Dana ha sido elegida como la palabra del año 2024 por la Fundación del Español Urgente (FundéuRAE), tras imponerse a términos como alucinación, fango, gordofobia, inquiokupa, mena, micropiso, narcolancha, pellet, reduflación, turistificación y woke. El anuncio coincide con su reciente incorporación al Diccionario de la lengua española, cuya actualización fue publicada el pasado 10 de diciembre.
El término dana tiene un origen técnico: se trata de la lexicalización del acrónimo DANA, que significa “depresión aislada en niveles altos”. El diccionario académico lo recoge como un sustantivo común, escrito con minúsculas (la dana, una dana), y lo define como “depresión en niveles altos de la atmósfera, que, aislada de la circulación general atmosférica, se mueve de forma independiente y puede producir grandes perturbaciones con precipitaciones muy intensas”. Aunque también es posible escribirlo como sigla (DANA), su plural correcto en este caso sería las DANA, no las DANAs ni las DANAS. Sin embargo, la grafía con solo mayúscula inicial, Dana, no es apropiada salvo al comienzo de una oración.
Esta palabra, empleada principalmente en España, nació en el ámbito técnico y, con el tiempo, ha ido ganando presencia en los medios de comunicación hasta integrarse en el lenguaje general y, finalmente, en el diccionario académico. En años recientes, han adquirido notoriedad por su frecuencia e intensidad crecientes, especialmente por los graves efectos que han provocado. A finales de octubre de 2024, una dana afectó severamente al este y al sur de la península ibérica, causando inundaciones en municipios como Catarroja, Benetússer y Paiporta, en la Comunidad Valenciana, o Letur, en Castilla-La Mancha. Estas inundaciones dejaron un trágico saldo de más de 200 víctimas mortales, además de numerosos daños materiales que, en muchos casos, aún no han sido resueltos. Este evento no solo marcó la actualidad española, sino que se sumó a otras catástrofes climáticas ocurridas este año en países como Perú, Europa central, Estados Unidos y Brasil.
Interés lingüístico: de acrónimo a sustantivo
El interés lingüístico de dana también ha sido clave para su elección como palabra del año. Este acrónimo sigue generando dudas sobre su escritura, especialmente entre los hablantes que no están familiarizados con su origen técnico. Ya en 2019, dana fue candidata a palabra del año, aunque en aquel momento no logró el reconocimiento final. Sin embargo, el aumento de su frecuencia y relevancia en los medios de comunicación y en el debate público le ha dado este año un peso ineludible.
La Fundación del Español Urgente selecciona cada año su palabra del año a partir de una lista de doce términos. Para ello, valora tanto su impacto en los medios de comunicación como su relevancia en el debate social dentro del mundo hispanohablante. Además, se tienen en cuenta aspectos lingüísticos, como la curiosidad de su formación, su significado o las dudas que pueda plantear su uso. Dana cumplió con creces estos criterios, destacando tanto por su vinculación con un fenómeno climático de alta actualidad como por las cuestiones ortográficas y gramaticales que plantea.
Este reconocimiento no solo subraya la importancia del término dana en el contexto meteorológico y social actual, sino que también pone de manifiesto la capacidad del lenguaje para adaptarse a nuevas realidades y necesidades de expresión. En un año marcado por los estragos del cambio climático, dana se convierte en un recordatorio tanto de la complejidad del entorno natural como de la necesidad de enriquecer y actualizar continuamente nuestro idioma.