Meca del cine europeo, Francia ha sido la cuna y el laboratorio de cineastas legendarios como Jean-Luc Godard, François Truffaut, Jean Renoir o Agnès Varda (nacida en Bélgica). Pero esta riqueza artística excepcional, con frecuencia inspirada en el mito en torno al realizador todo poderoso, también es, según un exhaustivo informe publicado ahora por la Asamblea, “una máquina de aplastar personas”, sobre todo mujeres.
“Un mundo diferente está por llegar”, advierte a Artículo14 la diputada Sandrine Rousseau, presidenta de la comisión de investigación parlamentaria y figura de proa del ecofeminismo en Francia. Para la parlamentaria de los Verdes, la comisión de investigación que pilotó y que entrevistó a 350 profesionales durante casi 120 horas marcará un antes y un después. “Hay un pequeño grupo sectario con cada vez menos espacio para sus prácticas. Tienen los días contados”, augura Rousseau, sin citar nombres.
Los resultados del informe sobre las violencias practicadas en el sector de la cultura son alarmantes. Ya sea en el cine, la moda, la publicidad, el teatro o los festivales de música, las evidencias son las mismas: violencias sistémicas intensificadas por factores de riesgo, como la precariedad laboral, el culto en torno al realizador (que puede generar un abuso de poder), la confusión entre vida profesional y privada (sobre todo durante rodajes o giras) y un ambiente laboral marcado por fiestas y donde predominan relaciones interpersonales para el ascenso en la carrera. Un terreno fértil para todo tipo de violencia, especialmente contra mujeres y menores de edad.
“Un genio no puede hacer lo que le dé la gana. Está obligado a respetar el código laboral y el código penal, así como un ejecutivo, un albañil o cualquier otra persona”, señala a Artículo14 Erwan Balanant (DEM, centro-derecha), quien de octubre a abril ha sido el ponente de la ambiciosa comisión presidida por Rousseau.
A lo largo de los últimos cinco meses pasaron por la Asamblea de técnicos de sonido, directores de salas de espectáculo a actrices como Juliette Binoche o Virginie Efira (premio Cesar 2023). También la actriz y realizadora Judith Godrèche, que en el festival de Cannes el 2024 subió en la alfombra roja para denunciar la violencia machista y después lo hizo ante la Asamblea -impulsando la creación de la comisión parlamentaria, que decidió ampliar su escopo para otros sectores culturales-.
Recomendaciones
El documento presenta 87 recomendaciones para cambiar la asoladora realidad en los bastidores. De la financiación de proyectos al montaje de una película, pasando por el casting. Las subvenciones estatales estarán condicionadas a un protocolo de prevención y tratamiento de la violencia y el acoso sexual y de género (VHSS, en francés). El casting solo podrá realizarse en horarios laborales y locales profesionales con la presencia de al menos dos personas, además de no ser más permitido solicitar la representación de escenas íntimas o en desnudo.
La presencia de “coordinadores de intimidad” es una de las medidas estrella. Si bien que la figura creada en Estados Unidos sea poco conocida en Francia -el estudio ha encontrado tan solo cinco profesionales en todo el país-, es una tendencia para garantizar el consentimiento en escenas de carácter íntimo o sexual.
El informe va más allá y confiere a los intérpretes el derecho de ver y vetar escenas en el montaje final. ¿Una forma de censura? “Al revés. La libertad artística no puede existir a coste de la integridad de las personas y de las mujeres”, afirma Balanant. “A nadie se le ocurre hacer un accidente de coche sin un coordinador de acrobacias, pues lo mismo, una escena de sexo debatida con un coordinador de intimidad puede ser mucho más eficaz porque se construye escenas conjuntamente y con el consentimiento de los involucrados (actrices y actores)”, defiende el diputado. Para él, este cambio de prácticas es “una palanca para la creatividad”. Aunque al principio puede parecer más costoso -entre 400 a 650 euros brutos al día-, en realidad protegería a las productoras contra malas conductas profesionales que pueden acabar en el tribunal.
De acuerdo con la ecologista Rousseau, lo importante de esta medida es que pueda permitir que “no se eluda bajo ninguna circunstancia el derecho laboral, el penal y la protección de las personas durante el rodaje”.
La comisión ha terminado el mismo mes en que se produjo el juicio de Gérard Depardieu por agresión sexual contra dos profesionales durante el rodaje de una película, y es la señal de que Francia, con la industria cinematográfica más potente de Europa, empieza a mover piezas concretas en la era del #MeToo.