Cada uno de sus gestos se miró con lupa, sus palabras fueron analizadas por la mismísima RAE, se escudriñó el contenido de sus móviles y se multaron algunas de sus decisiones. Sin embargo, sus logros se recuerdan mucho menos que sus pifias. Hoy hablamos de Bibiana Aído, Irene Montero y Celia Villalobos.
¿Puede ser perjudicial en política decidir pensando en las mujeres?
Y ya habrá alguno (y no hemos ni empezado), diciendo aquello de “¡los políticos hombres también están sometidos a mucha presión!”. Sin duda. Pero… ¿Se imaginan equivocarse en una letra y que vengan los mismísimos académicos de la RAE a corregirte? Bibiana Aído prometió su cargo un 14 de abril de 2008 y con ese gesto hizo historia. Por un lado, se convirtió en la Ministra más joven de la democracia. Por otro, en la primera Ministra de Igualdad de España. Y además era una de esas 9 mujeres que, junto a 8 hombres, conformaron el que se llamó gobierno de la paridad. Un hat-trick que, a priori, le habría augurado una larga carrera en la primera línea de la política española. Dieciséis años después de su nombramiento sabemos que no fue así y habrá quien diga que la culpa la tuvo una palabra: “miembras”… Si no le ponían cara, quizá acaben de hacerlo. Dio igual cada medida al frente de su Ministerio. Bastó una sola palabra para silenciarlas todas. “Si no es un error, es una estupidez”, dijeron algunos académicos.
Sin embargo, algunos de los logros de Aído siguen vigentes hoy. Con ella, al frente del Ministerio de Igualdad se reformó la ley del aborto, despenalizándolo en las 14 primeras semanas. Quizá no lo tengan presente, pero, antes de Aído, una mujer podía ir a la cárcel por abortar.
Antes de acabar la legislatura, en 2010, el Ministerio de Igualdad fue absorbido por el de Sanidad y la ministra más joven de la historia de España quedó relegada a Secretaria de Estado de Igualdad.
La siguiente persona que tuvo una cartera ministerial grabada únicamente con las palabras “Ministerio de Igualdad” fue Irene Montero, diez años después. Pocos políticos han estado sometidos a un acoso personal tan grande. Montero también tenía 31 cuando prometió el cargo y, con ella al frente, España alcanzó el cuarto puesto en el Índice de Igualdad de Género, superando la media europea. Su Ministerio amplió los derechos de las mujeres en cuanto al aborto se refiere e impulsó la ley trans. También entre sus medidas clave, la ley del “solo sí es sí”, que la mantuvo en el ojo del huracán. Esta ley tenía un gran acierto: ponía el foco en el consentimiento. También tenía un gran fallo. Como consecuencia del cambio de tipificación de los delitos, muchos agresores vieron rebajadas sus penas. También Montero tuvo enfrentamientos con la RAE por utilizar el lenguaje inclusivo (de forma consciente esta vez).
En el traspaso de cartera, aseguró: “Poder decir ‘todes’, que era motivo de burla y de desprecio, ahora es una responsabilidad institucional de reconocimiento de las realidades no ‘binaries’”. Tras estas palabras, el Ministerio quedó en manos de la socialista Ana Redondo.
Pero, para significarse a favor de la igualdad, no hace falta ser la titular de ese Ministerio. Ni siquiera estar en el Gobierno en ese momento.
Si buscan “Celia Villalobos” en su navegador de confianza, les será fácil encontrarla definida como “verso suelto”. La “díscola” del partido. En ocasiones, verán ambos apelativos en el mismo titular. Es fácil etiquetarla y difícil definirla de verdad. De lo que se habla menos es de que a esta mujer, que estuvo décadas en política, su lucha por la igualdad le costó dinero.
En 2005 votó a favor de los matrimonios entre personas del mismo sexo, saltándose la disciplina de voto y asumiendo las consecuencias económicas. Más tarde, se mostró en contra de la reforma de la ley del aborto que trató de impulsar Gallardón en 2014, y que finalmente tuvo que ser retirada. “En el PP hay muchas sensibilidades”, dijo entonces.
Y sí. Una vez cometió el error de jugar al Candy Crush con su móvil en el Congreso. El gesto no le tocó la cartera, pero también lo pagó caro.