Habla Milena Busquets

“El amor es una putada, pero necesito estar enamorada”

Milena Busquets acaba de publicar su nuevo libro, 'Ensayo general', una recopilación de una treintena de textos cortos de carácter íntimo, reflexivo y autobiográfico

Guiomar Roglán entrevista a Milena Busquets
Guiomar Roglán entrevista a Milena Busquets

A Milena Busquets le ha bastado con ir directa al meollo de la vida y transcribirla de forma libre y espontánea para engancharnos. Busquets es lo más parecido a una estrella del rock en el mundo editorial, con un ligero matiz: no tiene caprichos ni extravagancias de estrella. Sus millones de lectoras en todo el mundo lo saben, y las que no, lo intuyen. En las distancias cortas es donde mejor se desenvuelve.

Les confieso que entrevistar a una amiga de la que lo sabes todo no es fácil; por eso jamás nos planteamos este encuentro como otra promo más. A estas alturas, de Milena Busquets, la escritora, lo habrán leído casi todo. De Milena, en cambio, casi nada. Y créanme que, si la primera engancha, la otra es heroína en vena. La acompañamos en la que, desde hace unos meses, es su nueva rutina: pasear a Kate, una perra Jack Russell que es su nueva compañera piso y de vida. “Nunca he estado más fit en mi vida; me paso el día caminando”, cuenta orgullosa.

–¿En qué momento decides adoptarla?

Coincidió con la marcha de Noé, mi hijo mayor, a Suecia. La típica idea de mujer solitaria que piensa en adoptar un perrito. También era un reto, porque mi madre me había dicho muchas veces que yo no era capaz de tener un perro. Y casi gana; en realidad mi madre siempre gana, porque no ha sido fácil. Kate está como una cabra, cualquier dueño la hubiese devuelto.

Pero Milena, que se desenvuelve mejor con los canallas que con los burgueses, lidió con las perrerías de Kate. “Me ha ensanchado la vida, ha cambiado mi cotidianidad para mejor”, afirma.

–¿Te ayuda a soltar a la escritora?

Absolutamente. Kate me ayuda a recuperarme y a dejar el papel de escritora. La que escribe soy yo, Milena, no la escritora. La escritora sirve para firmar libros, para representar un papel, pero no para escribir, porque me jode las frases, me jode todo. Hay escritores que van de escritores todo el día, su rol es su felicidad. A mí me agota vivir en esa falsedad. Además, creo que en cuanto tu rol ocupa demasiado sitio, dejas de ser válido como creador y ser humano.

El libro 'Ensayo general', de Milena Busquets

El libro ‘Ensayo general’, de Milena Busquets

Milena rehúye de su rol y del mundo editorial. Y no lo hace por rebeldía ni por diferenciarse. Ella devora la vida desde la autenticidad, es radicalmente espontánea. “A mis 52 años sé muy bien lo que tengo que hacer para volver a mí”, confiesa. Y añade: “Es tan simple como estar con la gente que quiero y me quiere, a la que os importa un pito que escriba. Muchos ni me leéis. Mis ex no me leen porque les molesta algunas cosas que digo y no quieren saber de mis aventuras ni desventuras”. Formar parte de su vida es asumir un riesgo: que tus anécdotas trasciendan.

–¿Te han dejado de hablar por escribir sin pedir permiso?

Sí (risas).

Su risa es escandalosa, y se contagia. Seduce, sin pretenderlo, en cada pequeño gesto.

–¿El amor es una putada?

Absolutamente. El amor es una putada, pero necesito estar enamorada.

Aunque luego sea capaz de dejar a un hombre, aun estando enamorada. “Los envío a la porra cada dos por tres, ya lo sabes”, y vuelve a reír. Milena no engaña. Ni en la vida ni en los libros. En el último, Ensayo general, otro éxito editorial, advierte: con los hombres hay que salir corriendo a la primera de cambio, sin vacilar. “La gente se enamora de mí 15 minutos y después me odia toda la vida”, sentencia.

Uno de esos amores protagonizará su próxima novela, que ya ha empezado a escribir. Les adelanto que lo reúne todo para romper esquemas. “Hoy estoy contenta porque se me han ocurrido un par de frases muy buenas”, cuenta.

