El futuro más inmediato invita a pensar, cada día con un mayor número de razones, que el aumento del presupuesto en defensa será una realidad. Pero más allá del titular se adentran complejas cuestiones como quién fabricará y manejará la maquinaria, o qué supondrá para el mercado laboral español lo que la Unión Europea ha denominado como “rearme”. Para ello, Artículo14 habla con Sara Gómez, directora del Proyecto Mujer e Ingeniería de la Real Academia de Ingeniería (RAI).
Gómez, Doctora en Ingeniería de Materiales por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), destaca que ese futuro incremento en el gasto en defensa va a tener un gran impacto en las carreras STEM (Science -Ciencia-, Technology -Tecnología-, Engineering -Ingeniería- y Mathematics -Matemáticas-), enormemente vinculadas a este sector. Si bien la también exvicerrectora de la UPM subraya que esta será una oportunidad para la industria de defensa, y supondrá un reto para el talento STEM, también precisa que lo será para el país porque “no vamos a tener profesionales para poder atender esa demanda”.
Inevitablemente, como ingeniera que es, sale a la palestra el tema de la DANA. Es por ello que la directora del proyecto Mujer e Ingeniería de la RAI pide a los dirigentes que estén informados y bien asesorados a la hora de tomar decisiones cruciales para la ciudadanía. “Tienen que rodearse de expertos y hacerles caso. Y tengo mis dudas de que eso esté pasando en este momento”, señala.
Asimismo, Gómez aboga por un gran pacto de Estado en educación. De este futurible acuerdo destaca dos cuestiones que deben ser imprescindibles: que esté bien dotado económicamente y que su persistencia en el tiempo se imponga a la fugacidad que ha caracterizado a las leyes de educación debido a la constante contienda política.
Pregunta: Como previsiblemente va a haber un aumento en el presupuesto de defensa, ¿qué papel pueden desarrollar las profesiones STEM en este nuevo escenario?
Respuesta: Nuestra industria de defensa es muy tecnológica, está muy bien dotada y es muy buena. Hacemos cosas muy buenas y tenemos grandes empresas en el sector. Creo que va a haber, efectivamente, una inyección de dinero para que puedan hacer esos desarrollos de un excelente nivel tecnológico. De hecho, ya lo están haciendo. A mí me gustaría que esa industria fuera para la paz más que para la guerra, pero, evidentemente, tenemos que defendernos si nos atacan.
Por lo tanto, ese gasto en defensa se va a reflejar en la demanda de perfiles STEM, aunque ya lo supone. Las carreras STEM en este momento son las más demandadas de todo el mercado. Y si ahora abrimos esa otra vía donde va a haber muchísimo empleo, porque va a haber mucha inversión en la industria de defensa, seguramente va a haber más escasez de este tipo de profesionales. Lo cual no deja de ser por una parte bueno y por otra malo.
Sin ninguna duda va a suponer una oportunidad para la industria de defensa, para el desarrollo tecnológico porque hay inversión, y supondrá un reto para el talento STEM. También será un reto para el país porque no vamos a tener profesionales para poder atender esa demanda.
P: Ha destacado el tema de los profesionales que en un futuro se van a tener que desenvolver en la industria de defensa. ¿Qué se puede hacer para que los estudiantes se involucren en estos estudios?
R: Esta la razón de ser del proyecto Mujer e Ingeniería. Nuestro objetivo fundacional, en 2016, fue que hubiera más jóvenes que estuvieran interesados en estos estudios. Llevamos casi diez años trabajando en ello, ya que de alguna manera lo veíamos venir. Creo que el problema es complejo y estructural, y las soluciones no son fáciles. Como país, y lo digo de verdad, debíamos tener esto dentro de nuestras prioridades. Es decir, el hecho de que tuviéramos profesionales en el área STEM garantizaría el progreso. Además, es una cuestión que no compromete nuestro desarrollo.
¿Qué se puede hacer? Hay que empezar a actuar en edades tremendamente tempranas. Estoy hablando de que los niños en educación infantil estén atendidos por buenos profesores y que estos tengan formación en áreas como las matemáticas o física, -que en este momento no la tienen-, para que puedan crear una relación cordial y empática entre los jóvenes y estas materias. Muchas veces digo que los niños no saben lo que van a hacer, pero saben lo que no van a hacer, ya que descartan ese tipo de materias porque desde edades muy tempranas la aproximación que tienen a ellas es, en general, hostil.
Además, hay una involución. El pasado 17 de marzo, en la inauguración de la novena edición de nuestro programa de mentoring, hablaba del closing gap, un índice que mide el impacto económico de la desigualdad de género. Y una de las cosas que señala es que sigue habiendo escasez de mujeres en materias STEM. Sin embargo, el porcentaje ha subido ligeramente, pero no porque haya más mujeres, sino porque ha disminuido el relativo a los hombres. Y esto es preocupante. No solamente no estamos yendo en la dirección correcta, sino que estamos haciendo todo lo contrario.
