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Aitana Sánchez-Gijón, Goya de Honor a la actriz que siempre llegó pronto

La actriz que deslumbró como la chica seducida por un quinqui Antonio Banderas, se convirtió en musa de directores como Bigas Luna y Almodóvar, y se atrevió a ser la primera en dar el salto a Hollywood recibe el Goya de Honor 2025 por su extraordinaria trayectoria en cine, teatro y televisión

Aitana Sánchez-Gijón recibe el Premio Goya de Honor 2025 por toda su carrera
Aitana Sánchez-Gijón recibe el Premio Goya de Honor 2025 por toda su carrera

Aitana Sánchez-Gijón no será la persona más joven en recibir el Goya de Honor en los 38 años que la Academia Española de Cine lleva repartiendo sus premios, pero por poco; tiene 56 años, mientras que Antonio Banderas tenía 55 cuando lo recibió en 2015. Y, aunque de buenas a primeras dé la sensación de que en la Academia han decidido otorgarle el galardón antes de lo que toca –después de todo, los reconocimientos honoríficos acostumbran a reservarse a profesionales de mayor edad y menores expectativas de futuro–, que lo hayan hecho tiene su lógica si consideramos que, a lo largo de su carrera, la actriz casi siempre ha llegado a los sitios más pronto de lo habitual: a los 9 años ya había empezado su formación actoral, y a los 17 ya había debutado en el cine y la televisión; con apenas 20 montó una compañía de teatro, y poco más tarde probó suerte en el cine estadounidense –donde rodó Un paseo por las nubes (1995) junto a Keanu Reeves y Ni el tiro del final (1997) para Juan José Campanella– en una época en la que los actores españoles que hacían aquel viaje eran una rareza; con menos de 30 se convirtió en la primera mujer en presidir la Academia de Cine, y durante su gestión –entre 1998 y 2000– abogó por una mayor representación femenina en la industria y por el fomento de la producción nacional.

Aitana Sánchez-Gijón, en la rueda de prensa en la que se anunció que recibiría el premio Goya de Honor 2025

Aitana Sánchez-Gijón, en la rueda de prensa en la que se anunció que recibiría el premio Goya de Honor 2025

El busto que recibirá este sábado es el primero que la Academia le concede por su trabajo, y no está de más recordar que no obtuvo su primera nominación al Goya hasta 2021, gracias a su trabajo para Pedro Almodóvar en Madres paralelas (2021). En todo caso, el dato resulta mucho más ilustrativo como demostración de lo caprichosos que los repartos de este tipo de recompensas pueden llegar a ser que como medidor del talento que ella ha exhibido a lo largo de una trayectoria que se prolonga a lo largo de casi cuatro décadas.

En la pantalla grande debutó de la mano de José María Forqué en Romanza Final (Gayarre) en 1986, el mismo año durante el que también se convirtió en un rostro habitual de la pequeña gracias a la serie Segunda enseñanza, de Pedro Masó, en la piel de una adolescente lesbiana. Ya había participado en Jarrapellejos (1988), de Antonio Giménez Rico, y en Remando al viento (1988), de Gonzalo Suárez, cuando obtuvo un gran éxito de taquilla a bordo del reparto de la comedia de Fernando Colomo Bajarse al moro (1989), y en los años posteriores trabajó a las órdenes de Fernando Fernán-Gómez en El mar y el tiempo (1989), de Pilar Miró en El pájaro de la felicidad (1993), de Vicente Aranda en El amante bilingüe (1993) –el director catalán volvería a contar con ella en Celos (1999)–, y de José Luis Garci en El abuelo (1998), película que fue nominada al Oscar; a las de Bigas Luna rodó tanto La camarera del Titanic (1997) como Volavérunt (1999), que le proporcionó la Concha de Oro a la Mejor Interpretación Femenina en el Festival de San Sebastián.

Aitana Sánchez-Gijón en su debut en el cine, 'Romanza Final (Gayarre)'

Aitana Sánchez-Gijón en su debut en el cine, ‘Romanza Final (Gayarre)’

Asegura que las ofertas cinematográficas empezaron a escasearle cuando cumplió los 35 –hasta en eso fue una actriz precoz–, y desde entonces ha ofrecido algunos de sus mejores trabajos sobre los escenarios teatrales. Entre ellos, entre muchos otros, destacan el que ofreció en Las criadas (2002), dirigida por Mario Gas, su interpretación de Medea (2015) en el montaje de Andrés Lima, que le proporcionó su primer Premio Max, y su participación en Un dios salvaje en 2008 junto a su buena amiga Maribel Verdú, que este año copresentará la gala de los Goya y será la responsable de entregarle el galardón.

El reconocimiento de la Academia llega en un momento en el que su agenda está particularmente llena. Acaba de estrenar en salas el drama intimista Tierra baja, en el que encarna a una célebre guionista que, desencantada la industria del entretenimiento, se escapa a un pueblo turolense; hasta hace solo un mes protagonizaba la obra de teatro La madre, de Florian Zeller, y actualmente está rodando la segunda temporada de la serie Respira; en breve, por último, viajará a gales para rodar otro proyecto. Sin duda, la ovación que recibirá este sábado en el Palacio de Exposiciones y Congresos de Granada le proporcionará las dosis necesarias de energía para ello.

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