Isabel II fue la reina que más joven ascendió al trono. Con tan solo 3 años se convirtió en reina de España, pero no fue hasta los 14 que reinó, fue su madre la que actuó como regente hasta que ella cumplierala mayoría de edad. Fue conocida como la Reina de los Tristes Destinos, ya que no tuvo un reinado en absoluto fácil, aún menos siendo mujer.
Su padre, Fernando VII, había derrogado antes de morir la conocida como “ley sálica”, la cual impedía reinar a las mujeres. Sin embargo, el rey decidió erradicarla para que fuera su hija Isabel II, única heredera directa al trono, quien ejerciera el poder cuando él se fuera. Claro que esto no fue plato de buen gusto para el hermano de Fernando VII, a quien hubiera pasado el trono si no se hubiera eliminado esta ley. Isabel II no hubiera podido reinar por ser mujer y el siguiente de la lista era su tío, Carlos María Isidoro. Fue así como comenzó la famosa y conocida como Guerra Carlista, un conflicto que invadió el reinado de Isabel y contribuyó notoriamente a que finalmente se convirtiera de verdad en la de los Tristes Destinos.
Una mujer tenaz
Isabel II tuvo muchas trabas para poder gobernar. Al ser una mujer, su educación no fue la misma que la de un varón, por lo que realmente no estaba preparada en muchas cuestiones para poder reinar. Esto hizo que los miembros de la corte la manipularan fácilmente en su toma de decisiones. La mayoría eran hombres, y estaban completamente en contra de que ella formara parte de lo que se dispusiera en el parlamento.
Aún así, Isabel II fue una mujer tenaz que, a pesar de todo, tenía la costumbre de interferir a menudo en la toma de decisiones a nivel nacional, aunque esto la hiciera impopular a ojos de la clase política. De hecho, los progresistas optaron finalmente eliminarla del mapa español, literalmente, y exigieron el destierro de Isabel II en 1868, a la que acusaron de intervencionismo y de deslealtad.
Aunque tuviera este triste final, la reina luchó por lo que creía que era bueno para su pueblo, aportando un legado intachable en diversos aspectos. Destacamos el arquitectónico, sobre todo, el que dejó en Madrid, clave para la supervivencia de muchos.