Creo que fomentar este tipo de materias debería ser un compromiso de Estado. Pero, claro, sería un compromiso de Estado entre el Gobierno central y las comunidades autónomas, que son las que tienen las transferencias. El ambiente político que tenemos no parece muy propicio para que todas las autonomías se pongan de acuerdo con el Ministerio de Educación.
P: ¿Están las infraestructuras militares españolas lo suficientemente preparadas para afrontar un futuro impredecible, pero, desde luego, que no demasiado seguro?
R: No tengo ese dato. No sé cuál es nuestra capacidad armamentística. Lo que sí puedo decir, y esto debo decirlo rompiendo una lanza por los responsables del Ministerio de Defensa, es que nuestra industria de defensa tiene un nivel altísimo. Es decir, tenemos la tecnología y los profesionales como para hacer cosas estupendamente buenas. La vocación tanto de la ministra de Defensa como de la secretaria de Estado es que haya más mujeres STEM en esa industria. Creen que eso es importante. Apuestan muchísimo por el talento, y no solamente en la parte militar.
Si en vez de estar invirtiendo lo que se está invirtiendo ahora, que es un uno y pico por ciento, acabamos en lo que quiere Europa, vamos a despegar porque tenemos grandísimas empresas en el sector que están haciendo cosas estupendas. Además, tenemos muy buenos ingenieros. Cuando salen al mundo se les valora enormemente, y de eso sí doy fe. Lo que nos falta, probablemente, es la financiación. Pero en este sector y en otros muchos.
Yo creo que a Europa, en general, no le ha preocupado la defensa. Parece que estamos protegidos por nuestro hermano mayor. No tengo ni idea de la capacidad de defensa que tiene ahora mismo Europa, pero lo que sí que tengo claro, y me preocupa como ciudadana, es que cuando los jefes de Estado y de Gobierno se reúnen con esta premura y señalando la necesidad de meter muchos miles de millones de euros en defensa, es porque realmente no estamos donde deberíamos estar. Porque si creemos que estamos bien dotados, no hacemos estas acciones. Por lo tanto, me da la impresión de que queda mucho por recorrer para ser autosuficientes.
P: Cambiando de tema, le pregunto sobre la DANA de Valencia. En una entrevista anterior con Artículo14 destacó el papel de la política para resolver los problemas de la ciudadanía. ¿Hasta qué punto la política confió en los profesionales STEM, cruciales en este tema, para prevenir o reducir el impacto de la riada?
R: La riada de Valencia ha sido algo de unas dimensiones tan estratosféricas, que es tremendamente difícil pararla ya que la cantidad de agua que cayó en tan poco tiempo es una catástrofe. Ahora bien, ¿se podrían haber minimizado sus efectos? Sin ninguna duda. Si hubiéramos ejecutado la proyección de algunas infraestructuras y hubiéramos mantenido nuestros cauces en buen estado se habrían minimizado. Pero esto no lo tenemos por los intereses políticos de un lado y de otro. Lo que está claro es que debemos aprender de nuestros errores, y yo creo que ahí, efectivamente, había planes y infraestructuras proyectadas desde hacía muchos años, que por una u otra razón, y ahí están todos los partidos políticos involucrados, no se han llevado a cabo.
Los fenómenos meteorológicos son, en general, peligrosos. Tendemos a pensar que no pasan nunca, pero cuando pasan, pasan. Y, por lo tanto, los ingenieros tenemos que estar alerta y proyectar para minimizar sus efectos.
Yo sí que diría que ojalá los políticos escucharan más a sus cuerpos técnicos. Tenemos las soluciones porque somos muy buenos haciendo esto, solo tienen que escucharnos a tiempo. Porque más allá de las contiendas políticas, que a mí me parecen muy respetables, creo que es importantísimo que escuchen. Tienen que rodearse de expertos y hacerles caso. Y tengo mis dudas de que esté pasando en este momento. Pero no es solo en el tema de la DANA.
P: Se habla mucho de la reconstrucción de Valencia. Desde un punto de vista técnico, como ingeniera, ¿qué cree necesario para, dentro de lo que cabe, restaurar la vida en las zonas afectadas por la riada?
R: Vuelvo un poco a mi discurso. Los daños producidos son enormes: los máximos, las pérdidas de vidas, que son irreparables y los más atroces. Pero sí que es verdad que, con respecto al resto de cuestiones, debemos aprender de nuestros errores. Estamos construyendo en zonas inundables y sin las garantías suficientes. Entonces, si no aprendemos ahora la lección, seguiremos construyendo en ellas. Y eso hay que tenerlo en cuenta para el futuro.
