Gordofobia

El estereotipo de “la gorda graciosa”: por qué el caso de Lalachus podría ser una trampa

La "Fat Funny Girl" es la teoría por la cual una mujer gorda sólo tiene representatividad pública cuando cumple el papel cómico, y muchos ven en ella un reflejo de lo que sucedió en las campanadas de TVE

Lalachus y David Broncano, en un programa de 'La Revuelta'
Lalachus y David Broncano, en un programa de 'La Revuelta'

Según un estudio realizado por la analista política y doctora por la Universidad de Harvard Viri Ríos, las mujeres con sobrepeso tienen un sueldo 16 % menor al de aquellas con un peso “normal”. Pero su estudio va más allá, revelando que deben enviar un 37 % más aplicaciones para lograr las mismas entrevistas que una mujer delgada.

La gordofobia y los “aranceles” que tienen que pagar las personas gordas para tener las mismas oportunidades que las normativas existen, y por ello la reciente participación de la influencer y cómica Lalachus en las campanadas de TVE junto a David Broncano ha sido celebrada por muchos como un avance en términos de inclusión y diversidad en la sociedad en general y en la televisión en particular. Sin embargo, esta elección ha reavivado el debate sobre el estereotipo de la “gorda graciosa” y si, en realidad, perpetúa una visión limitada y reductora de las mujeres con cuerpos no normativos.

“The Fat Funny Girl”

“The Fat Funny Girl” o el estereotipo de la “gorda graciosa” se refiere a la representación recurrente de mujeres con sobrepeso en roles cómicos, donde su humor y personalidad extrovertida se convierten en sus características definitorias. Este tropo sugiere que las mujeres de tallas diversas solo son aceptadas en los medios si cumplen con el rol de la comediante, relegándolas a papeles unidimensionales y negándoles la complejidad que se otorga a personajes de cuerpos normativos.

Siempre se ha problematizado este estereotipo cómico, desde el feminismo y desde el activismo antigordofobia. Sin embargo, como apunta la activista Raque Ogando, el argumento en los últimos tiempos ha virado hacia la importancia de la representación en sí, sin importar sus connotaciones. “No nos confundamos: semejante idea nunca ha sido política, siempre ha sido de marketing (capitalismo)”, apunta. Según esta feminista, a muchas influencers gordas les interesa ahora negar el estereotipo precisamente porque lo están capitalizando.

El caso de Lalachus

Lalachus, humorista madrileña de 34 años, ha ganado popularidad por su estilo cómico y su presencia en programas como “La Revuelta”, aunque su verdadero boom se lo labró ella sola, haciendo contenido de humor en su cuenta de Instagram, que llegó a viralizarse especialmente durante la pandemia. Su elección para presentar las campanadas fue vista por algunos como un paso hacia la diversidad en la televisión pública. Sin embargo, desde el anuncio, Lalachus ha sido objeto de comentarios gordofóbicos en redes sociales, cuestionando su idoneidad para el puesto basándose en su físico.

La participación de Lalachus en un evento de gran visibilidad plantea interrogantes sobre si su presencia desafía los estándares tradicionales de belleza o si, por el contrario, refuerza el estereotipo de que las mujeres con cuerpos no normativos solo son aceptables en roles cómicos. Este fenómeno no es exclusivo de España; actrices como Melissa McCarthy y Rebel Wilson en Hollywood han enfrentado críticas similares.

Rebel Wilson en 'Isn't It Romantic'

Rebel Wilson en ‘Isn’t It Romantic’

Rebel Wilson, por ejemplo, ha interpretado personajes donde su peso es utilizado como recurso humorístico, como en la serie Super Fun Night. Ella mismo declaró que tener personalidad es algo propio de las personas gordas, que las personas delgadas no tienen sentido del humor. Críticos señalan que este tipo de representaciones perpetúan la idea de que las mujeres de tallas grandes deben ser graciosas para ser aceptadas.

En Isn’t it romantic, Rebel Wilson interpreta a una niña que ve una comedia romántica y, cuando crece, desarrolla un carácter malhumorado y un aspecto desaliñado al darse cuenta de que nunca podrá protagonizar una historia de amor como la de las películas. Cuando se da un golpe en la cabeza, aparece en una realidad fantástica y utópica en la que vive una vida hiperfemenina: el recurso cómico es precisamente el mostrar a una mujer gorda como hiperfemenina

Por su parte, Melissa McCarthy ha expresado su deseo de romper con estos estereotipos, buscando roles que no se centren en su físico. Sin embargo, la industria cinematográfica a menudo la ha encasillado en papeles cómicos donde su peso es un elemento central de la trama. En una rueda de prensa durante la promoción de la película Bridesmaids, llegaron a preguntarle si le sorprendía trabajar en Hollywood a pesar de su “tremendo tamaño”.

Melissa McCarthy, reina de la comedia norteamericana, perpetúa los estereotipos respecto a las estrellas de Hollywood

Melissa McCarthy, reina de la comedia norteamericana, perpetúa los estereotipos respecto a las estrellas de Hollywood

Por otro lado, aquellas mujeres que han hecho humor sobre su peso en vez de romper el estereotipo han contribuido a sostenerlo: “No es que Lalachus individualmente reproduzca el estereotipo de la gorda graciosa, es que si la industria del espectáculo y entretenimiento solo admite a las mujeres gordas si es haciendo comedia, entonces sigue sosteniéndose el estereotipo de la gorda graciosa. Y por ello la sociedad sigue estereotipándolas”, apunta Raque Ogando.

La trampa de la representación limitada

Si bien la visibilidad de mujeres con cuerpos no normativos en medios de comunicación es un avance, es fundamental cuestionar el tipo de roles que se les asigna. Limitar su presencia a personajes cómicos puede reforzar la noción de que su valor radica únicamente en su capacidad para hacer reír, negándoles la diversidad de experiencias y emociones que se otorgan a otros personajes. Porque, de hecho, las mujeres gordas siempre han sido admitidas dentro de estos papeles estereotipados, y la autoparodia, en muchos casos, en lugar de combatir los estereotipos, los capitaliza. Es decir: hay un avance cuando se produce un cambio social, no cuando se reproducen estereotipos consolidados para perpetuarlos.

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