Desde tiempos inmemoriales, las naciones de España e Inglaterra han sido protagonistas de una rivalidad que ha dejado una huella profunda en la historia de Europa y del mundo. Esta contienda no es meramente el producto de diferencias culturales o geográficas, sino que se ha forjado a lo largo de siglos de enfrentamientos políticos, económicos y militares. A continuación, a raíz de la próxima final de la Eurocopa 2024, rememoramos la vieja rivalidad entre España e Inglaterra. Un conflicto que definió a todo un continente.
El origen de la rivalidad entre España e Inglaterra se remonta al siglo XVI
La rivalidad entre España e Inglaterra tiene sus raíces en el siglo XVI, durante la época de la expansión colonial y la consolidación de los grandes imperios europeos. Uno de los primeros y más significativos enfrentamientos se dio en el contexto de las exploraciones y conquistas en el Nuevo Mundo. La competencia por el dominio de territorios y rutas comerciales fue feroz.
El ascenso de España como la principal potencia mundial bajo el reinado de los Reyes Católicos y, posteriormente, de Carlos I y Felipe II, sentó las bases para un conflicto inevitable con Inglaterra. Durante este período, España se convirtió en una superpotencia global. Controlaba vastos territorios en América, Asia y Europa. Inglaterra, bajo el reinado de Isabel I, buscaba también expandir su influencia y asegurar su propio imperio.
Uno de los episodios más emblemáticos de esta temprana rivalidad fue la intervención inglesa en los Países Bajos. En el contexto de las Guerras de Religión y la rebelión holandesa contra el dominio español, Isabel I apoyó a los rebeldes protestantes. Eso exacerbó las tensiones con Felipe II. Este conflicto culminó en la famosa expedición de la Armada Invencible en 1588. Felipe II envió una poderosa flota para invadir Inglaterra. Sin embargo, los ingleses, aprovechando su superioridad en la navegación y la fortuna de condiciones climáticas adversas para los españoles, lograron una victoria decisiva. Este evento marcó un punto de inflexión en la historia militar, y también consolidó la imagen de Inglaterra como una potencia marítima imbatible.
Una rivalidad religiosa y otros conflictos dinásticos
La rivalidad entre España e Inglaterra también estuvo profundamente influenciada por las diferencias religiosas. Mientras que España se mantenía como el bastión del catolicismo, Inglaterra, tras la Reforma Anglicana iniciada por Enrique VIII, adoptó el protestantismo. Esta disparidad religiosa alimentó aún más los conflictos entre ambas naciones.
Durante el siglo XVII, la Guerra de los Treinta Años y la política matrimonial europea también jugaron un papel crucial. La dinastía de los Habsburgo, a la que pertenecía la monarquía española, se encontraba en constante pugna con las potencias protestantes, entre ellas Inglaterra. Los intentos de alianzas matrimoniales, como el fallido matrimonio entre el príncipe Carlos de Inglaterra y la infanta María Ana de España, ejemplifican los esfuerzos por controlar el equilibrio de poder en Europa.
Siglo XVIII: La era de las grandes guerras
El siglo XVIII fue testigo de un periodo de intensa confrontación entre España e Inglaterra, enmarcado en las llamadas Guerras de Sucesión y las Guerras Coloniales. La Guerra de Sucesión Española (1701-1714) fue uno de los conflictos más significativos, con Inglaterra apoyando al archiduque Carlos de Austria contra Felipe V, nieto de Luis XIV de Francia y aspirante al trono español. Este conflicto determinó la sucesión en nuestro país, pero también alteró el equilibrio de poder en Europa, con Inglaterra consolidándose como una potencia naval dominante.
Durante el mismo siglo, la lucha por el control de los territorios coloniales en América y Asia se intensificó. La Guerra de los Siete Años (1756-1763) fue un enfrentamiento global en el que España e Inglaterra se encontraron nuevamente en bandos opuestos. El resultado de esta guerra favoreció a Inglaterra, que logró consolidar su control sobre importantes territorios coloniales, debilitando así la posición de España en el Nuevo Mundo.
El auge de Napoleón Bonaparte y el declive del Imperio Español
El siglo XIX trajo consigo nuevos desafíos y reconfiguraciones en la rivalidad entre España e Inglaterra. Las Guerras Napoleónicas jugaron un papel crucial en este contexto. España, inicialmente aliada de Francia, se vio invadida por las tropas napoleónicas, lo que llevó a la Guerra de la Independencia Española (1808-1814). Inglaterra, viendo una oportunidad para debilitar a su enemigo común, apoyó a los españoles con la expedición liderada por el duque de Wellington. Esta colaboración temporal, sin embargo, no eliminó las rivalidades latentes.
Tras las Guerras Napoleónicas, España tuvo que lidiar con el declive de su imperio colonial. Las guerras de independencia en América Latina, muchas veces apoyadas por Inglaterra tanto de manera directa como indirecta, resultaron en la pérdida de la mayoría de los territorios americanos de España. Inglaterra, por su parte, continuó expandiendo su imperio, convirtiéndose en la principal potencia mundial.