La ciudad literaria, de Camoes y Pessoa, la capital de los fados, el puerto de Enrique el Navegante, la más melancólica de las ciudades europeas y una de las más bonitas del planeta no puede tener guía (uno nunca la descubre), pero allá van unas recomendaciones para pasar 48 horas en Lisboa:
9:30 Visita la iglesia y el Monasterio de los Jerónimos (previa compra de tickets, las colas son inasumibles). En la iglesia encontraréis la tumba iluminada del gran poeta Camoes, la más bonita que he visto jamás.
11:00 Coge fuerzas con unos pastelillos de Belem, en Pasteis de Belem, unos dulces portugueses de hojaldre y crema originarios del barrio de Belem, que son un símbolo de la repostería portuguesa tradicional. A continuación, puedes dar un paseo hasta la preciosa Torre de Belem y el monumento de Enrique el Navegante, que nos habla de la historia y el carácter explorador y aventurero de este bello país.
14:00 Después os recomiendo que vayáis a comer pescado fresco, no como un turista, sino como un auténtico portugués, a Último Porto, ubicado en el puerto donde los exiliados de la Segunda Guerra Mundial salían en barcos hacia América, buscando una nueva vida.
Algún día os hablaré de este increíble lugar. La comida es local, de calidad y a muy buen precio. Allí mismo podéis ver el homenaje del reconocido artista callejero Vhils a los exiliados perseguidos por los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Muy interesante.
17:00 Merece la pena ir al Time out Market para comprar una buena botella de oporto. Os recomiendo probar un Tawny (mínimo de 10 años) que tenga una buena acidez para compensar el dulce. Las marcas más potentes son Graham’s, Sandeman, Ferreira o Taylor’s Chip Dry.
¿Os recomiendo un museo? El Maat Museum, la fundación José Saramago, el Museo de los Coches o el Acuario Oceanario.
21:00 Para terminar el día podéis dar un paseo y cenar en la preciosa Avenida de Liberdade. Os recomiendo dos planes; reservar en el Sky Bar by Seen, situado en la novena planta del hotel Tivoli, con unas vistas increíbles de la ciudad, o tomar algo más informal en la Cervecería Ribadouro, que también es un planazo.
Domingo
10:00 Sal a pasear por la Plaza de Rossio hasta la espectacular Plaza de Comercio y su arco de Augusta, cuya construcción se inició después del devastador terremoto que sufrió la ciudad en 1755.
Por el camino vas a encontrar el Elevador de Santa Justa y el encantador Convento do Carmo. Ese lugar tiene algo especial. No sé si puedo describirlo.
12:00 Súbete al romántico Tranvía 28, que te llevará por el antiguo barrio de Alfama hasta la Catedral de Sé, y después sube a pie hasta el Castillo de San Jorge, del s.XI, porque contemplar la ciudad desde su mirador y sus jardines es imprescindible.
14:00 Después de la visita te recomiendo que reserves para comer en Chapitó a Mesa, un local muy singular que hay a dos pasos del Castillo. Pide mesa en la terraza mirador y come bacalao. Me lo vas a agradecer.
16:00 Ve a tomar un café (y a comprarlo) a A Brasileira, uno de los cafés más antiguos (1905) y famosos de Lisboa, y lleva contigo el Libro del Desasosiego de Fernando Pessoa, inmortalizado con una escultura a las puertas del establecimiento. Si no lo tienes, lo puedes comprar a dos pasos, y en la misma calle, en la librería Bertrand, la más antigua del mundo (1732) y termina la tarde haciendo algunas compras y dando un paseo por este encantador barrio de Chiado que todo lo tiene.
Un último: ¡no te vayas de Lisboa!