El efecto Dunning-Kruger o por qué nos creemos más listos cuanto menos sabemos

Muchas veces tratamos con personas que pese a no tener ni idea de un tema, se las dan de que saben mucho, aún a riesgo de equivocarse, mientras que las que lo conocen, hacen lo contrario, y esto tiene una explicación científica, el efecto Dunning-Kruger.

Segúin el efecto Dunning-Kruger, quienes menos saben se creen más inteligentes, mientras que los que más aspectos conocen tienden a infravalorarse

Hay muchos tiempos de personas, pero a la hora de pensar en alguien con quien sea complicado tratar, los primeros que se nos vienen a la mente son los sabelotodos, ese tipo de gente que siempre una respuesta para todo, pese a que muchas veces sea errónea y trata de quedar siempre por encima. Lo peor de estos sujetos es que muchas veces, pese a que vayan de ‘enterados’ en casi cualquier tema, luego realmente no saben de lo que hablan, mientras que otros que sí conocen muchos más datos sobre algo específico, tienden a no darse importancia, y aunque parezca extraño, ese comportamiento tiene una explicación científica.

¿Qué es el efecto Dunning-Kruger?

El efecto Dunning-Kruger es un sesgo cognitivo en el cual los individuos con escasos conocimientos sufren de un sentimiento de superioridad ilusorio, por el que se consideran más inteligentes que otras personas más preparadas, midiendo incorrectamente su habilidad por encima de lo real. Por ejemplo, esto se podría ver de forma muy clara en cualquier persona que se ata a una pseudociencia ante todo y por muchos datos que se le aporten, nunca pone en duda su posición, creyendo efectivamente que su verdad es la única que cuenta.

Según el efecto Dunning-Kruger, quienes menos saben se creen más inteligentes, mientras que los que más aspectos conocen tienden a infravalorarse

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Mientras que por otro lado, los individuos con cualidades más altas y mayores conocimientos sobre un tema, tienden a subestimar sus cualidades, dando por sentado erróneamente que las tareas que son fáciles para ellos, también son fáciles para los demás. Esto ocurre muy a menudo en intelectuales.

Este fenómeno fue demostrado en una serie de experimentos realizados por Justin Kruger y David Dunning, de la Universidad de Cornell, en Nueva York. Sus resultados fueron publicados en el Journal of Personality and Social Psychology de diciembre de 1999. Kruger y Dunning investigaron en cierto número de estudios previos que tendían a sugerir que entre las diferencias de habilidad, las personas que sabían más o menos, seguían un patrón de conducta.

El experimento para demostrarlo

Estos psicólogos analizaron la competencia de las personas en el ámbito de la gramática, el razonamiento lógico y el humor. Para conseguirlo, a los participantes les pidieron que estimaran su grado de competencia en cada uno de esos campos, y después debían realizar una serie de test dirigidos a evaluar su competencia real y luego comparar lo que habían dicho con lo que de verdad sabían.

Entonces los investigadores notaron que cuanto mayor era la incompetencia de la persona, menos consciente era de ella. Aunque es paradójico, las personas más capaces, por el contrario, solían infravalorar sus competencias y conocimientos. Así surgió el efecto Dunning-Kruger.

Estos psicólogos concluyeron además que las personas incompetentes en cierta área del conocimiento:

– Son incapaces de detectar y reconocer su incompetencia, es decir, mantienen su creencia hasta el final, sin importar lo que se les diga al respecto.

– No suelen reconocer la competencia del resto de las personas, para ellos solo existe su verdad y cualquier intento de hacerles creer algo diferente está equivocado.

La buena noticia es que este efecto se diluye a medida que la persona incrementa su nivel de competencia ya que también se vuelve más consciente de sus limitaciones, lo que refuta aún más el experimento y da más valor a esa infravaloración propia y consciente.

Tras todas estas pruebas llegaron a la conclusión de que: “la sobrevaloración del incompetente nace de la mala interpretación de la capacidad de uno mismo. La infravaloración del competente nace de la mala interpretación de la capacidad de los demás”.

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