Fumata blanca para renovar el Consejo General del Poder Judicial tras más de cinco años de bloqueo. Félix Bolaños y Esteban González Pons escenificaban este martes el acuerdo en Bruselas con la vicepresidenta de la Comisión Europea, Vera Jourová, como testigo. El ultimátum de Pedro Sánchez estaba a punto de expirar pero la razón de peso ha sido que, desde Bruselas, se había dado un toque de atención a ambos partidos.
El nuevo CGPJ tendrá por primera vez una mujer al frente. El PSOE ha propuesto a Pilar Teso para sustituir a Vicente Guilarte, que ejerce como interino tras la crisis provocada por la dimisión de Carlos Lesmes como protesta por el bloqueo político.
Los populares ven con buenos ojos a la actual magistrada del Tribunal Supremo pese a ser etiquetada como “progresista”. Teso ha desarrollado toda su carrera en el orden Contencioso Administrativo y salvo sorpresa de última hora esta llamada a hacer historia.
En los últimos días, Teso ha estado en el foco mediático por su voto particular contra la sentencia de la Sala de lo Contencioso Administrativo del Supremo que anula la designación de Dolores Delgado como Fiscal de Sala de Memoria Democrática.
La magistrada fue muy dura en su argumentación contra la decisión de sus compañeros. Acusó al tribunal de haber “aplicado mal la ley” al expulsar a Delgado vulnerando sus derechos fundamentales y truncando su promoción profesional con meras “conjeturas y suposiciones”.
Además, en su voto particular, la magistrada expuso que la sentencia puede “quebrar la seguridad jurídica” de la ex Fiscal general y “lesionar las garantías constitucionales para la salvaguarda de la imparcialidad, expresadas en los artículos 9.3 y 124.2 de la Constitución.
El documento firmado ayer por González Pons y Bolaños recoge en su punto sexto que el presidente del CGPJ y del Supremo será aquel que decidan los miembros del máximo órgano de justicia de los jueces como marca la ley.
En este extremo, ambos partidos deben ser muy rigurosos. Fue precisamente la filtración del nombre de Manuel Marchena como presidente lo que rompió la negociación en diciembre de 2018 cuando ya estaba todo cerrado entre los negociadores.
El pacto saltó por los aires por un mensaje del entonces portavoz del PP en el Senado, Ignacio Cosidó, en el chat de WhatsApp de los 146 senadores ‘populares’ del momento: “Obtenemos lo mismo numéricamente, pero ponemos un presidente excepcional, (…) un gran jurista con una capacidad de liderazgo y ‘auctoritas‘ para que las votaciones no sean 11-10 sino próximas al 21-0. Y además controlando la Sala Segunda desde detrás”, decía Cosidó, en alusión a la sala que juzga a los aforados.
Tras publicar El Español este mensaje, el propio Marchena salió al paso con un comunicado en el que renunciaba a presidir el Tribunal Supremo y el CGPJ en defensa de su “independencia” como juez.
Marchena, el eterno deseado
Desde ese momento ha habido varios intentos frustrados entre PP y PSOE para acordar la renovación del CGPJ, que ha atravesado una crisis sin precedentes. En este tiempo, se ha vuelto a plantear en varias ocasiones a Marchena que aceptase la presidencia del máximo órgano de gobierno de los jueces. Las ofertas han venido desde altas instancias de La Moncloa hasta desde la cúpula de Génova en las diferentes etapas que ha atravesado el partido.
Si se cumple lo acordado, Pilar Teso se convertirá en la primera presidenta del Supremo y del CGPJ en un mes tras ser elegida formalmente por los nuevos vocales propuestos por el PSOE y el PP que se han comprometido tramitar por procedimiento de urgencia una Proposición de Ley Orgánica de reforma de la Ley Orgánica del Poder Judicial y del Estatuto Orgánico del Ministerio Fiscal que refuerce las garantías de independencia de la Justicia.
Asimismo, se avanza en la participación de los jueces en las futuras renovaciones ya que se requiere al CGPJ que apruebe, por mayoría de tres quintos, una propuesta de reforma del sistema de elección de los vocales de procedencia judicial, que será trasladada al Gobierno y a las Cortes para su debate y, en su caso, tramitación y aprobación.
Tras el pacto, llega la batalla del relato. Tanto Moncloa como Génova venderán una victoria en una batalla que ambos tenían perdida. Hay cesiones por las dos partes.