Turismo y Afganistán no van de la mano, sobre todo desde que en 2021 volvió el férreo régimen de los talibanes. Pero curiosamente, según datos oficiales de 2023, 5.200 personas visitaron el país de Asia Central, una subida del 120% con respecto al año anterior. Eso a pesar de las recomendaciones de los distintos países a evitar que sus ciudadanos pisen suelo afgano. Una advertencia que Susana V.B. y su hija Elena S. V. y Ramón B.R. no siguieron.
Joan Torres es fundador de Against the Compass, una agencia que se especializa en organizar viajes a “los países menos visitados y más inusuales”. En su blog habla de Ucrania, Malí y Afganistán como sus países favoritos. Y, al entrar en el apartado del país de Asia Central, resalta las “Mejores experiencias” de este, entre las que están: “La locura de Kabul”, “La Mezquita Azul” y, por supuesto, “Las montañas de Bamiyán”.
Y es que en esta localidad, enclavado entre las imponentes montañas del Hindu Kush, el Valle de Bamiyán funge como una ventana a una historia rica y compleja. De acuerdo con la UNESCO, aquí se encuentra un “paisaje cultural” con sus ocho sitios arqueológicos dispersos.
El Legado de los Gigantes
El Valle de Bamiyán es mundialmente conocido por los colosales Budas esculpidos en sus acantilados, monumentales estatuas que alcanzaban los 55 y 38 metros de altura. Aunque estos gigantes de piedra fueron trágicamente destruidos por los talibanes en marzo de 2001, sus nichos aún dominan el paisaje, recordándonos la grandeza del arte Gandhara, una confluencia de influencias indias, helenísticas, romanas y sasánidas que dio lugar a una expresión artística única en la historia del budismo.
Un museo al aire libre
Más allá de los Budas, el valle alberga una plétora de monasterios, santuarios y fortificaciones que narran la evolución cultural de la región. En las cuevas de Kakrak, a unos 3 km al sureste de los acantilados principales, se pueden ver fragmentos de otro Buda de pie de 10 metros, junto con decoraciones pintadas de la época sasánida. Estas cuevas, que datan del siglo VI al XIII, ofrecen una visión fascinante del arte y la arquitectura budista y, más tarde, islámica.
A lo largo del valle de Fuladi, a 2 km al suroeste, se encuentran las cuevas de Qoul-i Akram y Lalai Ghami, adornadas con características decorativas que enriquecen aún más la experiencia del visitante. Estos sitios, junto con la fortaleza de Shahr-i Ghulghulah y los asentamientos fortificados de Qallai Kaphari y Shahr-i Zuhak, son testigos de la importancia estratégica y cultural de Bamiyán como parada en la Ruta de la Seda.
Una historia viva
El Valle de Bamiyán no es solo una reliquia del pasado; es un paisaje cultural vivo que continúa inspirando y emocionando. A pesar de las adversidades, la autenticidad de sus restos arqueológicos y su uso tradicional de la tierra se mantienen, ofreciendo a los visitantes una conexión tangible con la historia. La devastación sufrida por las estatuas de Buda no ha hecho más que intensificar la determinación de conservar y proteger este patrimonio universal.
Un destino de esperanza
Hoy, con la asistencia de la comunidad internacional, se están llevando a cabo esfuerzos significativos para salvaguardar este tesoro cultural. La UNESCO ha liderado un plan de salvaguardia que incluye la consolidación de los nichos de Buda y la eliminación de minas, haciendo del valle un lugar seguro para los visitantes. La preparación de un Plan de Gestión busca no solo conservar y presentar el patrimonio, sino también fomentar un turismo cultural sostenible que beneficie a la comunidad local.
A pesar de las gran riqueza cultural que tiene Afganistán, el Gobierno de España ha recordado este sábado este es un país al que se desaconseja viajar bajo ninguna circunstancia por el riesgo de secuestros y atentados en todo el país, tal y como se recoge en las recomendaciones de viaje publicadas en la página web del Ministerio de Asuntos Exteriores.