Furiosa: a Mad Max saga
En un mundo postapocalíptico donde todo ha perdido su valor, los pocos supervivientes se guían por la ley del más fuerte. Sin aprecio por la vida, lo único que despierta un brutal interés es la gasolina, sinónimo de poder y objetivo de bandas armadas hasta los dientes y sin escrúpulos. Así es Furiosa, la nueva película de Mad Max en la que Charlize Theron le pasa el testigo a una inigualable Anya Taylor-Joy.
Es, ante todo, una película feminista. Furiosa es una sucesión de relatos entrelazados que recorren el violento proceso formativo que experimenta su protagonista mientras varios señores de la guerra compiten por hacerse con el control del territorio. Transcurre a lo largo de 15 años durante los que ella es testigo de innumerables horrores, soporta brutales vejaciones y acumula sed de venganza; y para ello maneja con fluidez el lenguaje de las epopeyas, mostrándose airada por la miseria humana pero también dispuesta a dar espacio a la esperanza.
El último verano
Anne (Léa Drucker) es una brillante abogada que vive con su esposo, Pierre, y sus hijas. Cuando gradualmente inicie una apasionada relación con Theo, el hijo de Pierre de un matrimonio anterior, pondrá en peligro su carrera y su vida familiar.
Desde su ópera prima Una chica de verdad (1976), el cine de Catherine Breillat se caracteriza por tratar temas como la sexualidad femenina o el deseo de una manera física, por el interés que tiene en los cuerpos y en su manera de filmarlos. Las escenas íntimas, el sexo crudo y real, marca su cine. El último verano es su propia versión –no es un remake– de la película danesa Reina de corazones (2019), de May el-Toukhy. Sin juicios, sólo reflejos: una exploración del deseo y la sexualidad femenina que derriba tabúes.
Sobre la hierba seca
En una pequeña y remota ciudad de población predominantemente kurda, en algún lugar del este de Turquía, Samet (Deniz Celiloglu) da clases en una escuela de provincias. No es su trabajo soñado, y de hecho quiere que lo trasladen a Estambul lo antes posible. Aun así, el profesor de arte trata a sus alumnos con simpatía, precisamente porque es consciente de que los niños kurdos de Turquía tienen pocas posibilidades de hacer algo con sus vidas. Pero un día, su alumna favorita, Sevim (Ece Bagci), le acusa a él y a su colega y compañero de piso Kenan (Musab Ekici) de comportarse de forma inapropiada con ella y con otra alumna. Acusaciones que podrían significar rápidamente el fin de sus carreras. Al mismo tiempo, Samet conoce a Nuray (Merve Dizdar), una profesora de otra escuela que ha perdido una de sus piernas en un atentado terrorista.