Guiomar Roglán entrevista a Milena Busquets

Guiomar Roglán entrevista a Milena Busquets

Milena está en una racha creativa: tiene dos libros en marcha, y un blog semanal que ya es metadona para las miles de lectoras que forman parte de su comunidad. “Tenía ganas de escribir, además de que tengo que seguir ganando dinero. Y todo suma. Con los libros una no se hace rica. Hace quince años ya tenía un blog, que es donde aprendí a escribir. Y me apetecía rescatarlo. Es una forma de mantener la mano ágil y me permite escribir con más velocidad y libertad. Es una escritura espontánea, poco pensada, y me divierte poder hablar de camisetas o trajes de baño”, confiesa.

Pasear con Milena es como ir dando saltitos. Intentamos seguir el sonido de los ladridos de Kate, mientras Milena me cuenta fascinada el rodaje de También esto pasará, la novela que en 2014 la convirtió sin quererlo y sin buscarlo en la Taylor Swift de los escritores, con un fenómeno fan inusual en el mundo editorial. Traducida a 33 idiomas, la novela sigue sumando ediciones una década después. “El rodaje ha sido muy bestia, como volver a tener a mi madre delante”, confiesa.

–¿Extraño?

Extrañísimo. No es que estén rodando un texto que has escrito tú, es que otros están encarnando tu vida. Es una línea tan fina entre la realidad y la fantasía. Ha sido una posibilidad de volver atrás, al pasado. Sabes que aquello no es real, pero no deja de haber una sensación muy rara de segunda oportunidad, y yo que soy tan novelera, todo esto me ha atrapado. Además, Susi Sánchez [la actriz que encarna su madre, la editora Esther Tusquets] tiene el mismo temperamento, la misma fuerza y la misma presencia de mi madre. Ha sido muy excitante.

Rodaje de 'También esto pasará'

Rodaje de ‘También esto pasará’, basada en la novela (y en la vida) de Milena Busquets

–¿Contenta con el casting?

Muchísimo. Después del rodaje fuimos a la pizzería de siempre y David Menéndez, el actor que encarna a Enric su primer marido, pidió el mismo plato de pasta que Enric pide desde hace 20 años. Y justo ayer, Marina Salas que hace de Blanca, alter ego de la propia Milena me envió esta foto.

Saca el móvil y me enseña una imagen del rodaje de la película, en la que se ve a la actriz Marina Salas en una barca, abrazada a un niño rubio de pelo rizado. Le digo que el niño es idéntico a su hijo Noé. “¿Verdad?. Pues mira”. Y me enseña otra foto, hecha veinte años antes, en la que Milena aparece junto a su hijo Noé en una composición idéntica: otra barca, pero mismo plano, mismo gesto y misma posición. “Esta foto no la ha visto nadie. ¿Es fuerte o no?”, pregunta emocionada.

–Me ha contado Héctor –su hijo pequeño– que habéis hecho un cameo en la peli…

Sí, y no ha sido fácil. Lo repetimos como siete veces. Vamos andando Héctor y yo por el paseo marítimo buscando un sitio para tomar algo. Parece que está chupado, pero no. Era decir “hola” y “adiós”, pero además tenía que caminar recta, nos miraba todo el mundo… Ahora entiendo la fascinación de la gente por el mundo del cine.

–¿Antes no la entendías?

No (y vuelve a reír). Lo que más me sorprendió fue la energía, la fiebre por crear algo de una forma tan coral. Había tanta gente, tantas luces. En mi caso el proceso de creación es completamente solitario, y surge en paseos como este. Es un mundo muy distinto. Por cierto, todo el mundo es guapísimo en un rodaje.

Y ante tanta fascinación, salió la escritora: la que hace de la sinceridad la marca de la casa. La que cuenta las cosas como las ve, sin filtro, sin miedo a ser juzgada. La que ha hecho del menos es más su identidad. La que ha seducido a millones de lectoras por su espontaneidad, y por ser una de las suyas. La que se encuentra más cómoda compartiendo confidencias con Laura, la camarera, y ahora amiga, del bar en el que nos acabamos de sentar a almorzar, que con sus colegas de profesión. Porque Milena escribe para ser feliz, y ese es el único rol que le importa.

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