Acabo de regresar de China 7 años después de mi última visita al país. Si bien los motivos de mi visita eran estrictamente profesionales y enfocados en el sector de ponencias sobre moda y tech, es un país que no deja de sorprenderme y sobre el cual, dejando de un lado en este artículo los detalles de mi visita al mismo, no dejan de surgirme fascinantes contradicciones y a su vez las grandes oportunidades de alianzas transversales que ofrece el país. La dualidad de China es una de las características más fascinantes y contradictorias del panorama global contemporáneo. Oficialmente, el país sigue siendo una república comunista, donde el Partido Comunista es la fuerza política dominante y los principios del socialismo extremo se declaran como la base de su ideología. Sin embargo, cuando se observa la realidad económica, lo que emerge es un modelo que parece estar más en sintonía con el capitalismo más exacerbado de libre mercado que con el comunismo ortodoxo. China ha abrazado el capitalismo de una manera que ningún otro país ha hecho, superando a muchas de las economías occidentales en términos de industrialización, innovación y desarrollo empresarial. Este contraste genera una fascinante paradoja: un país que se define como comunista, pero donde las fuerzas del mercado y la competencia capitalista son más poderosas que en la mayoría de lugares del mundo, pese a tener capados muchos servicios mundiales que ofrece internet y sustituidos por versiones propias.
Un ejemplo palpable de esta dualidad es la creación de ciudades futuristas como la Hangzhou E-Fashion Town, ciudad que tuve la ocasión de conocer y sorprenderme al mismo tiempo: un polo de innovación y tecnología construido en menos de cinco años. Esta ciudad, que cuenta con instalaciones de última generación como auditorios que superan en calidad y tecnología a muchos de los que se encuentran en países europeos, demuestra el inmenso potencial de China para adelantarse a las necesidades del futuro, apostando por la industria, el desarrollo de una ciudad creada íntegramente para la producción de moda con todos sus servicios y que al mismo tiempo cuenta, como pocas ciudades, con grandes espacios verdes, naturales y regenerativos. El sector de la moda y la tecnología se han fusionado para crear un entorno dinámico donde la industria y la creatividad florecen en un país que hace tan solo unos años predicaba todo lo contrario. Este es solo uno de los ejemplos de cómo China está proyectando su visión del futuro, construyendo infraestructuras que desafían las normas tradicionales y posicionando al país como un líder mundial en innovación.
Otro campo en el que China ha comenzado a redefinir el futuro es el del e-commerce, particularmente a través del livestream. Este modelo, que en España se conoció como “teletienda” y que me atrevería a decir que muchos catalogamos o catalogábamos como “cutre”, ha sido actualizado y transformado por China en un fenómeno de ventas en tiempo real que genera miles de millones de yuanes en ingresos. Y ojo, aviso a navegantes: empresas como Zara, siempre pioneras en explorar nuevas oportunidades, ya han comenzado a utilizar este formato para llegar a los consumidores de una manera más directa y efectiva. La primera edición en formato premium, como todo lo que empieza a tener que ver con Zara en un cambio total de paradigma, contó nada más y nada menos que con la importante participación para su estreno de Cindy Crawford y su hija Kaia Gerber. Un movimiento que señala claramente la dirección hacia la que va el futuro del comercio online. Lo más novedoso de este formato sea quizás que tiene el potencial de revolucionar no solo cómo compramos, sino también cómo las marcas interactúan con sus clientes.
En el ámbito tecnológico, marcas chinas como Xiaomi también están marcando el ritmo. Con sus últimos lanzamientos de dispositivos como el Xiaomi Mix Flip 14, que vuelve a rescatar el icónico y revolucionario sistema que tuvieron en su día los móviles plegables, la empresa ha demostrado que está cada vez más cerca de superar a gigantes tecnológicos como Apple, ya no solo en ventas sino también a nivel cualitativo, estético y funcional. Xiaomi ha sido capaz de combinar innovación, diseño y funcionalidad a precios mucho más accesibles que sus competidores occidentales, consolidándose como una fuerza imparable en el mercado global de smartphones y dispositivos electrónicos que cada vez gana más y más adeptos. Algo está cambiando en el país y en la manera que todos teníamos de percibir sus productos.
Para el resto del mundo, es crucial entender el potencial de China y trabajar en la creación de alianzas estratégicas que ofrece el gran gigante asiático. A medida que el país continúa consolidando su posición como una potencia tecnológica y económica, es probable, de hecho me atrevería a darlo por hecho, que su influencia no parará de crecer y crecer. Y he aquí una opinión personal: cuando China sea plenamente consciente de su valor y potencial, no tendrá rival. No deberemos olvidar nunca que el futuro está en la colaboración global y China juega y jugará un papel crucial en ese futuro que ya es presente, no solo por su tamaño o su poder, sino por su capacidad de desafiar, adaptarse y transformar las normas tradicionales del mercado y la innovación en tiempo récord. Parece que el Made in China, denostado durante tantos años, empieza ahora a cotizar cada vez más al alza.