Crítica

‘En Fin’ es el apocalipsis que nos merecemos

La miniserie española 'En Fin' creada por David Sáinz nos enseña en Prime Video lo mal que avengamos y lo mucho que sentimos

En Fin (Prime Video) - Cultura
Imagen promocional de la miniserie española 'En Fin' Prime Video

David Sáinz, el creador de En Fin, me tenía ganado desde mucho antes de traer a la pantalla el mejor apocalipsis frustrado de la televisión. Dejadme explicaros por qué. Mi hermano Carlos y yo compartíamos un disparatado sentido del humor. Mucha gente se escandalizaba al escucharnos hacer chistes malísimos sobre la muerte después de que le diagnosticasen el glioblastoma multiforme maligno de tipo IV que lo mató. Pero siempre supo que la vida es demasiado importante como para tomársela del todo en serio, y siempre supimos reírnos de las mismas cosas. Fue él quien me descubrió la extraordinaria webserie Mambo, que todavía hoy podéis encontrar en RTVE Play, y fue su recuerdo lo que me hizo abalanzarme sobre este apocalipsis descabellado barra melancólico en cuanto llegó a Amazon.

Algún crítico ha comparado a Sáinz con Berlanga. Y con bastante criterio, por cierto. Pero hay otra cosa que me parece al menos igual de cierta: David Sáinz ha hecho una serie de David Sáinz. Y eso es justo lo que yo necesitaba. Mucho de todo aquello que me gustaba de Mambo vuelve a estar aquí presente. Por supuesto, lo está la música, con unos montajes descacharrantes que, con espíritu de TikTok, retratan con precisión de pantomima esta intentona de acabose. Pero también lo están unos personales a menudo raros, marginales, diferentes de mucho de lo que vemos en comedias “madricéntricas”. Personajes del Betis.

En Fin es tan española que me ha costado quitar el “Pilarín” del titular. Todos nos imaginamos que en Estados Unidos puede haber purgas sangrientas y matanzas indiscriminadas. Y que, mientras tanto, en España probablemente estaremos buscando dónde hacer fiesta antes de morir y agotando el papel higiénico.

Póster de En Fin en Prime Video - Cultura

Póster oficial de la miniserie española ‘En Fin’ | Prime Video

Si mi prima se hizo famosa en un podcast porque pilló a su novio, un hijoputa de Granada, hablando de forma simultánea con 75 mujeres mientras le juraba amor venerETERNO, ¿cómo sorprenderme por la historia de un fan de Alfonso Pérez que deja a su mujer y a su hija tiradas para hacer más el delicioso que Manolo’s Bake y dejar el convento hecho un Cristo? ¿Es más raro cobrar en sangre las drogas que dejar morir ancianos en las residencias?

Como el español es en general más pacífico que el americano de las películas gracias al detallito de enseñar la evolución en todos los colegios, y pese a que todos estudiamos la evolución en el colegio somos inagotables en nuestra variedad, no hay nada que no me crea en una serie llena de personajes increíbles. En Fin es como los espejos del callejón del Gato, pero con mucha menos distorsión. Somos nosotros.

En parte se debe a los actores. Todos están bien, con puntos extra para Malena Alterio y Javier Botet. Pero Raúl Cimas es a la actuación lo que Modric es al fútbol. Un señor ya mayor que siempre lo borda. Desde la maravillosa (y un poco desconocida) Los del túnel, lo hace todo bien. Y lo hace con la marca del gran actor: es siempre su personaje, a pesar de ser siempre él mismo.

Cimas es Romero tanto como Raúl Cimas. Tanto como José Ramón con sus magdalenas en Poquita Fe. Tanto como el cómico chalado que mató al Monaguillo y rompió la nariz a Pablo Motos para después usarlo como arma contra sus colaboradores. Sí, el mismo que se acobardó frente a Nuria The Rock. Es nuestro Jack Lemmon, nuestro Will Ferrell, nuestro Bill Murray. Porque otra cosa no hacemos bien en España, pero a Raúl Cimas lo clavamos.

Se me ocurrió dudar en Twitter si Sáinz se preocuparía con el estreno cuando salió Carol y el fin del mundo, la serie más parecida a En Fin que yo haya visto. Sobre todo por su carácter extrañamente melancólico y su galería de personajes disparatados. Su respuesta es lo más parecido a una entrevista que vais a leer aquí: “La estrenaron cuando terminábamos nosotros la postproducción y, como con cada cosa relacionada con el Fin del Mundo desde 2015, nos acojonamos”.

La gran diferencia con Carol es que En Fin no te destroza la vida, te la alegra. Porque nos enseña lo mal que avengamos y lo mucho que sentimos. Que algunos padres creen que cuidan de sus hijos cuando son sus hijos quienes cuidan de ellos. Que nuestros chándales en los JJOO de Londres eran la releche. Que nuestros enemigos rara vez se acuerdan de nosotros. Que puedes dejar la COCA sin problemas. Que pegar a niños con una pala de padel es divertido, pero que si lo haces te mereces estar en la lista de las bandas chungas. Y, por encima de todo, una lección que enseñarle a nuestros hijos: la banda más peligrosa de todas es José Antonio.

Después de ver la serie, no sé si somos malísimos en el fin del mundo o somos los únicos que lo hacemos bien. Pero sé que quiero una segunda temporada y que si Amazon no me la trae, tengo una pala de pádel con el nombre de Jeff Bezos escrito en ella. Con típex del Alcampo. Porque en España no tendemos segunda enmienda y no sabría montar un AK47 ni aunque me fuera la vida en ello. Pero a nosotros nos sobran palas de pádel y a él le sobra frente.

Gracias, David, a mi hermano le habría encantado.

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