Este verano ha habido grandes hitos en la cultura pop. Uno de ellos ha sido el anuncio del nuevo disco y consecuente lanzamiento del primer single de Katy Perry. Pero la sorpresa ha sido, cuando menos, polémica. La canción Woman’s World había despertado ilusiones en el mundo de la música, con una icónica estrella de los 2000 abrazando, en teoría, las nuevas corrientes feministas. Una canción bastante genérica sobre el “empoderamiento femenino”.
Sin embargo, Katy Perry ha conseguido decepcionar tanto a sus fans como a aquellos lejos de su órbita de influencia que estaban dispuestos a darle una oportunidad. Repleto de caricaturescas imágenes pop-pin-up, el vídeo sigue en realidad la estética defendida por la artista desde hace dos décadas. Las críticas son demoledoras: aburrido, vacío de significado, estereotipadamente sexualizado o desfasado con respecto a la forma en que las mujeres se representan a sí mismas en discos y videoclips en esta nueva época.
La propia Katy Perry ha tratado de salir al paso de las críticas publicando un vídeo en su Instagram en el que se defiende insistiendo en que todo era una sátira, “en tono sarcástico y cómico”: “Sexy, segura, inteligente”, comienza el videoclip de una Katy Perry recreando la famosa escena de 1932 Lunch atop a skyscraper, sentada en una viga con un cinturón de bricolaje y apropiándose del look de Naomi Parker Fraley (Naomi la Remchadora) que invitaba a las mujeres a ocupar los puestos de trabajo en las fábricas de los soldados movilizados por la Segunda Guerra Mundial.
Una cosa está clara: Katy Perry ha conseguido volver a centrar el debate cultural una década después de revolucionar el mundo con su por entonces polémico “I kissed a girl and I liked it”. Como menciona Rolling Stone, hubo un periodo, comprendido entre 2008 y 2013, en el que ella, Lady Gaga, Rihanna, Kesha y muchas más se adueñaron del pop y lo revitalizaron, prácticamente compitiendo entre ellas por quién podía presentar el single más salvaje, creativo y alocado tras una época dominada por el hip-hop y los grandes temas del indie-rock mundial.
El mundo (del pop) ha cambiado
El mundo en general, y por tanto el del pop, que no es sino reflejo de “lo popular”, ha cambiado. Pero Katy Perry parece no haberse enterado. La época en la que reinó junto a las otras divas del pop sí que fue realmente un “woman’s world”, un mundo de mujeres. La cascada de singles de Rihanna era en sí misma un despliegue sonoro unipersonal. El Telephone de Lady Gaga, el Rolling in the deep de Adele, el Call me maybe de Carly Rae Jepsen, las virales Tik Tok y We R Who We R de Kesha o Last Friday Night (T.G.I.F.) y Firework de la propia Katy Perry. Y como todas las expresiones de la cultura pop, la de la música es cíclica, y está haciendo su comeback.
Resulta revelador que una de las principales canciones del verano de 2024 sea de nuevo un éxito pop, con buen ritmo y videoclip hiperproducido. Pero no es Woman’s World, sino Espresso, de Sabrina Carpenter. La canción de Carpenter demuestra, ante todo, un cambio generacional: el mundo del pop ha cambiado de manos, y para seguir siendo relevante no se puede hacer lo mismo que hace dos décadas, ni abrazar de forma vulgar “lo nuevo”.
Lo cierto es que Woman’s World, publicado el 11 de julio, debutó en el puesto número 58 de la lista global de Spotify con 2,2 millones de reproducciones en su primer día y no logró entrar en el top 100 ni en Estados Unidos ni en Reino Unido. Estamos hablando de Katy Perry; es una debacle. Los comentarios la atacan: mientras ella trata de apropiarse de los clichés que la reducen (siendo justos, lo consigue), cae en esos mismos estereotipos.
La artista bebe “whisky para mujeres”, muestra juguetes eróticos, usa herramientas cubiertas de brillantes (martillos para mujeres, taladros para mujeres) e incluso usa un urinario de pared, porque las mujeres quieren imitar todo lo que hacen los hombres, sienten envidia de su pene.
Su controvertida oda al feminismo incluye un primer plano de sus pechos en movimiento y tapados por un pequeño biquini con la bandera estadounidense. Según la artista, todo esto es una parodia de los clichés y estereotipos creados por los hombres en torno al feminismo, del mismo modo que las escenas apocalípticas de la segunda parte del vídeo reflejarían el miedo de los hombres a un mundo donde haya más mujeres con poder.
Mujeres sin depilar, amigas maquillándose en el coche mientras conducen destrozando la ciudad, llaveros con forma de ovarios, una mujer embarazada acariciándose la tripa en mitad de la calle, la propia Katy Perry enchufándose gasolina en las nalgas para poder seguir siendo “femenine divine” o atravesando y destrozando un hogar en el que una mujer cocina tranquilamente… Las imágenes del videoclip son tan chocantes como desesperadamente humillantes.
Lo que resulta realmente increíble de este conjunto de imágenes, con las que Perry nunca se compromete del todo como sátira, es que así no es como debería sentirse nunca el feminismo. La artista confesó a Apple Music que su decisión de centrarse en este tema (el de mujeres ocupando espacios tradicionalmente masculinos) se debe a su maternidad: “Esta es la primera contribución que he dado desde que me convertí en madre y desde que me siento realmente conectada con mi divinidad femenina”.
Pero conectar con “lo divino femenino” no significa cooptar espacios tradicionalmente masculinos; lo ideal es celebrar las alegrías únicas de la feminidad. El feminismo no consiste en demostrar que podemos hacer todo lo que hacen los hombres; hoy en día, el camino hacia el empoderamiento de la mujer no debería centrarse en los hombres. Muchas mujeres beben whisky y saben manejar herramientas eléctricas, pero ese no es ni siquiera el meollo de la cuestión. Se trata de un intento genérico de feminismo, como la punta del iceberg, y el resultado es que Katy Perry no dice nada sustancial.