriones, me siento tan feliz de estar viva, de poder presenciar ese acto de bondad… Ese señor me cae bien automáticamente. Me encantan los gorrioncillos, los árboles, las flores. Eso me da la vida. La sensibilidad es una bendición.

Ese viajar por el mundo, vivir en escenarios, estar ante los focos, ¿puede adormecer esa sensibilidad?

Acalla el cuerpo. El desgaste y el agotamiento te enferma. Por eso intento estar siempre haciendo deporte, pero tanto tute puede enfermarte tanto física como mentalmente. Es difícil profundizar en algo cuando tienes tantos estímulos. A veces te quedas en la superficie, pero de la superficie también se puede llegar a la profundidad. Todo es una oportunidad en esta vida.

Eres optimista y positiva, pero a la vez no eres ingenua, ni ciega a los problemas que te rodean. Utilizas la música también para exigir un cambio.

No me queda otra. He aprendido a ver la vida así, a sobreponerme a todo. Creo que soy, ante todo, objetiva. Digo lo que pienso porque no tengo miedo, ni de lo que me puedan decir ni de lo que puedan pensar. Cuando tenemos motivos y argumentos podemos defender lo que pensamos. Lo que sí noto es que me da mucho miedo perder la inocencia que tenía en Sanación: es verdad que estaba enfadada y estaba desahogándome, pero la inocencia que tenía es preciosa. Y aunque me voy sobreponiendo a traiciones y a embates de la vida, lo que yo quiero conservar es la inocencia, aunque es lo que más me cuesta.

Hablas mucho también de la tiranía del dinero, que tiene que ver con tu origen, con tu conciencia de clase, con tus orígenes cordobeses pegados a la tierra y al campo, a la familia. Muchos ven ahí la perdición…

Intento llevar las riendas de mi vida, en vez de que la vida me lleve a mí. Soy cada vez más independiente, tomo mis decisiones, y me está gustando mucho sentirme dueña de mi vida. La industria musical es complicada; es difícil sobrevivir, porque además las mujeres somos consideradas productos en muchas ocasiones. Pero yo disfruto de mi autodeterminación en mi proyecto, en mi trabajo y en mi vida. Cuando tú tienes el control sobre tu vida es muy difícil que alguien venga a zarandearte.

Al ser mujer, ¿has percibido que has tenido que hacer el doble de trabajo?

No quiero pensarlo. Cómo es posible que siendo mujer tenga que hacer el doble de trabajo para que se me reconozca… Veo también que los cachés de mis amigas son la mitad que los de mis amigos. Me duele y me enfada. No quiero pensarlo demasiado para que no me duela. Tener conciencia te hace ser más infeliz, pero te hace consciente, te da el control: autoconocimiento sobre lo que tú eres y conocimiento sobre lo que te rodea, y el conocimiento es poder.

Mencionabas antes la dificultad de la industria musical. ¿La sororidad es una vía de trabajo?

La sororidad y le celebración. En Ultrabelleza reivindico también los derechos LGTBIQ+, pero desde el amor, desde la celebración, desde un lugar que construya, no que destruya. Si le damos más protagonismo al dolor y al odio, al final se hacen fuertes. Por eso hay ciertas cosas, ciertos mensajes, que no quiero reforzar. Quiero hablar de la suerte que tengo de estar viva en este momento. Quiero reivindicar a mis compañeras, que me apoyan cada día desde todos los rincones del mundo. Quiero ensalzar a mis amigas cantantes, productoras, compositoras y arreglistas. Somos creadoras, nos ayudamos, nos queremos. Esa es la realidad.

Hablas de la belleza no solo como estética, sino como una vía de conocimiento. ¿Puede la belleza salvar el mundo?

La belleza es lo que impidió que los Reyes Católicos destruyeran la Alhambra cuando la vieron. Se enamoraron de ese palacio y lo dejaron intacto. Sueño con que eso nos pase a los unos con los otros: que descubramos tanta belleza en el ser bueno que tenemos delante que no se nos ocurra dañarlo. Aprender, diferir, dialogar, disentir… pero sin destruir.

Pero también tienes una canción que se llama Lucha…

Hay que luchar. Para empezar, para que dejen de acosarnos por la calle, que es de lo que habla esa canción. Mezcla el dembow, el reguetón y el afrobeat para contar la historia de una chica que camina por la calle y no la dejan en paz. Algo que nos ha pasado a todas, desgraciadamente. Es nuestro día a día, aunque no lo hablemos; nos hemos acostumbrado a salir por la calle y recibir comentarios, actitudes sexistas. No solo lo normalizamos, sino a veces lo romantizamos. El cabreo es necesario, pero yo una vez me di cuenta de que cuando me cabreaba me autocastigaba: me culpaba por los errores del otro. Sufrir un enfado me resta energías, em hace infeliz y me quita la sonrisa. ¡Qué injusto! Quien debería perder la sonrisa es quien hace algo mal.

A menudo te gusta hablar también del contexto de la obra. Como sucede con Lorca, ¿no se puede entender la obra sin su contexto? 

