Exposición 'Entierro de una sardina'

David Martín, fotógrafo: “Esta obra es un guiño a la vida y a la muerte”

La exposición del fotógrafo representa una celebración pagana, que tiene tintes carnavalescos y que ayuda también a ver cómo afrontar la muerte de una manera jocosa y divertida

El fotógrafo David Martín en la inauguración de su exposición fotográfica Franco Navarro

La pregunta sobre la muerte y la exploración de sus consecuencias ha sido siempre una de las grandes preguntas del arte. Lo es también para el fotógrafo David Martín, que en su exposición Entierro de una sardina, que se inauguró el viernes 21 de febrero en el Centro Cultural Emilia Pardo Bazán, explora el tema de la trascendencia a través de una mirada irónica.

Entierro de una sardina es una celebración llena de simbolismo y sátira que marca el cierre del Carnaval y da paso a la Cuaresma o momento de reflexión que llama a convertirnos y volver a Dios. Artículo14 ha hablado con David Martín, quien ha explorado temas más personales en su obra, que se distinguen por su habilidad para combinar la documentación de eventos tradicionales con una profunda sensibilidad artística, ofreciendo así al público una visión renovada de las costumbres y emociones humanas a través de la fotografía.

Exposición fotográfica de “Entierro de Una Sardina ” Franco Navarro

“La inspiración para mi fotografía nace de los viajes, de viajar y descubrir cómo hay diferentes formas de entender la realidad, ni mejores ni peores, y pensé que las celebraciones eran una forma de conocer la cultura de los países. La exposición muestra la forma de celebrar en las diferentes partes del mundo”, explica el fotógrafo en conversación con Artículo14.

La tradición del Entierro de la Sardina es una excepción dentro del calendario cristiano, ya que transforma un acto que normalmente está vinculado al luto en una celebración de la irreverencia. Su origen se remonta al siglo XVIII y, con el tiempo, ha evolucionado en un espectáculo donde la muerte se convierte en objeto de mofa y juego, en un ejercicio colectivo de ironía que reta las normas establecidas. Esta festividad refuerza la idea del Carnaval como un espacio de inversión del orden social, en el que todo es permitido antes de la llegada de la austeridad cuaresmal.

En su exposición, David Martín captura con maestría la energía de este evento, explorando sus contrastes entre lo solemne y lo grotesco. Sus imágenes presentan ataúdes que, “más que encarnar la idea de pérdida, simbolizan el cierre de un ciclo y el renacimiento de una nueva etapa”, comentaba el fotógrafo. A través de su lente, el fotógrafo no solo documenta el desarrollo del desfile, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre la relación entre la muerte, la risa y la identidad cultural.

Ataúdes representativos el inicio de una nueva etapa en “Entierro de una Sardina”. Franco Navarro

Lejos de ser un simple acto de despedida del Carnaval, el Entierro de la Sardina es un ritual de transición que deja en evidencia la capacidad del ser humano para transformar lo fúnebre en festivo, desafiando la solemnidad de la muerte con la vitalidad del humor y la parodia. Es, en esencia, una celebración de la vida en su forma más desenfrenada y efímera.

Un guiño a la vida y a la muerte

David Martín reflexiona sobre la elección del nombre de esta exposición fotográfica: “Lo he llamado Entierro de una Sardina porque transmite más la naturalidad y simplicidad que es en sí la celebración, y muestra que somos nosotros, las personas, las que le damos un carácter de celebración más allá: es un juego, un guiño a la vida y a la muerte”, resume el fotógrafo.

Personas vestidas con la indumentaria oficial de los retratos de David Martín. Franco Navarro

Durante la inauguración de la exposición Entierro de una Sardina, David Martín reflexionó acerca de lo que busca con esta muestra, que es ver la muerte como una especie de parodia: “Es una celebración muy española que se ríe de la muerte como el fin del Carnaval y el principio de la cuaresma; es una celebración pagana que nos ayuda a ver cómo se puede afrontar la muerte de una manera jocosa y divertida”, concluye el fotógrafo.

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