Érase una vez el Oeste (American Primeval), ya disponible en Netflix, ha hecho un ejercicio de eficiencia titular al reciclar el título original —tanto en italiano como en inglés— del peliculón de Sergio Leone. Supongo que en España la nomenclatura se quedó libre cuando decidimos llamar Hasta que llegó su hora a la cinta protagonizada por Henry Fonda, Charles Bronson y Claudia Cardinale. Porque en el país de Soñando, soñando, triunfé patinando los encargados de la distribución nunca han necesitado que les sujeten el cubata.
Sin embargo, le pega muchísimo más el original American Primeval, porque retrata una América realmente primigenia. Es una recreación de una colonización fea, roñosa, enfangada y desagradable. Ambientada en Utah en 1857, refleja un momento especialmente conflictivo porque colisionaban los intereses de los colonos mormones, el Gobierno federal, los nativos americanos y los franceses más feos que he visto en la vida.
La miniserie, escrita por Mark L. Smith y dirigida por Peter Berg, funciona como una secuela oculta de El Renacido por dos motivos. El primero es que Smith fue coguionista de la peli que le granjeó a Leo su Oscar. El segundo, que comparten un protagonista: Jim Bridger, uno de los exploradores que da por muerto a Hugh Glass, estaba interpretado en la peli de Iñarritu por Will Poulter y aquí adopta un protagonismo mucho mayor en la trama de la mano del veterano Shea Whigham.
La trama de la historia se desata con la matanza de Mountain Meadows, un hecho histórico tremendamente polémico. Si os interesa muchísimo, he escrito por aquí acerca de este conflicto y de cómo se trata una de las grandes manchas de la joven historia de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
![YouTube video](https://i.ytimg.com/vi/gnz9qMMzjpc/hqdefault.jpg)
Tengo que admitir que el reparto supera lo impecable. Tengo debilidad por Betty Gilpin, que se ha pasado toda su carrera desafiando convenciones y torpedeando su imagen de Karen con personajes fortísimos y que siempre superan las expectativas de los hombres que la rodean. Es debatible si tiene el mejor personaje que he visto jamás en una producto del Oeste, y aunque podríamos discutir si varios de sus puntos de giro bordean el tópico barato, lo cierto es que lo defiende con uñas y dientes. Os la recomiendo fortísimo tanto en Glow (Netflix) como en La caza (Movistar+).
Taylor Kirsch, por su parte, siempre me ha caído bien. Su Gambito era muchísimo mejor de lo que muchos recuerdan y supongo que habrá tirado de amistad con Peter Berg, con el que coincidió en la olvidable Battleship, para completar uno de sus papeles más memorables. ¿Mejor que su coprotagonista en la (injustamente menospreciada) segunda temporada de True Detective? ¡Probablemente! ¿Mejor que en John Carter? ¡Sin ninguna duda!
Si tuviese que destacar la principal virtud de la serie es que tiene una fotografía majestuosa, un primer episodio memorable, algunos momentos estupendos sin miedo a la casquería, una fantástica banda sonora y una recreación sensacional de Fort Bridger —el set fue construido con herramientas del siglo XIX— que ya es mi segundo fuerte favorito después del de los Playmobil. Eso por no hablar de una recreación de Brigham Young con la que Kim Coates habrá enfadado a más de un ciudadano de Salt Lake City.
!['American Primeval', la secuela secreta de ‘El Renacido’ 'American Primeval', la secuela secreta de ‘El Renacido’](https://www.articulo14.es/main-files/uploads/2025/01/erase-una-vez-el-oeste-netflix.jpg?x20712)
Fotograma de la miniserie ‘Érase una vez el Oeste (American Primeval)’, el nuevo wéstern de Estados Unidos | Netflix
Entre sus defectos nos encontramos algunas tramas discutibles, con el personaje de Dane DeHaan a la cabeza de una exasperación que en realidad no nos lleva a ninguna parte. Peca también de lo que llamo ‘el efecto The Walking Dead’, consistente en mover a personajes por sitios parecidos y enfrentados a amenazas similares hasta el punto de que el interés termina decayendo.
He leído por ahí que, para algunos críticos, el ataque a la caravana se prolonga más de lo necesario. Pero teniendo en cuenta que en realidad duró cinco días y tuvo momentos verdaderamente maquiavélicos, ya os digo que esto no es ni mucho menos cierto. Casi lo contrario.
¿Me ha gustado? Probablemente más de lo que debería haberme gustado, y me ha dejado con las ganas de revisitar pronto El Renacido. Pero aunque mi amigo Alfonso la ha visto dos veces y le sigo agradeciendo la recomendación, no creo que sea para todo el mundo. No dudo de que habrá gente que saldrá espantada cuando se dé cuenta de que, pese al nombre, esta serie a veces tiene más que ver con los caníbales de Bone Tomahawk que con la elegancia espagueti de Sergio Leone.