A mí me gusta hablar de mi contexto, y por eso soy tan activa de mis redes sociales. Si me sucede algo entenderéis mejor mi próxima canción. Contextualizo mis canciones con mi palabra, tanto cantada como hablada. Para mí es muy importante este diálogo con el mundo en el que vivo; como decía Antonio Machado, la poesía es conversar con el momento en el que vives. Siento que mis canciones son eso. Lanzar preguntas, dar mis propias respuestas, compartir lo poco que he entendido en esta vida, y hacer melodías cada vez más bonitas y más complejas, buscando la experimentación.

¿No es posible separar a la obra de su autor, ni para lo bueno ni para lo malo?

Tengo tendencia a comerme algo que de verdad me llena y me gusta. Y me gusta el proceso también. Me gustan los tomates de mi abuelo en el huerto: regados con agua, protegidos del sol con una mantita, con sus surcos hechos con escardillo… Si te comes ese tomate te llena y te sienta bien, te hace mejor. Lo mismo pasa con la cultura. Si uno no quiere saber de dónde viene el tomate… La conciencia genera muchas contradicciones. Incordia mucho, pero es más verdadero.

La cantante María José Llergo, originaria de Pozoblanco, en Córdoba

La cantante María José Llergo, originaria de Pozoblanco, en Córdoba

¿Cómo fueron tus inicios, escuchando flamenco con tu abuelo en el campo?

Creo que allí, en su huerto, di mis primeros pasos. Cada nieto tenía una cabra: la mía era María José y era blanca y negra. Mi abuelo cantaba mientras hacía las labores del campo, y yo he tenido la suerte de valorarlo mucho desde que era pequeña, y tener una conexión muy profunda con él. Él me contaba toda su historia, su vida, su infancia… se abría mucho conmigo. Mis veranos eran eternos en el campo con él. Mientras todos dormían la siesta yo me iba con él a regar, a jugar con el agua: mientras él abría la alberca y el agua corría por los surcos, yo saltaba y escuchaba los cantes de mi abuelo, que hacía el compás con el escardillo. Yo empecé a imitarle y a juguetear con mi voz, como quien imita el canto de un pájaro, y aprendí que mi voz también podía moldearse. “Ahora que te sabes los cantes, juega y hazlos a tu manera”, me dijo. Ahí descubrí que yo tenía voz propia y que podía cantar las cosas desde un lugar que tenía yo dentro, que era mi lugar. Gracias a eso que sembró él en mí estoy aquí ahora.

¿Eso es el flamenco, heredar una tradición y hacerla tuya?

El flamenco es una música que se transmite por tradición oral, como mucho folclore. No hay registros, ni sonoros ni en partituras, de lo que son los cantes antiguos. Por eso escuchar a las personas mayores tiene tanto valor. Por eso todo el tema de la pureza del flamenco me aburre… La pureza está en el alma. Y el flamenco es universal: he cantado en Oslo y no entendían lo que decía, y hemos conectado. Por eso me muero por viajar a Asia, a La India, a países árabes, conocer música tradicional de China o de Bali… Sueño con compartir. La música me hace compartir, no competir, y me enseña a aprender de los demás, y a darle lo mejor que tengo.

Se hace el paralelismo entre el flamenco y músicas como el blues, que proceden de lugares marginales. ¿Cantar la pena es una forma de combatirla? Tú cantas que aprendiste a cantar llorando y que aprendiste a llorar cantando…

Son lugares marginales, pero no son lugares pequeños. Eso no es problema del flamenco o del blues, sino de la sociedad, que aparta a ciertas poblaciones, que luego se expresan históricamente. A través de la música se llega a lugares a los que no se llega por otras vías, y por eso existe un legado inmaterial de la música: en vez de escribir libros, hacen cantes, y dejan su huella para los que vengan detrás, para los que vienen después. Por eso hay que saber leer las letras del flamenco, porque cuentan nuestra historia, la que no sale en los libros. Los sentimientos y las emociones del flamenco son muy complejos, son poesía pura, y de un gusto tan extremo que aunque no conozcamos su autor permanecen a lo largo de los siglos.

María José Llergo, en el videoclip de 'Superpoder'

María José Llergo, en el videoclip de ‘Superpoder’

¿Qué cantantes te ayudan a ti a reconectar contigo misma?

Pastora Pavón, Camarón, La Perla de Cádiz, La Fernanda, La Bernarda, La Niña de La Puebla me encanta, igual que La Niña de Antequera. Lola Flores, Rocío Jurado, algunas coplas de Sara Montiel. Me gusta Arvo Pärt en música clásica y , Paganini y Sarasate en el violín… Todo tipo de música. Ahora mismo en mi lista de favoritos de Spotify no salgo de Soleá Morente, que me emociona mucho. He venido escuchando La sombra de tu caminar, de Parrita. También estoy obsesionada con La mujer, de Mon Laferte, y Con los bracitos en cruz, de La Niña de Antequera, que la canto con mi abuelo todo el rato. Abre la puerta, de Triana; Alegrías de la Ragua, de La Plazuela; todo lo que hace nusar3000; mucho afrobeat, como Ayra Star, Rema, Burna Boy… Escucho de todo.

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