El #MeToo fallido del cine español

Lo cierto es que en los últimos años el cine español ha enfrentado una serie de denuncias de acoso y abuso sexual que han sacudido sus cimientos. A pesar de la gravedad de las acusaciones, muchas de ellas no han derivado en consecuencias legales o cambios significativos en la industria

“Mira, yo me voy a mojar. El año pasado estuvo a punto de salir el #MeToo y no salió”. Las palabras de Aixa Villagrán (La virgen roja) en una mesa redonda organizada por Kinótico dio voz a lo que muchos se preguntan: ¿qué ha pasado con la supuesta revolución feminista dentro de una de las industrias más machistas del mundo de la cultura?

Emma Vilarasau (Casa en llamas), Carolina Yuste (La infiltrada), Itsaso Arana (Volveréis), Alba Planas (La virgen roja), Mireia Oriol (Soy Nevenka) y Laura Weissmahr (Salve María) son, junto a la citada Villagrán, las encargadas de nombrar la frustración que viven. “Las mujeres estamos cada vez más juntas y hablamos entre nosotras y nos protegemos entre nosotras, pero conozco casos de gente que ha sido agredida y en su empresa decían que las iban a proteger. Han denunciado y al final no ha sucedido nada”, lamenta Carolina Yuste, ganadora del Goya por Carmen y Lola, durante la conversación.

En el mismo encuentro, Alba Planas confiesa que conoce muy de cerca denuncias que no han ido a ninguna parte. “Hay personas que se han atrevido a informar de la agresión sexual sufrida a manos de un compañero o de haberse enterado de que determinada persona va a estar en el elenco y la productora se desentiende completamente”, denuncia, mientras hace un gesto simbólico de lavarse las mano.

Lo cierto es que en los últimos años el cine español ha enfrentado una serie de denuncias de acoso y abuso sexual que han sacudido sus cimientos. A pesar de la gravedad de las acusaciones, muchas de ellas no han derivado en consecuencias legales o cambios significativos en la industria, y todo parece seguir igual para todos excepto para las mujeres que se atrevieron a alzar la voz.

Papeles a cambio de desnudos: 27 mujeres contra Eduard Cortés

El 18 de diciembre de 2024, el diario El País publicó un reportaje en el que 27 mujeres acusaban al cineasta Eduard Cortés de acoso sexual. Según las denunciantes, Eduard Cortés, dos veces nominado al premio Goya y director de las populares series Merlí y Ni una más, ofrecía papeles a cambio de actos sexuales, incluyendo desnudos y masturbación. Las acusaciones abarcan desde 2007 hasta 2023, y algunas de las víctimas eran menores de edad en el momento de los hechos.

El story de Silvia Grav denunciando a Eduard Cortés

El story de Silvia Grav denunciando a Eduard Cortés

Silvia Grav, fotógrafa y una de las primeras en alzar la voz, compartió su experiencia en Instagram, lo que motivó a otras mujeres a hacer públicas sus historias. A pesar de la magnitud de las denuncias, instituciones culturales como la Academia de Cine Catalán no han brindado el apoyo esperado. Cortés ha negado las acusaciones, alegando que las conversaciones eran hipotéticas y formaban parte del proceso creativo de guiones.

Carlos Vermut y las acusaciones de violencia sexual

En enero y febrero de 2024, el mismo diario publicó testimonios de seis mujeres que acusaban al director Carlos Vermut de violencia sexual entre 2012 y 2024. Carlos Vermut, conocido por películas como Magical Girl, negó las acusaciones y afirmó que nunca participó en prácticas sexuales no consensuadas. En septiembre de 2024, emitió un comunicado a través de su representante legal, expresando su intención de emprender acciones legales contra el medio por considerar que su respuesta había sido malinterpretada. El tema abandonó la centralidad de las conversaciones.

Por su parte, el director canario Armando Ravelo también ha sido señalado por comportamientos inapropiados en el ámbito laboral. Aunque las denuncias no han alcanzado la misma notoriedad mediática que otros casos, han generado preocupación en la comunidad cinematográfica. Durante la ceremonia de los Premios Goya de 2024, la actriz Ana Belén hizo referencia a las denuncias contra Ravelo y Vermut, subrayando la urgencia de condenar los abusos y la violencia sexual en la industria.

Violencia sexual

El director y guionista Carlos Vermut durante la presentación de la película “Mantícora”

Javier Pérez Santana y la falta de consecuencias

Javier Pérez Santana, productor y figura reconocida en el cine español, ha enfrentado acusaciones de acoso sexual. En los Premios Feroz 2024, Pérez Santana estaba nominado por el documental Mi vacío y yo, pero lamentablemente fue noticia por acosar, insultar y tocar, supuestamente, los pechos de la actriz Jedet (32), que alcanzó la notoriedad al dar vida a Cristina Ortiz en la serie Veneno. Al parecer, tal y como ha publicado El periódico de Aragón tras acceder a la investigación policial, en la fiesta posterior a la entrega de los galardones el productor insultó y amenazó a la intérprete catalana: “travelo de mierda, eres una travesti envidiosa, puta, transexual envidiosa, ten cuidado conmigo que soy gitano”.

A raíz del incidente con Jedet aparecieron otras voces que aseguran haber sido víctimas del presente acosador. Entre ellos destacan los directores Marc Ferrer y David Moragas y el multifacético Bob Pop (52). Sin embargo, al igual que en los casos anteriores, las denuncias no han resultado en acciones legales ni en sanciones dentro de la industria. Esta tendencia de impunidad ha llevado a cuestionar la eficacia de los mecanismos internos para abordar y sancionar comportamientos abusivos.

La respuesta institucional y la cultura de la impunidad

La falta de acciones contundentes por parte de las instituciones cinematográficas ha sido objeto de críticas. En diciembre de 2024, siete guionistas dimitieron de la Junta Directiva de la Academia de Cine en protesta por la presencia de Luis María Ferrández, acusado por seis mujeres de agresiones sexuales. A pesar de las acusaciones, Ferrández negó los hechos y no enfrentó denuncias judiciales, lo que permitió su continuidad en la institución. Esta situación refleja una tendencia preocupante de inacción ante denuncias de abuso en el sector.

A diferencia de otros países, donde el movimiento #MeToo ha provocado cambios significativos, en España su impacto en la industria cinematográfica ha sido limitado. Las denuncias, aunque numerosas y graves, no han derivado en reformas estructurales ni en la implementación de protocolos efectivos para prevenir y sancionar el acoso y abuso sexual. La falta de apoyo institucional y la cultura de la impunidad perpetúan un entorno donde las víctimas dudan en alzar la voz por temor a represalias o a la inacción de las autoridades.

“El secreto mejor guardado del cine español es el nombre de nuestros acosadores sexuales”, decía el cómico Julián López durante la gala de los premios Feroz de 2018. Un año antes, un reportaje del New York Times destapó la caja de los truenos. El #MeToo vapuleó el cine estadounidense. El todopoderoso Harvey Weinstein fue condenado en 2020 a 23 años de cárcel por agresión sexual y violación. Las mujeres a las que había atacado, como la actriz Asia Argento, se mostraron orgullosas de “formar parte de la mayor revolución feminista desde la conquista del voto”. Sin embargo, la descomunal fuerza del #MeToo en Hollywood no se ha contagiado a otros países.  Desde luego, no ha conseguido triunfar en España.

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