Han pasado siete meses desde que El País publicó varios reportajes en los que recogía declaraciones de seis mujeres que relataban las agresiones sexuales que habían sufrido a manos del cineasta Carlos Vermut. Este 18 de septiembre, el director ha roto su silencio en un comunicado a través de su bufete de abogados.
En el mismo asegura que denunciará al diario por “injurias y calumnias”. Su denuncia irá contra la directora del periódico, Pepa Bueno, y contra los periodistas Gregorio Belinchón, Ana Marcos y Elena Reina, encargados de publicar los citados reportajes.
Concretamente, en el escrito de su abogada se recoge que realizará “cuantas acciones judiciales puedan asistirle conforme a Derecho contra quienes han proferido y/o publicado tan graves difamaciones y calumnias”.
En este comunicado, Vermut defiende su inocencia: “Primero y, ante todo, quiero dejar claro que todas las relaciones sexuales y prácticas en las que he participado a lo largo de mi vida han sido siempre consentidas. Nunca he obligado a nadie a hacer algo en contra de su voluntad ni he utilizado mi posición laboral de manera coercitiva. Siempre he procurado, en cada una de mis relaciones sexuales y sentimentales, construir un ambiente de complicidad y confianza. Por ello, lamento sinceramente si algunas personas no encontraron en mí la persona con la que compartir plenamente sus sentimientos”.
El escrito continúa: “Quiero dejar claro que siempre he estado y seguiré estando disponible para escuchar y dialogar con cualquier persona que desee resolver cualquier problema de manera cercana y personal”.
“Ninguna denuncia hasta la fecha”
Así mismo, ha explicado que estas acusaciones le han afectado profundamente en su terreno personal y profesional: “Actualmente, sigo atravesando un proceso de recuperación emocional y económica. He necesitado tiempo para asimilar la situación y encontrar la manera de explicármela a mí mismo antes de poder explicársela a los demás. Considero que este tiempo ha sido fundamental para abordar el asunto con la calma y serenidad necesarias, permitiéndome desarrollar una respuesta legal y mediática sólida frente a las gravísimas acusaciones publicadas por El País”.
Defiende su inocencia asegurando que en estos meses aún no se ha presentado ninguna denuncia contra él ni hay ninguna investigación en curso. “Este tiempo también ha servido para evidenciar que, a pesar de la gravedad de las acusaciones publicadas por ese periódico, hasta la fecha no se ha formalizado ninguna denuncia ni se ha iniciado ninguna investigación en mi contra”.
El cineasta también ha comentado en su comunicado que estuvo en contacto con El País. Sin embargo, denuncia que no conocía “todos los detalles” por lo que no pudo contestar a “los testimonios completos”.
“Durante nuestras conversaciones, que se extendieron por más de media hora y a las que accedí de buena fe, negué de manera rotunda las acusaciones en mi contra, manteniendo siempre una actitud respetuosa y sin mostrar la arrogancia con la que luego fui retratado. Por ello, no puedo ocultar la profunda decepción que me ha causado la actitud de Gregorio Belinchón, uno de los periodistas responsables del artículo. Lo consideraba una persona de confianza, alguien con quien creí que podría matizar mis palabras sin temor a que fueran manipuladas y sacadas de contexto para ofrecer al lector una imagen distorsionada de mí”.
El escrito finaliza dejando la puerta abierta a acabar con su carrera cinematográfica. “Hay aspectos de mi vida personal que valoro mucho más que el cine y que, ahora más que nunca, deseo proteger y cuidar. Asumo la posibilidad de tener que abandonar mi carrera si todas las puertas se cierran, pero si eso sucede, quiero hacerlo con la tranquilidad de haberme despedido con dignidad. Muchas gracias por vuestro tiempo”.
Las denuncias
En cuanto a las denuncias, una de las mujeres describe que Vermut “la inmovilizó, la estranguló y la forzó a tener sexo, recuerda mostrar una oposición no solo verbal sino también física”, y explica que trató de zafarse con patadas”, indica el diario.
La segunda, aspirante a directora, describe cómo el cineasta se lanzó sobre ella para besarla y tocarle los pechos sin su consentimiento y cómo él le arrancó el sujetador.
La tercera, que trabajaba para él y a quien había prometido, según su versión, un empleo mejor, describe un episodio en el que fue encerrada en su casa después de recibir durante meses un “trato denigrante, tanto verbal como físico”, y un nivel de violencia que no consintió en las relaciones sexuales que mantuvieron.