La reconstrucción en Valencia va a costar mucho dinero y mucho tiempo porque los daños en las infraestructuras son enormes, pero creo que lo vamos a conseguir. Había polígonos industriales en Valencia que estaban hechos en zonas inundables. Hemos pasado por catástrofes enormes y hemos salido adelante. Por lo tanto, mi mensaje es positivo porque, por ejemplo, hay grandísimos profesionales de la ingeniería y la arquitectura que están trabajando duro y ayudando muchísimo para reconstruir tanto las infraestructuras como las edificaciones.
El servicio de AVE, por ejemplo, se restableció en un tiempo récord. Las carreteras y las autovías que se vieron afectadas, también. La capacidad de reacción que nuestros ingenieros han tenido desde el punto de vista técnico ha sido bastante destacable. Por lo tanto, no me preocupa la reconstrucción desde esa perspectiva. Sí me preocupa la parte política, así como que se doten los recursos y medios necesarios para hacerlo.
Y, sobre todo, que cuando exista una normativa se cumpla. Quiero decir que, si seguimos construyendo de esta manera y seguimos sin limpiar nuestros cauces, nos volverá a pasar. Quien no aprende de los errores está condenado a cometerlos de nuevo. Debemos tener nuestras infraestructuras en condiciones. La ingeniería civil en España es de las mejores del mundo, aprovechémosla. Si sabemos lo que hay que hacer, hagámoslo. Es voluntad y capacidad política.
Creo que la política es preciosa porque tiene la capacidad de transformar y de resolver problemas. Lo que pasa es que los políticos deben tener esa vocación de servicio, que no sé si la tienen en todos los casos. Tampoco tienen que saber de todo, pues nadie sabe de todo. Pero cuando tienes que tomar una decisión que afecta a muchos de tus ciudadanos, lo que me gustaría, incluso me atrevería a exigir, es que estén lo suficientemente informados y que se rodeen de la suficiente gente con preparación para que esa decisión sea buena. Y esto es lo que, en mi opinión, está faltando. Se toman decisiones por otras razones, y eso es algo que debemos corregir.

P: En esa última entrevista con Artículo14 comentó que los chinos destacan por su afán de superación y los indios por su tradición tecnológica. ¿Qué virtud debemos potenciar los españoles para poder sacar lo mejor de nosotros?
R: El tema de India es muy interesante porque en los institutos tecnológicos de Neru hicieron una labor estupenda. India siempre ha tenido una tradición de grandísimos matemáticos. Actualmente hay muchísimas empresas en Silicon Valley que están lideradas por indios. Esto quiere decir que su tradición tecnológica es cultural. Siempre ha creído en ella.
¿Qué hay que hacer en España? Empezar a cuidar a nuestros profesores de educación infantil y primaria. Y cuidarles significa muchas cosas, pero quisiera destacar dos: hay que darles formación en materias STEM, ya que uno tiene que saber lo que enseña, así como ayudarles en sus metodologías. Las metodologías de aprendizaje han cambiado completamente, y los desarrollos tecnológicos y las nuevas metodologías han contribuido a ello, ya que en este momento es posible aprender jugando. Aquí, en Mujer e Ingeniería, tenemos un programa con el que hemos demostrado que eso es posible.
La segunda: hay que pagarles más. Creo que valoras mucho la profesión de las personas en función del salario que perciben. Los profesores tienen una capacidad de influencia enorme, para bien y para mal, en los niños cuando son tan pequeños. En los países del norte de Europa, por ejemplo, los profesores de esos niveles tienen unos salarios muy superiores a los de España.
Asimismo, es importante quitar todo el ruido que hay alrededor de las carreras STEM. De ellas se dicen que son muy masculinas, difíciles, que ganas poco… Una cantidad de estereotipos que, sobre todo, a las mujeres nos echan para atrás a la hora de hacerlas. Luego también hay otra cuestión que es más aplicable al ámbito femenino, y es que las niñas no ven la vertiente social de la ingeniería. Es algo que no llegamos a explicar bien. Por ello, el próximo 27 de mayo vamos a celebrar en Bilbao una jornada que se llama ingeniería para la salud con el objetivo de intentar transmitir ese valor social que realiza la ingeniería.
P: ¿Quizás una virtud que podríamos destacar los españoles para potenciar esas carreras STEM es ser más exigentes con los políticos y pedirles que hagan más caso a los técnicos?
R: El Ejecutivo tiene la capacidad de legislar. Y cuando uno tiene un Boletín Oficial en sus manos tiene una herramienta muy poderosa. Pero para poder legislar, y hacerlo bien, hay que hacerlo asesorado, preparado y con argumentos robustos. Ahí ya tengo mis dudas.
