‘Back to Black’ explota a Amy Winehouse en lugar de celebrarla

La vida de la joven londinense que llevó el espíritu del R&B a lo más alto de las listas de ventas se resume en los lugares comunes de un biopic tradicional de música: ascenso meteórico, fama, dinero, excesos, corazón roto... y tragedia

Marisa Abela como Amy Winehouse en 'Back to Black'
Marisa Abela como Amy Winehouse en 'Back to Black'

El mundo no se portó bien con Amy Winehouse. Fue una cantante de talento apabullante pero también una mujer azotada tanto por la bulimia como por la adicción al alcohol y las drogas, y los paparazzi detallaron los pormenores de su declive en tiempo real, acosándola sin descanso como se persigue a un roedor y publicando tantas imágenes como pudieron en las que apareciera sucia y manchada de sangre, o deambulando por las calles colocada, o directamente colocándose. Con su segundo álbum, Back to Black (2006), Amy Winehouse vendió millones de copias, ganó numerosos premios y pareció destinada a convertirse en leyenda viva de la música. En lugar de eso murió cinco años después, a los 27, sola en su apartamento e intoxicada de vodka.

En parte porque su tragedia no solo fue ampliamente documentada en su día sino que también fue analizada al detalle en 2015 a través del oscarizado documental Amy, los productores del biopic que ahora se estrena en España llevan meses siendo objeto de la ira de los fans de la cantante, que no necesitaron ver la película para dar por hecho que responde exactamente al mismo afán sensacionalista y sádico que en su día estimuló la obsesión de los tabloides.

No se equivocaban: Back to Black ni presta suficiente atención al genio artístico de Amy Winehouse ni intenta comprender las dificultades que lidiar a la vez con la adicción y el escrutinio público conlleva; peor aún, se muestra sorprendentemente indulgente con algunos de quienes estuvieron involucrados en la vida de Winehouse y contribuyeron a su muerte por acción u omisión, y como consecuencia de ello termina señalándola a ella como la principal responsable de su propia caída.

Amy Winehouse

Amy Winehouse, en uno de sus últimos conciertos

Para recrear su historia, la película se centra en las dinámicas familiares y amorosas que más impacto tuvieron en ella, en concreto sus relaciones con su abuela Cynthia, su padre y, sobre todo, su exmarido Blake Fielder-Civil. En cambio, convierte a sus colaboradores artísticos más notables -entre quienes destacaron Mark Ronson y Salaam Remi– en meras notas a pie de página, básicamente porque no tiene un interés real en su proceso creativo o sus fuentes de inspiración creativa; en ese sentido, se contenta con recordarnos periódicamente que, sí, Amy Winehouse hacía música.

La prensa, exonerada

Entretanto, la versión cinematográfica de la cantante permanece aislada del bombardeo mediático que rodeó a la versión real. La directora Sam Taylor-Johnson se resiste a retratar a su protagonista como una persona pública, porque lo contrario requeriría abordar el trato abusivo que sufrió de los medios y dejar claro hasta qué punto su trauma fue convertido en un chiste tanto para ellos como para el mundo del entretenimiento. A lo largo de Back to Black, las escenas en las que Winehouse es atosigada por los paparazzi o ridiculizada en público son asombrosamente escasas y fugaces. De hecho, la interacción más dramática que tiene con la prensa se produce al final de la película, cuando la mera mención de la hija que Fielder-Civil acaba de tener con su nueva novia es torpemente señalada por Taylor-Johnson como la causa de la recaída de Winehouse y, por tanto, de su muerte.

'Back to black'

La película ‘Back to black’, sobre la vida de Amy Winehouse, llegará a los cines en junio de 2024

Pero quizá el gran problema de Back to Black, decimos, es su representación de los hombres que mayor impacto tuvieron en la vida de la cantante y que, según su tesis, intentaron satisfacer sus necesidades destructivas pero no las fomentaron deliberadamente. En primer lugar, subestima de forma flagrante tanto la contribución de Fielder-Civil al ocaso de Winehouse -él mismo admitió en su día haberla introducido en el mundo del crack y la heroína– como sus obvios intentos de aprovecharse de ella y, en general, lo presenta como un canalla encantador que se encuentra al mismo nivel que la cantante en lo referido al abuso de sustancias; de hecho, la película se esfuerza por dejar claro que ella estaba sola la primera vez que probó las drogas duras.

Asimismo, Back to Black blanquea sin miramientos al padre de la artista, Mitch Winehouse, con quien ella compartía un estrecho vínculo, y en homenaje a quien se tatuó el mensaje “Daddy’s Girl” en el brazo izquierdo. A pesar de que el documental de Kapadia aportó numerosas pruebas que lo señalaban como culpable de obligarla a seguir subiéndose a los escenarios cuando en lugar de eso debería haber recibido asistencia médica, la película lo describe como un padre amoroso comprensiblemente cegado por la fama de su hija y demasiado orgulloso de ella como para percibir el peligro.

Sam Taylor Johnson ha asegurado que la familia de Winehouse -que posee los derechos de uso de su catálogo musical- no intervino de ningún modo en el proceso de producción de Back to Black, como si eso diera una credibilidad añadida al proyecto. Pero, muy al contrario, su afirmación solo sirve para hacer que el empeño de la película por exculpar al padre de la cantante resulte aún más inexplicable, y para resaltar tanto la crueldad con la que acaba tratando a la mujer que dice homenajear como su incapacidad para entender el dolor que determinó los últimos años de su vida. Quien quiera conocer más acerca de este último asunto, siempre puede escuchar las canciones.

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