Bonnard: Martin Provost pone en el foco a la musa del pintor

Bonnard: Tan rotundo como titular la película con el apellido del pintor y tan radical como retratar al artista francés desde el revolucionario enfoque de la musa, la enigmática Marthe de Meligny, como se hacía llamar

Este fin de semana se estrena en cines la decimosegunda película de Martin Provost, con los míticos Vincent Macaigne y Cecile de France como protagonistas. Refinada, romántica, cromática y reveladora. Martin Provost lleva a la pantalla la vida de Pierre Bonnard, a través del retrato de su musa: Marthe. Bonnard se sitúa a finales del siglo XIX y principios del XX, un periodo crucial para el arte moderno. El pintor, miembro del grupo postimpresionista “Les Nabis”, desarrolla su estilo distintivo durante esta época de cambio artístico. La película refleja el espíritu de innovación y desafío a las convenciones tradicionales que caracteriza a Bonnard y sus contemporáneos, pero sobre todo profundiza en la relación compleja entre Pierre y su esposa Marthe. Su personalidad enigmática y su salud mental juegan un papel crucial en la vida y obra de Bonnard, así como la mujer -en el sentido conceptual-, abarca toda la filmografía de Provost.

Más allá de la carrera artística de Pierre Bonnard, en la película conocemos más sobre su relación con Marthe, la forma de vida que llevaron, ¿qué le llevó a contarnos esto?

Hace 15 años yo hice una película llamada Séraphine, una pintora totalmente desconocida en Francia, hizo unas cosas maravillosas, y en ese momento, cuando se estrenaba la película, vino a verme una mujer, la sobrina nieta de Marthe Bonnard o Marthe de Meligny, y me dijo: “oye, me gustaría mucho que hicieras una película sobre mi tía abuela”. Yo conocía la historia de Marthe, pero no me apetecía nada hacer otra película sobre una pintora y además pensé: “Pierre Bonnard no me necesita”, yo quería hacer otra película sobre una mujer más bien en la sombra, Violette Leduc, y dije que no. Pasó el tiempo, llegó el confinamiento con el covid, y yo vivo muy cerca, a 10-15 minutos de la casa donde vivieron Marthe y Pierre, esa casa que está al lado del Sena, o sea, vivo en los paisajes en los que vivieron ellos, los comparto. Con el confinamiento, hubo una primavera maravillosa, abría la ventana, veía el jardín, empezaba a florecer, los pájaros, todo… y no sé por qué empecé a pensar en Bonnard y en Marthe, y cogí un libro de pintura, lo abrí, y encontré un cuadro y empecé a fijarme en el rostro de Marthe, nunca me había fijado en eso, era como si el rostro nunca estaba realmente acabado, los ojos, todo… era como si Bonnard buscara quien era Marthe a través de cada una de esas pinturas. No sé si él supo realmente en algún momento, antes de casarse con ella, quien era Marthe. De hecho, él nunca supo que Marthe tenía familia, tenía una hermana y sobrinas. Es como que esa mentira, digamos, aportó algo a los cuadros de Bonnard. Pensé: de acuerdo, vamos a intentar hacer una película. Luego Marthe solo pintó unas 80 obras nada más, empezaba a pintar, pero también creo que dio todo lo que tenía a Pierre.

Marthe parece una mujer poderosa, independiente y decidida, pero en algunos momentos de la película vemos a una mujer más laxa y abnegada. ¿Qué le interesa de este personaje histórico?

Lo que me interesó de Marthe fue el transfuguismo de clase social. Ella vivía en un medio extremadamente modesto, vivían en la miseria las tres: su madre, su hermana y ella. Y sale adelante gracias a una poderosísima inteligencia, en una época en la que eso era casi imposible, eso no se veía. Miente sobre su edad, para empezar, dice que tiene 16 cuando tiene 23, Pierre tenía 19, dice ser más joven que él; miente sobre su nombre, dice llamarse Marthe Solange cuando se llama Maria Boursin, se cree incluso que era prostituta, no hay nada seguro. Pero, ¿qué hace? inicia a Pierre al amor, al amor sexual, y ella decide tener otra vida, la vida que ella escoge. No sé si se enamoró de Pierre o no, pero lo que sí está claro es que Pierre era su tabla de salvación, era así como podía salir de donde estaba. Era una necesidad absoluta para Marthe la relación con Pierre, como puede existir la necesidad de crear una película, de pintar, de escribir. Claro, nada le afecta a Marthe, está claro: la familia, los amigos de Pierre son muy conscientes de que ella no es de esa clase, y con tal de tener esa vida que ella quiere, no casarse, no tener hijos, ahora bien, si Pierre la dejaba, sin hijos, ella se encontraba en la calle, no tenía absolutamente ningún recurso. En la época, las clases sociales no se mezclaban para nada. Es un recorrido increíble lo que hace Marthe, claro que tiene celos y que monta números, tiene toda la razón, desde luego, pero lo que yo quería era mostrar como esta mujer, como muchas mujeres en la sombra -y también hombres, por ejemplo, el marido de Virginia Woolf-, de las que nunca se habla. Estos cónyuges son parte de la creación de la obra, porque ellos dan algo de sí mismos a esa obra.

Su filmografía está protagonizada por mujeres. Esto, ¿es circunstancial o de manera intencionada se propone poner a la mujer en el centro de su obra para reivindicar su rol?

Las dos cosas a la vez. La verdad es que no me daba cuenta de esto hasta hace no mucho tiempo. Una periodista me dijo: “Martin, yo creo que lo que usted está haciendo podría definirse como obra, dado que tiene un sentido y un hilo continuo entre todas sus películas”. A mí, personalmente la palabra “obra” me parece un poco pretenciosa, pero me obligó a pensar y lo entendí, efectivamente el hilo conductor es la mujer. Yo pienso que se lo debo a mi madre, tengo una madre muy invasora, pero maravillosa también, fantástica. Una artista que no llegó a realizar todo su potencial. Yo tengo la sensación de que me pasó la antorcha y yo tengo esa antorcha, mi madre siempre me protegía, yo era un niño muy frágil, tuve una infancia muy complicada y una adolescencia peor. Cuando me zambullí en este mundo, no tenía la menor idea de que hacer películas iba a ser tan difícil, pero no estoy descontento hasta ahora. Mi madre tiene 92 años, vive aquí al lado, cada día voy a verla, somos vecinos. Cuando echo la vista atrás, puedo decir que fue el impulso, ella me inculcó la necesidad y también el valor de, siendo hombre, atravesar la vida de mujeres.

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