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‘Cónclave’: todo lo que está mal en el proceso de selección del nuevo Papa

Con Ralph Fiennes en el papel protagonista, 'Cónclave', un thriller americano-británico de Edward Berger, cuenta la historia que se esconde tras la elección de un Papa. Tras llevarse un Globo de Oro y varias nominaciones al Oscar y con la salud del Papa Francisco en el foco mundial, analizamos sus fallos

Fotograma de la película 'Cónclave', dirigida por Edward Berger y escrita por Peter Straughan
Fotograma de la película 'Cónclave', dirigida por Edward Berger y escrita por Peter Straughan

“Nuestra fe es algo vivo precisamente porque camina de la mano de la duda. Si solo existiera certeza y no duda, no habría misterio. Y, por lo tanto, no habría necesidad de fe. Oremos para que Dios nos conceda un Papa que dude. Y que nos conceda un Papa que peque, pida perdón y siga adelante”. Esta es una de las citas clave de Cónclave, largometraje que atesora ocho nominaciones a los Premios Oscar y competirá en la categoría de mejor película frente a títulos como The Brutalist, Emilia Pérez y La sustancia. Y esta cita es, quizá, el mayor pecado de la cinta. Un pecado contra la fe: la duda, o más bien la cultura de la incertidumbre, es el vicio que destruye la virtud de la fe. La fe, por el contrario, se aviva con preguntas.

Así, si bien la película Cónclave, dirigida por Edward Berger y basada en la novela homónima de Robert Harris, se presenta como un thriller que explora las intrigas y políticas internas del Vaticano durante la elección de un nuevo Papa, falla en su base. Aunque la película ha sido elogiada por su trama envolvente y actuaciones destacadas, especialmente la de Ralph Fiennes en el papel del cardenal Lawrence, existen discrepancias entre la representación cinematográfica y el auténtico proceso de elección papal, un rito sagrado guiado por el Espíritu Santo según la doctrina católica.

Fotograma de la película 'Cónclave'

Fotograma de la película ‘Cónclave’

El verdadero proceso del cónclave

El cónclave es la asamblea en la que el Colegio Cardenalicio se reúne para elegir al nuevo Sumo Pontífice. Este procedimiento ha evolucionado a lo largo de los siglos, estableciéndose formalmente en 1274 durante el Concilio de Lyon, cuando el Papa Gregorio X promulgó la bula Ubi periculum, que instauró el encierro de los cardenales “bajo llave” (en latín, cum clave) hasta la elección de un nuevo Papa.

Actualmente, el cónclave se celebra en la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico en la Ciudad del Vaticano. Los cardenales electores, aquellos menores de 80 años, se aíslan del mundo exterior para dedicar tiempo a la oración y deliberación, buscando discernir la voluntad divina en su elección. Se requiere una mayoría de dos tercios para que un candidato sea elegido como nuevo Papa.

Discrepancias en la representación cinematográfica

Aunque Cónclave ofrece una narrativa intrigante, se identifican varias inexactitudes en su representación del proceso de elección papal:

  1. Intrigas políticas y corrupción: La película retrata a los cardenales involucrados en maniobras políticas, corrupción y escándalos personales. Por ejemplo, se muestra al cardenal Tremblay comprando votos para asegurar su elección, al cardenal Adeyemi enfrentando revelaciones sobre una relación pasada, y al cardenal Lawrence lidiando con ambiciones personales. En contraste, el verdadero cónclave es concebido como un acto profundamente espiritual, donde los cardenales, guiados por la oración, buscan discernir la voluntad del Espíritu Santo, alejados de influencias externas y ambiciones personales.
  2. Enfoque en la duda y la crisis de fe: El personaje del cardenal Lawrence es presentado enfrentando una crisis de fe y promoviendo una “cultura de la incertidumbre” en su homilía previa al cónclave. Si bien es natural que los individuos enfrenten dudas, la doctrina católica enfatiza la fe y la confianza en la guía divina durante el cónclave, considerando la duda persistente como contraria a la virtud de la fe.
  3. Ausencia de elementos litúrgicos esenciales: La película omite la representación de la misa solemne que precede al cónclave, un componente crucial donde los cardenales invocan la guía del Espíritu Santo en su deliberación. Además, aunque se muestra a los cardenales emitiendo sus votos, no se enfatiza la solemnidad y el compromiso espiritual inherente a este acto, donde cada cardenal jura elegir al candidato que, en su juicio, es digno ante Dios.
  4. “A puerta cerrada”: Mientras se produce el cónclave, los cardenales no mantienen ningún tipo de contacto con el exterior, dato que en la película es ignorado deliberadamente.
Ralph Fiennes interpreta al Cardenal Lawrence en la película 'Cónclave'

Ralph Fiennes interpreta al Cardenal Lawrence en la película ‘Cónclave’

Importancia de la precisión en la representación

La elección de un nuevo Papa es un evento de profunda significación espiritual para más de mil millones de católicos en todo el mundo. Representaciones inexactas pueden generar malentendidos sobre la naturaleza sagrada y el propósito del cónclave. Si bien el cine tiene la libertad de explorar narrativas ficticias, es esencial distinguir entre la dramatización y la realidad, especialmente en temas que tocan aspectos fundamentales de la fe y la práctica religiosa.

Es muy significativo que la película no muestre la importantísima misa de inicio del cónclave en la Basílica de San Pedro. Además, como señalaría cualquier liturgista, la prenda roja que llevan los cardenales es una prenda litúrgica, no una prenda de identidad: no la exhiben ni pasan horas con ella. En tercer lugar, aunque la cámara se toma el tiempo de filmar a cada votante susurrando unas palabras en latín antes de depositar la papeleta en la urna, no queda claro que se trata de una oración solemne por la que el votante compromete la salvación de su alma en la elección que haga del futuro Papa.

Puede que la película quiera utilizar las intrigas palaciegas de la institución eclesiástica como metáfora política, con un bando de cardenales progresistas, dispuestos a avanzar en los valores de la diversidad y la tolerancia, y con otro definitivamente reaccionario, próximo a esa extrema derecha que nunca votaría a un Papa africano. Pero se olvida de que no es una cuestión política, sino una cuestión divina.

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