‘Del Revés 2’: Pixar abandona su complejidad y convierte a Riley en títere de sus emociones

El gigante de animación renuncia a la complejidad dramática que un día se convirtió en parte distintiva de su estilo artístico para centrarse en contar historias más universalmente amables

Riley, la joven adolescente protagonista de 'Del Revés 2'

Riley, la joven adolescente protagonista de 'Del Revés 2'

Todos fuimos adolescentes alguna vez, y casi todos lo pasamos mal siéndolo, azotados por una extraordinaria necesidad de ser aceptados y queridos, por las dudas persistentes sobre quiénes éramos y quiénes queríamos ser, y por la tendencia constante a sentirnos humillados y querer desaparecer del mapa. Y eso basta para que resulte fácil conectar con la nueva película de Pixar independientemente de la opinión general que se tenga de ella.

La comedia Del Revés (2015),  recordemos, se introdujo en la cabeza de una niña llamada Riley para observar las interacciones entre Alegría, Tristeza y el resto de emociones que la controlaban, y para constatar cómo Alegría acababa aprendiendo el relevante papel que la tristeza cumple en nuestras vidas a medida que vamos creciendo. Ahora, en Del Revés 2, el mundo de Riley ha dado un vuelco a causa de su repentina en la pubertad y de su inminente ingreso en el instituto, y por el dominio de su mente pugnan emociones nuevas.

'Del revés 2' es la nueva película de Pixar

‘Del revés 2’ es la nueva película de Pixar

El único de esos sentimientos nuevos que realmente importa es Ansiedad, verdadera protagonista de cualquier adolescencia que se precie de serlo; ella quiere lo mejor para Riley, pero está excesivamente preocupada por el futuro de la muchacha y por cualquier posible calamidad que le depare, y podría arruinarle la vida si se le permite tomar las riendas de su mente; su irrupción hace que todos los mecanismos de protección creados por Alegría, diseñados para prevenir a Riley de los malos pensamientos y preservar su autoestima, dejen de funcionar.

Ansiedad, por supuesto, pasa a ser la personalidad dominante en la joven, y es la única de las emociones nuevas que Del Revés 2 se molesta en explorar; ninguna de las otras está especialmente bien definida, pero todas ellas tienen el aspecto idóneo para acabar teniendo una lucrativa segunda vida en forma del tipo de muñequitos que triunfan en las jugueterías. Y tiene sentido considerando el interés que la película demuestra tener a lo largo de su metraje por lo fácilmente empaquetable, ya sean muñecos o las emociones que representan.

Ansiedad

Ansiedad es la única de las emociones nuevas que ‘Del Revés 2’ se molesta en explorar

Pete Docter, que además de uno de los grandes cineastas de Pixar es su director creativo, fue noticia recientemente al declarar que, en su opinión, las películas del estudio “deberían centrarse en hablar de una experiencia común”. Sus palabras fueron entonces interpretadas, con motivo, como una refutación del creciente interés en la diversidad de las historias y los personajes mostrada por la compañía a través de títulos como Coco (2017), Luca (2021) y Red (2022) –que abordó los retos de una joven enfrentada a la pubertad con resultados muy superiores–; al ver Del revés 2, sin embargo, resulta tentador dar por hecho que también significaban el propósito de Pixar de renunciar a la complejidad dramática que un día se convirtió en parte distintiva de su estilo artístico para centrarse en contar historias más universalmente amables y, por tanto, más masivamente comercializables. Más genéricas, si se quiere.

Ni inteligencia ni sentido común

La nueva película, es cierto, es suficientemente madura como para retratar a Ansiedad no como una villana sino como una presencia incapaz de dejar de imaginar todos y cada uno de los posibles escenarios adversos en el futuro de Riley, y para reconocer que, para todo ser humano, avanzar hacia una adultez saludable conlleva equilibrar emociones susceptibles de contradecirse entre sí. Sin embargo, no se toma la molestia de usar esas emociones para dotar a Riley de capacidades como la inteligencia o el sentido común. A lo largo de su metraje, la joven queda convertida alguien expuesta a los bandazos de comportamiento que le imponen los caprichos contrapuestos que pelean dentro de su cabeza, en lugar de alguien que toma las riendas de su tortuoso tránsito a través de la adolescencia. Es más un títere -un muñeco- que un personaje dotado verdadera entidad.

En su empeño por simplificar la experiencia de quienes se enfrentan de repente a la presión y los tumultos provocados por la pubertad, por ejemplo, Del Revés 2 ofrece un retrato de adolescencia que ignora deliberadamente componentes esenciales en la identidad de cualquier persona de la edad de Riley como el despertar del deseo sexual o la mayor o menor dependencia de las redes sociales.

Y asimismo considera innecesario tanto reflejar los cambios físicos derivados de los cambios emocionales como plantearse verdaderamente los efectos derivados de la interacción entre emociones enfrentadas. En realidad, no parece interesarle nada de lo que podría convertir a Riley en una persona compleja o, simplemente, en una individualidad; en lugar de retratar una mente adolescente, prefiere retratar un ideal abstracto capaz de funcionar como representación vaga de todas ellas.

Nada de lo dicho hasta ahora, por supuesto, trata de cuestionar la existencia de una película que intenta ayudar a las personas adolescentes a entenderse mejor a sí mismas y a sentir empatía las unas por las otras, por muy elemental que sea su manera de hacerlo. Y si Del revés 2 acaba contribuyendo a que la parte de su público para la que principalmente ha sido diseñada se ahorre algunos de los efectos más indeseados de la ansiedad –preocupaciones inútiles, ataques de pánico, mucha terapia– a lo largo de los 30 años posteriores de sus vidas, puede considerarse un éxito significativo.

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