Hay quien dice que Ana Redondo recaló en el Ministerio de Igualdad con la misión de rebajar el perfil combativo del que lo dotó su antecesora, Irene Montero. Enemiga de las polémicas, esta doctora en Derecho nacida en Valladolid, evita las grandes reivindicaciones, nunca se sale de su rol institucional y apenas hace ruido, quizá para no incomodar a esos amigos del presidente del Gobierno a los que el feminismo les abruma. Sin embargo, no levantar la voz ni fruncir el ceño mientras evita cualquier atisbo de charco no le ha dado los frutos esperados. Muy a su pesar, su gestión ha estado esta semana en el ojo del huracán.
España entera amanecía el lunes con la resaca de la victoria en la Eurocopa, pero Igualdad informaba de que se estaba investigando un nuevo crimen machista, el quinto del fin de semana y sexto conocido en tres días. Las asociaciones de víctimas bramaban explicaciones, análisis y medidas urgentes, mientras Redondo asistía al minuto de silencio convocado a las puertas de su Ministerio. En 17 días habían asesinado a 12 mujeres y dos niños, pero la ministra insistía en que “el sistema funciona”.
Contratos públicos en ayuntamientos socialistas
Con la indignación cocinándose a fuego lento, el martes Redondo cumplía años y como regalo envenenado recibió por la noche la exclusiva que trastocó su semana y, puede que su trayectoria. El Español publicaba en exclusiva que Isabel García, la mujer a la que designó directora del Instituto de las Mujeres, había logrado, al menos, 64 contratos públicos de ayuntamientos gobernados por el PSOE para gestionar los Puntos Violeta y para actividades de igualdad, con los que facturó alrededor de 250.000 euros a través de las empresas que comparte con su mujer, Elisabeth García.
El miércoles a la ministra le tocaba dar la cara en el Congreso por lo publicado la noche anterior, pero antes de poder abrir la boca, Sumar, a raíz del repunte de asesinatos, se le adelantó y propuso que se guardase un minuto de silencio en la Cámara Baja cada vez que tenga lugar un crimen machista. La Mesa lo aprobó por unanimidad y Redondo quedó retratada al no llevar la iniciativa en este tema, a pesar de ser de su competencia. Más tarde, cuando Alberto Núñez Feijóo tomó la palabra en la tribuna durante el pleno, donde se debatían los planes de regeneración democrática del Gobierno, hizo alusión a la víctimas del fin de semana y le echó en cara a Pedro Sánchez los negocios de la directora del Instituto de las Mujeres.
Acusaciones de transfobia
Ya en los pasillos, la ministra se excusó con un escueto: “Voy a pedir explicaciones y voy a escucharla“. A esas horas, las redes sociales eran ya un hervidero. No era la primera polémica que sorteaban Redondo y García. Su nombramiento ya supuso un cisma dentro del feminismo. La directora del Instituto de las Mujeres se había significado en Twitter con comentarios tránsfobos como que “las mujeres trans no existen”, hablaba de “dictadura queer” o “delirio trans” y opinaba que el asesinato de Samuel Luiz, un joven de 24 años de A Coruña al que mataron al grito de “maricón” en 2021, “no parecía un asesinato por motivos homófobos“.
Los negocios de García desenterraron la controversia con la que llegó a Igualdad (retiró la bandera trans de la fachada del Ministerio que había colocado el gabinete de Montero) y cada vez más voces pedían contundencia a la ministra por estar ensuciando las políticas de Igualdad, la causa feminista, la reputación de su cartera y dando munición a la ultraderecha. Al mismo tiempo, se conocían más datos de los asesinatos machistas del fin de semana y el caso de Juliana, una joven de 31 años que murió apuñalada por un maltratador reincidente en Buñol, desvelaba errores de ese “sistema que funciona”. La ministra de perfil bajo estaba en boca de todos.
Polémica por la palabra presunta
Con todo esto, Redondo logró lo impensable, poner de acuerdo a Podemos y a Sumar. Ambos partidos exigían la dimisión de Isabel García mientras las redes hacían lo propio y se ensañaban con la ausencia de acciones por distintos temas que atañen a Igualdad. Junto con los contratos de la empresa de García y su pareja, varias divulgadoras feministas se quejaban también de la manera en la que el Ministerio de Igualdad confirma la naturaleza machista de los crímenes al utilizar la fórmula: “Confirmamos un nuevo asesinato por presunta violencia de género“. Estas voces critican que la presunción se coloque en el carácter machista y no en el acusado tratándose de un tema tan sensible. También se hizo viral un calendario donde se marcaban los feminicidios que han tenido lugar este año donde han asesinado a una mujer cada tres días. Ayer mismo se conocieron dos nuevos casos en Motril y Castellón que elevan a 60 el número de mujeres asesinadas en 2024. La ministra menos polémica estaba en todas las conversaciones y en el punto de mira.
“Hay que confiar en las personas”
Con este revuelo llegó el jueves, que trajo nuevas informaciones de presuntas irregularidades en la contratación de la empresa de García y las noticias que adelantó Artículo14: la directora del Instituto de las Mujeres había sido denunciada por treinta de militantes del PSOE por instigar una campaña de odio contra sus propio compañero de partido, Víctor Gutiérrez, Secretario de Políticas LGTBI y contra la senadora de Sumar, Carla Antonelli. Además, se explicaban los plazos de la venta de su participación en las empresas a su pareja antes de facilitar su declaración de bienes.
A pesar de estas nuevas revelaciones, Redondo no tenía intención de prescindir de García. En la entrada de los cursos de verano de la Universidad Complutense volvió a defender a su directora: “Hay que confiar en las personas y darles el tiempo que merecen para que puedan explicarse. Ella dijo que cumplió rigurosamente con las reglas de incompatibilidades y que consultó a la oficina de conflictos”. Unas explicaciones que soliviantaron a las feministas hartas de que se enturbiase el movimiento y las políticas de Igualdad. Isabel García también reaccionó y colgó en Twitter un comunicado alegando que no había hecho nada ilegal y defendiendo su actuación. No dimitía, ni la iban a hacer dimitir.
Quien se unió al chorreo de peticiones de cese fue la anterior ministra de Igualdad, Irene Montero, quien pedía por la mañana, también en Twitter, que abandonase su cargo con pulla al Partido Socialista incluida. “Queda claro que el PSOE quería “recuperar” el Ministerio de Igualdad para hacer políticas feministas”, ironizaba. “La directora del Instituto de las Mujeres debe ser cesada. Pero no olvidemos algo: no es más grave la corrupción que la transfobia”, apuntaba.
Fallos en la protección de una víctima mortal
Esta polémica opacó el descontento de las asociaciones de víctimas que todavía esperan alguna acción de la ministra tras el repunte de casos. Ni siquiera se ha convocado el Comité de Crisis que se tienen que reunir cuando en un mes hay más de cinco asesinatos machistas. El pasado fin de semana hubo cinco en apenas 48 horas. Fuentes del Ministerio aseguran que se dará a conocer la fecha cuando esté agendada. También el jueves se conocieron los errores en la protección de Juliana, que pese a ser catalogada como víctima de riesgo alto de especial relevancia por la Policía, ni el fiscal ni el juez adoptaron medida de protección alguna.
Se cerraban así los cinco días más incómodos para Redondo desde que llegó al Ministerio y acababa la semana con la misma decisión que tomó en su anterior gran polémica, cuando nombró a García, directora del Instituto de las Mujeres: García se queda, de momento.