El miércoles 29 de mayo comienzan los dos días más esperados del año (sobre todo para sus seguidores): los de Taylor Swift en Madrid. La artista estadounidense que más movimiento fan genera del mundo ya ha aterrizado en la capital española bajo ingentes medidas de seguridad. No es para menos, pues la esperan 65.000 fieles para verla en acción en el Santiago Bernabéu, tanto este miércoles como el jueves, 30 de mayo.
Todo está listo para su triunfal aparición, que ha sido medida al milímetro. Tanto, que se protege la imagen de la cantante de los flashes y miradas indiscretas hasta que se suba al escenario para ofrecer uno de sus espectáculos de su gira ‘The Eras Tour’, por el que se embolsará entre 11 y 13 millones de euros.
Los swifties han acampado cerca del Estadio Santiago Bernabéu. Mientras la estadounidense ha abandonado ya la lujosa suite del Hotel Villa Magna, sus fans más acérrimos se han organizado para guardarse los unos a los otros los mejores sitios en el que muchos consideran el concierto de sus vidas… y han conseguido acceder al recinto.
Acampada previa al concierto
Si uno camina alrededor del nuevo estadio encuentra sillas, sacos de dormir, esterillas gigantes; son, sobre todo, grupos de amigas, jóvenes (y algunas no tanto), pero también hay varones esperando a Taylor Swift. Es el caso de Eric, que ha invertido todos sus ahorros en ver a su ídolo en concierto: “Con los de Madrid, serán diez los conciertos suyos en los que he estado. Me da vértigo pensar en el dinero que he invertido en entradas, hoteles, trenes, aviones… Pero ha merecido la pena. Siento que hay toda una generación a la que Taylor entiende y representa”, explica este joven que no llega a los 30 años.
Europa Press recogía precisamente el testimonio de Sergio, de 38 años, que pedía más empatía: “Pedimos respeto y que no se burlen. Que nos dejen disfrutar de los conciertos. Cada uno con su ocio se gasta el dinero en lo que quiera”. Niegan el rumor que empezó a correr después de que una influencer relatara que iba a llevar un pañal para evitar perderse ninguna canción yendo al baño: “No vamos a llevar pañales, eso es un bulo para reírse de los swifties, pero no hacemos daño a nadie”.
Los primeros seguidores en la cola son David y Álex, dos amigos de 22 años que dicen haberse gastado mil euros en los dos conciertos. Pese a algunas quejas aisladas de los vecinos, en general parece haber buen ambiente y buena acogida en el barrio. Hay una diferencia fundamental: esta generación es más respetuosa, menos agresiva, más empática y menos competitiva. No quieren emborracharse o drogarse, sino todo lo contrario: estar presentes.
“Taylormanía”
Los swifties peregrinan donde haga falta, y llevan la taylormanía marcada incluso en la piel en forma de tatuajes. Y el punto generacional es clave: así lo relata a Artículo14 Sandra, cuya unión fundamental con Taylor Swift es la edad: “Sé que es un ser humano, pero es algo totalmente irracional. Yo tengo la misma edad que Taylor y he vivido ‘con ella’ todas sus eras desde el principio, y por eso para mí es un viaje al pasado desde mi vida: a veces lloraba por verla a ella y a veces por recordar cómo viví yo esa época de mi vida”, relata sobre su viaje a Lisboa.
Para ella, que no es asistente asidua a grandes conciertos, la experiencia fue perfecta. “Hace un año compré entradas en Lisboa y movilicé a mucha gente para lograrlo; llevaba un año esperando este momento y no era consciente de lo que iba a suponer para mí. Si soy sincera, no había mucha diferencia entre las adolescentes y yo. Nunca he vivido este fanatismo, con nadie más, era la primera vez que vivía un concierto de esta magnitud y todo para mí era nuevo”, explica a sus 35 años. ¿Dónde radica la diferencia? “A nivel fandom me encantó el tipo de ambiente que había: padres y madres con sus hijas, familias enteras, muchísima ‘hermandad swiftie’, la gente compartiendo las pulseras, preguntando, hablando, riéndose… Otro tipo de conciertos o festivales están muy mediatizados por el alcohol o por otras sustancias; sin embargo, aquí primaba otra cosa: la gente quería estar presente”.
Elisabeth, por su parte, acudió al concierto de Estocolmo, y repetirá las dos veces en Madrid. De los suecos destaca, para Artículo14, su organización su educación y su amabilidad. “La verdad es que estaba todo perfectamente orquestado: nos daban agua gratis todo el rato, la gente era amable y respetuosa, dejaban espacio, eran empáticos. También hubo muy buen ambiente en la cola. Aunque llevaba toda mi vida esperando ese momento, consiguió sorprenderme: lo viví como uno de los mejores momentos de mi vida, y eso que había visto la película en el cine. Me sorprendió ella, el sonido, los bailarines, las luces… ¡era como un sueño! Yo fui con mi pareja, que no es swiftie, y no se aburrió: disfrutó mucho de las tres horas. Era como en la película Barbieland, pero Swiftieland“.
Pero no todo son lentejuelas, purpurina y colores pastel. También hay espacio para la crítica, e incluso para la preocupación. Teresa decidió coger el coche con otras tres amigas y recorrieron el camino hasta Lisboa para vivir este momento histórico. Ellas, más jóvenes, han crecido admirando y viendo con preocupación la evolución de Taylor Swift: “El fenómeno swiftie es otro nivel. Si yo no hubiera conectado con ella a los 12 años, no escucharía ahora su música, no tendría ningún tipo de vinculación con ella”, explica para Artículo14.
“Nuestro veredicto, el de las cuatro, es que nos dio muchísima pena: más de tres horas de concierto en los que recorre todos sus álbumes, con una coreografía nueva en cada canción, todo cuidadísimo y ella impecable. Es magnífica En cuanto a ejecución, es perfecta: se merece todos los millones que tiene, porque es absolutamente increíble. Sin embargo, es una mujer rota, como canta en una canción de su último disco, I can do it with a broken heart, en la que habla de lo mal que estaba mientras todo el público la jaleaba. En el estribillo dice: ‘Tú sabes que eres buena cuando puedes hacerlo con el corazón roto’. Y continúa: ‘Estoy tan deprimida que actúo como si fuera mi cumpleaños todos los días’. Es una mujer que vive obsesionada… y que está pidiendo ayuda a gritos”, reflexionan Teresa y sus amigas.
“Nosotras pensamos que estaba enferma. Los dos últimos discos, Midnights y The Tortured Poets Department, son muy oscuros… Y te preguntas: todo esto, ¿para qué? Humanamente, ¿qué aporta esta mujer al mundo? ¿Qué significa identificarse con ella? Y a la vez, nace en nosotras una infinita compasión: está destruida… y hace lo que puede”, concluye. Habrá que esperar a ver qué hace en sus dos conciertos de Madrid para juzgar, por nosotros mismos, qué hay detrás de Miss Americana: la perfecta mujer estadounidense, la “ambición rubia” de los mil millones de dólares.