A pesar de no haber contado con una campaña de promoción como es habitual en este tipo de producciones, la película de terror ambientada en el Madrid más castizo de la directora madrileña se colocó el primer fin de semana de su estreno en el top 5 de Prime Amazon España.
Producida por Álex de la Iglesia y Carolina Bang y protagonizada por Leonor Watling, la historia de Anatema narra cómo una joven monja (Juana Rabadán) recibe el encargo de visitar las catacumbas de una de las iglesias más antiguas de Madrid. El arzobispo sospecha que bajo sus interminables túneles se encuentra el Sello de San Simeón, colocado allí por el propio santo eremita con el fin de salvaguardar el mundo de un mal de tiempos pretéritos. Con la ayuda del joven sacerdote Ángel, la novicia Mara, y el exorcista Cuiña, Juana bajará al subsuelo de la ciudad a enfrentarse no sólo a lo sobrenatural, sino también a su pasado.

‘Anatema’, de la directora, guionista, escritora y columnista de Artículo 14 Jimina Sabadú
¿De dónde viene tu vocación de cineasta?
Desde muy muy pequeña. Recuerdo ver un capítulo de Se ha escrito un crimen que transcurría en el set de rodaje de una película de terror. No recuerdo más del capítulo, solo que Fletcher recorría un decorado como de la Warner, me pareció precioso, tardé mucho en saber dé qué iba aquello. Tengo un dibujo de mí dirigiendo de mayor, por algún motivo tengo el pelo rizado.
¿Por qué una película de terror?
Es lo que más me gusta, no creo que haya algo más divertido (ni más difícil) que el terror y la comedia, pero visualmente la comedia a veces es descuidada.
Laura Alvea, Carlota Pereda, Alice Waddington… no sois muchas las directoras que apostáis por el cine de terror en nuestro país. ¿Por qué crees que ocurre esto?
Tradicionalmente a las mujeres se nos ha relegado al mundo de hablar de la intimidad. Ha habido y hay grandes narradoras de lo íntimo, pero para una mujer es muy difícil llegar a dirigir. Ahora mismo hay una subvención para mujeres directoras (lograda por CIMA) y aún así hay productores que te llaman para que te sientes a no dirigir, y todavía se enfadan si intentas hacer tu trabajo. Esto es intolerable y cualquier mujer en esta situación debe plantarse y denunciarlo, ya sea a CIMA, al Ministerio de Trabajo, al ICAA, o un abogado que le inspire confianza.
Dirigir ha sido siempre duro para las mujeres. No me quiero imaginar lo que sufriría Mabel Normand. Sé más o menos lo que han podido pasar mujeres como Isabel Coixet (que merecería un podio después de dirigir la ya lejana Cosas que nunca te dije). Ahora mismo hay muchas mujeres con historias de terror llamando a las puertas de las productoras, pero tampoco hay tanta producción de terror. Espero que por lo menos tengan la oportunidad de que se las escuche, igual que quiero que se me escuche a mí.

Leonor Watling protagoniza ‘Anatema’, la nueva película de Jimina Sabadú
Tu película es la tercera del sello The Fear Collection, productora de Alex de la Iglesia y Carolina Bang. ¿Cómo se fraguó el proyecto y cómo llegaste a Alex de la Iglesia?
Un día me escribió Carolina Bang para preguntarme si tenía algún guion de terror para producir. Les mandé otro que no es Anatema. Uno llamado Los ojos negros, coescrito con Mauro Brussolo (que hace el papel de hermano de Leonor en Anatema) y que pronto reescribiremos.
El guion pasó algunos filtros, pero coincidía con Venus (la de Jaume Balagueró, entonces en postproducción) en algunos elementos y, pese a que no se parecían en nada, no tenía mucho sentido producir Los ojos negros. En ese contexto apareció el guion de Elio Quiroga, con quien yo había tenido un proyecto paralelo que nunca retomamos. A mi me encanta el universo de Elio, y además nos llevamos muy bien. El guion estaba escrito para un contexto económico más boyante, pero me senté a reescribirlo para ajustarme a mucho menos dinero. Y de ahí volvimos a recortar muchas más veces. Y el resultado es Anatema.
Elio Quiroga fue muy generoso. Estoy segura de que la hubiera querido dirigir él (aunque nunca le pregunto), pero me ha apoyado en todo, todo el tiempo. Es difícil encontrar a alguien tan noble en el mundo del cine.

Fotograma de la película ‘Anatema’, de Jimina Sabadú
El concepto de este sello es “generar una serie de películas que revelan un universo de terror más allá del tiempo”. Anatema cumple con este requisito, pero también hay elementos infundidos en la Iglesia local (el arzobispo, el párroco, la congregación de religiosas…). ¿Por qué te pareció interesante inspirarte en la Iglesia Católica?
Elio tiene un universo religioso que ha tocado tanto en novelas (la última, Chiaroscuro), como en películas (ahí están Fotos y No-do), y a mí, por otro lado también me interesa mucho. Quise mostrar un lado mucho más cotidiano de la Iglesia, y que fuera un poco fiel a cómo son las cosas (por ejemplo, los curas en las películas nunca llevan los elementos bien puestos), a cómo son las monjas hoy día. He contado con varios asesores que, a pesar de que hayan encontrado luego errores, su participación desinteresada ha sido importantísima para desarrollar Anatema.
El cura que no tiene vocación de verdad es un perfil muy común, el burócrata ambicioso también (íbamos a hacerlo más tipo Opus Dei, pero finalmente optamos por virarlo hacia el mundo jesuita). También está el sacerdote vocacional (Cuiña, interpretado por Jaime Ordoñez), y el de toda la vida (Ciro).
Yo quería hacer un convento acogedor, los conventos no dan miedo. Es cierto que dentro hay luchas de poder y que son humanas como las que más, pero a mí, el concepto de entrar en un sitio para estar en silencio y escuchar la palabra de Dios me parece maravilloso si la propia convivencia no lo estropea. Quién tuviera esa vocación.