En el caso de las materias STEM, hace muchos años que llevo reclamando un gran pacto de Estado por la educación. Hay muchas asociaciones civiles que están hablando de educación porque realmente tienen un problema en sus organizaciones debido a que no encuentran el talento que demandan. Cuando esas organizaciones privadas se ocupan de la educación, se dan cuenta de que es la palanca de cambio más poderosa que tenemos. ¿Y cómo se invierte en educación? Haciendo buenos planes y creando buenos profesionales. Si tú te crees que tus ciudadanos son el mayor activo, empieza a legislar para que tengan la mejor formación posible.. Ahora, ¿crees que los políticos tienen eso en la cabeza? Pues seguramente sí, pero no se lo he escuchado. La educación debe estar a salvo de las contiendas políticas.
Creo que a los políticos tenemos que reclamarles ese gran pacto de Estado, que dejemos de ver una nueva ley cada vez que llega un Gobierno. Seguramente sus intenciones no son malas, no las juzgo, pero sí que parece que debe haber cierta estabilidad entre todos los partidos con capacidad de gobernar para hacer un plan de educación que se mantenga en el tiempo y que esté muy bien financiado, que actualmente no lo está. ¿Hay que desviar fondos ahí? Sin ninguna duda. Ahora estábamos hablando de defensa, donde a lo mejor hay que invertir el 3% del PIB. Vamos a ver cuántos somos capaces de invertir en educación y en sanidad, cosas que son absolutamente capitales. Ahí es donde tenemos que interpelar a los políticos una y otra vez. Además, estoy dispuesta a colaborar con quien escuche.
Fíjate, este año hemos colaborado con dos universidades públicas de la Comunidad de Madrid, la Complutense y la Politécnica, para realizar por primera vez un máster para el profesorado de educación infantil en materia STEM. Está muy bien que lo auspicie la Real Academia de Ingeniería, y agradezco en el alma que dos universidades públicas se metan en el proyecto, pero esto debería de haber partido de quien tiene la potestad. Creo que tienen detectados los problemas, pero no sé si dados los resultados hay voluntad política.
Y hay otra cosa, que no sé si eso conviene decirlo o no, pero hay gente muy capaz que no le interesa nada la política por cómo está. Creo que las personas que están tomando decisiones por nosotros debían ser gente con criterio, los mejores. No digo que no los haya, que los habrá, pero sí sé que hay gente que podría estar ahí y no está por lo que hay en la política. Los griegos decían que quien debe tomar decisiones por ti deben ser los más capaces. Parece que tiene sentido.
P: Y sobre el proyecto Mujer e Ingeniería, ¿qué resultados puede aportar a corto, medio plazo?
R: Fíjate, muchas veces me preguntan: “¿Qué éxitos tiene Mujer e Ingeniería?”. Y yo digo: “El mayor éxito es cuando lo cerremos”. Lo que intentamos es cambiar el rumbo, y atacando desde varios flancos. Hablando de defensa, queremos acabar con el problema de la falta de vocación en las carreras STEM. El proyecto de mujer ingeniería está estructurado con acciones concretas en los distintos niveles: está el máster universitario para enseñar materias STEM al profesorado de infantil; con los adolescentes tenemos otro programa en el que acercamos la ingeniería a estudiantes de 12, 13 años, con cara de mujer y para que la vean de otra manera. Hemos llegado casi a 3000 adolescentes ya; con las universitarias hacemos ese programa de mentoring para ayudar a las estudiantes de los últimos cursos de grado y máster en materias STEM a gestionar el paso de la vida académica a la profesional. Y es una maravilla ver como empodera a las mujeres y les hace tomar ese impulso para hacer su vida profesional con seguridad.
Luego trabajamos también muchísimo con las empresas. De hecho, son estas las que nos están financiando el programa, y eso hay que ponerlo en valor porque demuestran un compromiso social enorme. ¿Porque les interesa que haya profesionales STEM? Sí, pero también porque están contribuyendo socialmente a que las haya. Por ejemplo, tenemos una iniciativa, financiada por Siemens Energy, en la cual ponemos a competir equipos de niñas y niños de 13, 14 y 15 años a través de retos que deben ir superando. Por ejemplo, diseñar una ciudad sostenible. Les acompañamos en la competición y le dotamos de una herramienta, el videojuego Minecraft. No te puedes imaginar cómo se lo pasan. Y lo importante, al final acaban sabiendo cómo se diseña, por ejemplo, una turbina eólica. Por ello, si se enseñan las cosas amigablemente, jugando con ellos, es algo que tiene un éxito enorme.
Asimismo, estamos adentrándonos en el ámbito de la salud porque creemos que hay que poner en valor socialmente lo que la ingeniería le aporta. Este año es nuestro año de ingeniería para la salud.