La figura del renombrado novelista estadounidense Cormac McCarthy, fallecido en 2023 a los 89 años, se enfrenta a un polémico redescubrimiento. Augusta Britt, quien ahora tiene 64 años, reveló recientemente a Vanity Fair que mantuvo una relación con McCarthy cuando ella tenía solo 16 años y él, 42. Este vínculo, según Britt, influyó profundamente en algunas de las obras más icónicas del autor, incluidas Meridiano de sangre y No es país para viejos.
El autor de La carretera concedió muy pocas entrevistas, por lo que se sabe poco de su vida privada, salvo que se casó tres veces y vivió en España y Texas antes de establecerse en Nuevo México. Sin embargo, gracias a las revelaciones de Britt se conoce ahora que la relación comenzó en 1976, en un motel de Tucson, Arizona. Ella, una niña de acogida que se sentía tan insegura en casa que a menudo llevaba una pistola y utilizaba la zona de la piscina del motel donde él se alojaba para ducharse, reconoció a McCarthy por la foto de su novela El guardián del vergel. Según relata, el encuentro derivó rápidamente en una relación romántica que duró varios años y en la que ella se convirtió en lo que algunos ahora llaman la “musa secreta” del autor.
Una relación rodeada de tensiones legales
Britt asegura que su relación con McCarthy los colocó en una posición precaria frente a las autoridades. El escritor temía ser procesado por violación legal o por infringir la Ley Mann, que prohíbe el transporte de menores para fines sexuales. Aunque no hay evidencia de investigaciones federales o estatales al respecto, Britt sostiene que en un momento tuvieron que eludir a la policía.
En 1977, McCarthy convenció a Britt de huir con él a México, viaje que, según ella, inspiró los paisajes y narrativas de Meridiano de sangre. Britt describe esta etapa como un periodo de salvación personal, pero también de complicaciones emocionales. “Lo amaba. Él era mi seguridad”, afirmó en la entrevista.
Influencia en la obra de McCarthy
Vincenzo Barney, periodista de Vanity Fair que investigó el caso, considera que Britt dejó una huella tangible en las obras de McCarthy. En No es país para viejos, por ejemplo, el personaje de Llewelyn Moss se separa de su esposa, quien tenía 16 años cuando se casaron. Esta dinámica, según Barney, refleja elementos de la relación del autor con Britt.
McCarthy, conocido por su carácter reservado, nunca abordó públicamente esta etapa de su vida. Sin embargo, Britt asegura que él le pidió matrimonio en dos ocasiones, aunque finalmente nunca se concretó. La relación terminó en 1981, cuando McCarthy recibió la beca MacArthur, y Britt decidió no regresar después de visitar a su familia.
Tras casi medio siglo guardando silencio, Britt decidió hacer públicas sus memorias antes de la apertura de los archivos de McCarthy en la Universidad Estatal de Texas, donde podrían revelarse cartas que evidencien su relación. “Me siento desleal a Cormac”, confesó, pero también afirmó que él la había preparado para este momento, advirtiéndole que sus secretos saldrían a la luz.
La reputación póstuma
La revelación ha generado un intenso debate sobre el legado del autor. Si bien McCarthy es celebrado por su magistral narrativa y estilo literario, las nuevas acusaciones cuestionan su ética personal, siendo cancelado por gran parte de sus lectores. En un momento donde el escrutinio sobre figuras públicas está en su punto álgido, estas revelaciones plantean preguntas sobre cómo debemos abordar la obra de artistas cuyas vidas privadas están marcadas por comportamientos cuestionables.
La polémica también resalta las dinámicas de poder inherentes a las relaciones con amplia disparidad de edad, especialmente cuando una de las partes es una menor. En un contexto literario, añade una capa de complejidad al análisis de las obras de McCarthy, que a menudo exploran la violencia, el control y las relaciones humanas en sus formas más crudas.
Por ahora, la narrativa de Britt y la apertura de los archivos del autor prometen arrojar más luz sobre esta controvertida relación y, posiblemente, sobre aspectos inéditos de su vida y obra. Gonzales, biógrafo de McCarthy y amigo desde hace mucho tiempo, reveló a The New York Times que él y otras personas que conocían la relación guardaron silencio por respeto al deseo de privacidad del autor y para proteger su reputación.
“Todo el mundo sabía de Augusta, pero todos la conocían como un secreto”, dijo. “Como se conocieron cuando ella era muy joven, era una niña maltratada, era una fugitiva, y Cormac tenía más de 40 años, era una situación que en muchos sentidos se vería mal”.