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‘El celo’, de Sabina Urraca: deseo y posesión contra las narrativas patriarcales

La tercera novela de la escritora y periodista recrea la voz de una treintañera que, mientras lidia con el trauma que le provocó su última relación de pareja, adopta casi sin querer a una perra callejera

Sabina Urraca
La escritora Sabina Urraca

En la literatura contemporánea, el feminismo ha encontrado un espacio privilegiado para explorar y cuestionar las estructuras que sostienen las desigualdades de género. Una de las autoras que ha destacado por su audaz mirada es Sabina Urraca, quien en su nueva obra, El celo, ahonda en los rincones más oscuros y complejos de las emociones humanas desde una perspectiva profundamente feminista. Este libro no solo es una exploración del deseo, los celos y la posesión, sino también un ejercicio de subversión contra las narrativas patriarcales que han moldeado históricamente las relaciones de poder entre hombres y mujeres.

Una narradora incómoda

En El celo, Sabina Urraca construye una protagonista que se presenta como un espejo roto, fragmentado por las contradicciones de una sociedad que promueve la competitividad entre mujeres y fomenta la obsesión por la validación masculina. La narradora no intenta ser simpática ni redimible, una elección deliberada por parte de la autora para desafiar el mandato de agradar: Sabina Urraca abraza lo incómodo y lo visceral para hablar de algo fundamental: el abuso.

La novela, ficción aunque con ecos de la vida de la escritora, presenta a una joven violentada, sobremedicada y sin trabajo en cuyo camino se cruza una perra abandonada. A pesar de que apenas es capaz de cuidar de sí misma, la Humana (así se llama) no duda en interpretar la aparición como una señal y se lleva consigo al perro a ese bajo destartalado en el que habita de forma precaria. Aunque el vínculo entre ellas no es ortodoxo ni inmediato, pronto el animal se convierte en su razón más poderosa para levantarse de la cama, como ocurre en la novela Un amor de Sara Mesa. Todo ello, en una narración que explora la visceralidad del deseo, la lealtad entre desconocidas, el poder de lo sobrenatural y la dificultad extrema para poner el trauma en palabras.

El celo - Cultura

La portada de ‘El celo’, de Sabina Urraca

Crítica a la cultura del amor romántico

Uno de los puntos más relevantes de El celo es su crítica a la cultura del amor romántico, una narrativa que, como señala Urraca, ha sido una herramienta eficaz del patriarcado para mantener a las mujeres en posiciones de vulnerabilidad. A través de la historia, el libro muestra cómo los celos se han normalizado como una manifestación de amor, perpetuando dinámicas tóxicas en las relaciones.

En una entrevista reciente, Sabina Urraca explicaba que el título de su libro tiene una doble acepción: el celo como el estado emocional que lleva a las mujeres a sentirse amenazadas por otras y el celo como el período de fertilidad animal. Esta ambivalencia lingüística permite a la autora abordar el concepto desde una perspectiva biológica y cultural, analizando cómo la sociedad patriarcal ha utilizado estos impulsos para justificar la opresión de las mujeres.

Además, Urraca explora cómo el amor romántico ha sido un motor de consumo emocional y material para las mujeres, empujándolas a invertir tiempo, recursos y energía en relaciones que rara vez ofrecen reciprocidad. En este sentido, El celo desentraña los mecanismos de poder que subyacen en las relaciones heterosexuales, cuestionando la idea de que la felicidad de una mujer depende de su capacidad para encontrar y retener a un hombre.

Feminismo desde las entrañas

Una de las características más destacadas de Sabina Urraca como escritora es su capacidad para abordar temas complejos desde un lenguaje crudo y visceral. En El celo, no hay espacio para eufemismos ni concesiones. La autora se sumerge en las emociones más primitivas, exponiendo sin pudor el lado más oscuro de sus personajes y, por extensión, de la condición humana. Este enfoque conecta directamente con el feminismo, ya que desafía las expectativas de lo que se espera de las escritoras mujeres: delicadeza, contención y belleza. En lugar de eso, Urraca abraza lo grotesco y lo abyecto, recuperando estos espacios como terrenos legítimos para la exploración literaria.

La medicación y el consumo de ansiolíticos, que ha crecido enormemente entre las mujeres, también ocupa un lugar crucial en el desarrollo de la trama. La Humana, dependiente de los ansiolíticos, se ve forzada a asistir a terapia de grupo para conseguir sus recetas. En ese espacio, conoce a otras mujeres que han sufrido malos tratos, con quienes establecerá una conexión simbiótica, redentora y cargada de urgencia.

Como dice la escritora María Fernanda Ampuero, “Sabina Urraca escribe sobre hembras en celo, castigadas, maltratadas, amantes, amadas, salvajes, perseguidas, juntas en jauría. Escribe sobre el matriarcado, la enfermedad, la pérdida de la inocencia, la sororidad, el miedo y el desamor, pero, sobre todo, cuenta nuestras historias: las de todas las perras rabiosas”.

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