Moda

El armario masculino, ¿por fin? a juicio

La presión estética asalta a los hombres no sólo desde la vertiente cosmética, sino también 'fashionista'. Calcetines tobilleros, pantalones XXL y shorts son las prendas que desatan la ira, las risas y los memes de los internautas

El rapero Drake durante un partido de fútbol de su hijo.
El rapero Drake durante un partido de fútbol de su hijo. Redes Drake

Que conste que no lo digo (creo) en tono celebratorio, pero los hombres cada vez están más en el punto de mira estético. Aunque llevamos un tiempo hablando de la presión estética que comienza a azotar al universo masculino (la masculinización facial a la que tantos recurren es un buen ejemplo de ello), ahora es el menswear la nueva víctima de los juicios. La mejor prueba de ello es el revuelo que han generado los pantalones XXL con los que Drake acudió a un partido de fútbol de su hijo, y prueba de que está bien orgulloso de su look es que lo ha compartido en sus redes sociales. Lo que no se imaginaba es que internet estaba preparado para echar abajo su atuendo. Tanto, que The Cut ha publicado un artículo en el que reconocidos estilistas evalúan los pantalones en cuestión, que en un repentino giro, se han convertido en asunto de estado fashionista.

Ian McRae, pese a haber puesto varios contras al atuendo en el citado artículo, cree que la nueva andadura estilística del músico es positiva. “Me gustan mucho los pantalones y el nuevo look. Supone un paso más a la hora de elevar la nueva manera en la que se visten los raperos. No sé si Drake es la mejor persona para abrazar el lujo silencioso, pero abre la puerta a que hombres más masculinos juguen con sus guardarropas y vean lo que les funciona o lo que no”, asegura.

Mientras tanto, las viperinas voces de las redes sociales no han dudado en compartir sus opciones, muchas no exentas de sarcasmo. Hay quienes creen que se ha vestido de Diana de Gales y los que opinan que parece “Mega Ryan en una comedia romántica”, aunque algunos usuarios más benevolentes dicen que se ha marcado un look digno de Cary Grant. Los pantalones de la discordia son una muestra del lujo silencioso masculino, pues son de Vava, que no vende ninguna de las prendas que Drake luce (excepto los zapatos, de Timberland, en realidad todo lo que el rapero luce es de la firma), sino que posiblemente haya elaborado en exclusiva este look para él, algo que hace para estrellas de la NBA como Shai Gilgeous-Alexander. Pero quienes se han echado las manos a la cabeza con los pantalones de Drake han de saber que tras haber visto los looks de Aron Piper y Manu Ríos en el desfile de Jacquemus, este tipo de trousers están de moda, por lo que quizás no quede tanto para que tu vecino Sergio también los lleve… Y por descontado, tal vez el siguiente en llevarlos sea precisamente quien meses antes los criticó, porque la magia (¿o es perversión?) de la moda es que en cuestión de poco tiempo, pasamos de aborrecer algo a adorarlo, y viceversa, claro. Lo que a mí me pasa con mis parejas, pero ese es otro tema…

De los pantalones XL pasamos ahora a los shorts, que se han convertido en la prenda más libidinosa lucida por algunos de los internet boyfriends por antonomasia, como Paul Mescal y Milo Ventimiglia, cuyas fotografías en microshorts (muy alejados de las bermudas de Valentino de Paul Pascal en la gala MET, que fueron igualmente comentados al ser poco habitual que un hombre muestre gemelos en la alfombra roja) han revolucionado las redes sociales. Sin embargo, esta prenda siempre es polémica. “Un hombre no debe llevar nunca pantalones cortos, excepto si está en la playa o dando una caminata”, escribió el diseñador Hardy Amies en ABC of Men’ s Fashion. Resulta curioso que precisamente ahora esté de moda que las mujeres lleven en su día a día shorts inspirados en los boxers masculinos, pues en el momento en el que la ropa interior de los hombres la que se hace con las calles, se critica a los Adonis que quieren presumir de pierna.

Cuando los titulares se centran en un personaje conocido masculino ya no sólo se ahonda en su vida privada y profesional, sino también en su armario, como bien sabe Travis Kelce, jugador de fútbol americano y novio de Taylor Swift. Me disculpo de antemano, pero creo que una gran mayoría lo conocemos como “novio de” (confieso que es lo que tecleo en Google para recordar su nombre), y si a Amal Clooney algunos la llaman aún “la mujer de George Clooney”, siendo una de las abogadas más prestigiosas del planeta, él se tiene que aguantar con esa etiqueta. Cierro el paréntesis para señalar que su estilo ha sido profundamente analizado, h hay quienes aseguran que es un hortera de bolera (esta expresión indica que no soy de la generación Z, ¿eh? Voy a sollozar un rato…) y quienes admiran lo valiente que es a la hora de elegir sus looks. Pero a estas alturas bien sabemos que quien califica el estilo de alguien como “valiente”, está mordiéndose la lengua…

Por último llegan los pinkies, los calcetines tobilleros habituales entre las mujeres (aunque nunca queremos que se vean) y que Cristiano Ronaldo puso en boca de todos al posar en una imagen publicada en sus redes sociales con ellos. No es de extrañar que no le de ningún pudor llevar esta controvertida prenda, pues su marca, CR7 Ronaldo, vende packs de calcetines para hombre de silueta tobillera. Si las risas desembocan en ventas… ¿Quién ríe el último y por tanto, mejor? Al parecer, meterle goles a la moda sale rentable para algunos, y si puedo pedir algo a quienes se apresuran a criticar los armarios ajenos es que no hagan jamás que Paul Mescal deje de llevar shorts, porque esas imágenes son el Imperio Romano de muchas.

Las mujeres llevamos toda la vida aguantando todo tipo de comentarios acerca de nuestros looks y viendo cómo las manoletinas, el calzado de la comodidad por antonomasia, son vapuleadas por quienes señalan que son “los zapatos menos sexys” del mundo, por lo que disculpad si me hace gracia que los pantalones de Drake, los calcetines de Ronaldo o los looks nouveau riche de Kelce son ahora carne de meme. Quizás no nos vamos a reír ni las últimas, ni mejor, pero al menos, nos vamos a reír, ¿no?

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