Cuando se habla del mejor escritor de ciencia ficción, como sucede también con la literatura fantástica, los nombres que suelen aparecer son siempre los mismos. Isaac Asimov, Arthur C. Clarke, Philip K. Dick o incluso H.G. Wells. Figuras fundamentales, sin duda alguna. Pero hay una ausencia que resulta tan reveladora como injusta. Porque si hay alguien que redefinió el género, que lo llevó más allá de los estereotipos, que lo dotó de profundidad filosófica, sensibilidad poética y reflexión social, fue Ursula K. Le Guin. Y sin embargo, sigue siendo una figura menos citada de lo que merece. No solo fue pionera en muchos aspectos, sino que su obra la convierte, sin duda, en la mejor escritora de ciencia ficción… o, simplemente, en el mejor escritor de ciencia ficción de todos los tiempos.
La elección del término no es casual. Aunque el mundo literario sigue marcando distinciones de género, lo cierto es que el trabajo de Le Guin trasciende cualquier etiqueta. No es solo la mejor escritora de ciencia ficción. Es, directamente, la voz más influyente, lúcida y sofisticada que el género ha conocido. Su obra no solo imaginó futuros posibles o planetas lejanos. Imaginó nuevas formas de pensar, de convivir, de sentir. Y eso es lo que define al verdadero mejor escritor de ciencia ficción: aquel que no se limita a crear mundos, sino que los convierte en espejos para el nuestro.
Una voz única que cambió el género para siempre
Le Guin comenzó su andadura literaria en los años 60, en un momento en el que el género estaba dominado por hombres y por una visión tecnocientífica del futuro. Su irrupción fue radical. En vez de centrarse en batallas intergalácticas o avances tecnológicos, Le Guin propuso un enfoque profundamente antropológico, filosófico y emocional. Obras como La mano izquierda de la oscuridad o Los desposeídos no solo rompieron moldes, sino que ampliaron el horizonte temático de lo que podía ser la ciencia ficción.
Y ahí reside gran parte de su importancia. El mejor escritor de ciencia ficción no es quien más naves ha dibujado ni quien más robots ha imaginado. Es quien ha sido capaz de utilizar esos recursos como vehículo para una exploración más profunda del alma humana, de las estructuras sociales, de los dilemas éticos. Le Guin lo hizo con una elegancia narrativa y una inteligencia filosófica que muy pocos han alcanzado.
Además, fue una pionera en introducir temas como el feminismo, la identidad de género, la ecología o el anarquismo en la ciencia ficción, cuando aún eran considerados asuntos marginales o directamente inapropiados para el género. Esa capacidad para anticiparse al debate cultural de su tiempo, y hacerlo desde la literatura especulativa, la convierte en una figura esencial para comprender por qué muchos consideran que el mejor escritor de ciencia ficción no es quien más ruido hace, sino quien más verdad revela.
Un legado literario y político

Una fotografía de archivo de la escritora Ursula K. Le Guin en 2009 | Wikipedia
El universo de Le Guin no se puede entender sin su dimensión política. Aunque ella siempre rechazó el panfleto, cada una de sus historias está atravesada por una conciencia crítica del poder, la desigualdad y la cultura dominante. En Los desposeídos, por ejemplo, contrapone dos modelos sociales —uno capitalista, otro anarquista— para reflexionar sobre la libertad y el coste de las utopías. En La mano izquierda de la oscuridad, juega con un mundo en el que sus habitantes no tienen un género fijo, desafiando desde la narrativa convencional nuestras concepciones de la identidad.
Ese enfoque profundamente humano es otra de las razones por las que Le Guin merece ser considerada, sin rodeos, el mejor escritor de ciencia ficción. Porque sus historias no se construyen sobre la espectacularidad del decorado, sino sobre la riqueza de los vínculos entre los personajes, sobre los silencios que habitan sus diálogos, sobre las contradicciones que definen toda sociedad. Su escritura es, en el fondo, un ejercicio de empatía radical.
Además, su prosa se aleja del cliché técnico y apuesta por una belleza lírica, casi poética, que también es excepcional dentro del género. El mejor escritor de ciencia ficción no debería ser solo quien tiene las ideas más brillantes, sino quien sabe convertir esas ideas en literatura memorable. Y ahí Le Guin también destaca por encima de todos.
La figura silenciada por los prejuicios

Una fotografía de Ursula K. Le Guin firmando un libro en 2013 | Wikipedia
¿Por qué, entonces, sigue siendo menos reconocida que otros grandes nombres del género? Hay varias razones, y todas son incómodas. En primer lugar, porque era una mujer en un terreno dominado por hombres. En segundo lugar, porque su obra no se ajustaba al canon tradicional de la ciencia ficción dura. Y en tercer lugar, porque su escritura tenía una profundidad literaria que muchos críticos —más cómodos con estructuras simples— no supieron valorar en su momento. Pero hoy, cuando se revisa su legado con justicia, cada vez más lectores y especialistas coinciden: el mejor escritor de ciencia ficción ya había llegado hace décadas, aunque muchos no quisieran verlo.
Le Guin también fue una feroz crítica del sistema editorial y de la mercantilización de la literatura. En uno de sus discursos más célebres, al recibir la Medalla por Contribución Distinguida a las Letras Americanas, denunció la forma en que el mercado había secuestrado el valor artístico de los libros. Esa integridad intelectual, que tanto respetaron sus lectores y tantos evitaron en las esferas del poder editorial, forma también parte de lo que la hace única.