ESTILO 14

La belleza es la última frontera de clase

Desde Demi Moore hasta Christina Aguilera parecen haber logrado retroceder en el tiempo. Analizamos no sólo cómo, sino las consecuencias que puede tener para las mujeres esta distopía estética

En el instante en el que Christina Aguilera subió a sus redes sociales un vídeo en el que parecía ser un personaje de anime de carne y hueso (ese será el primer oxímoron del texto, pero ni mucho menos el último), los usuarios coincidieron en comentar lo mismo: la cantante, de repente, tenía 20 años menos. “Al cirujano de Christina Aguilera yo le confiaría mi vida entera”, dijo alguien. “Me parece que encontró la fuente de la juventud y no piensa compartirla”, comentó otra internauta. Otros subrayaban su radical pérdida de peso, que muchos achacan al uso de Ozempic. En cualquier caso, lo cierto es que la cantante, que en algún momento alzó la voz en contra de la presión estética a la que la industria musical somete a las artistas, parece haber cedido ante ella. 

La belleza imperceptible… Pero no asequible para todos

Nos encontramos en la “era de la belleza imperceptible”, como asegura en TikTok el Dr. Prem Tripathi. “Lo que la gente se está haciendo en la cara os va a volver locos el año que viene, porque nos estamos adentrando en la “undetected era” de la belleza, esa que siempre hemos deseado que llegara y en la que la gente se hace todo tipo de procedimientos en la cara sin que sean visibles”, comenta el doctor, que incide en que el cambio es radical respecto a lo que ocurría hace cinco años, cuando los rellenos y los pinchazos eran absolutamente perceptibles e incluso se presumía de ellos. “No olvidemos que la belleza sigue a otras tendencias y estamos en un momento que tiende hacia una estética más natural. Aunque los rellenos no han desaparecido, la gente emplea bioestimuladores como Sculptra para estimular la producción de colágeno o exfoliación por láser para mejorar la textura de la piel y acabar con las arrugas”, asegura. Dentro de este espectro conviene también hablar de Structura, un nuevo Complejo Híbrido Cooperativo diseñado para su acción en la capa grasa subcutánea en el que la Dra. Natalia Ribé es una auténtica experta. El tratamiento,  definido como “un tratamiento de Lipolifting facial”, restaura el tejido adiposo subcutáneo superficial y aportando una firmeza profunda. Al permitir el tratamiento que el propio paciente regenere el tejido graso subcutáneo por sí mismo, recuperando una de las estructuras subcutáneas más importantes que da volumen y firmeza a la piel y que se ha perdido por el paso del tiempo, el resultado final es un resultado natural que no altera radicalmente la apariencia del paciente. 

Esta nueva era se diferencia de la anterior, en la que primaban “los rostros Instagram”, un término que acuñó Jia Tolentino, autora de ‘Falso espejo: Reflexiones sobre el autoengaño’, en 2019. Sin embargo, en este momento, al ver un antes y después, es imposible no sorprenderse ante la transformación, pero la magia radica en que al observar por la calle a alguien que se ha sometido a este tipo de procedimientos, nadie se daría cuenta de que ha hecho algo. Es decir: si no supiéramos que Christina Aguilera tiene 43 años, al ver sus nuevos vídeos, pensaríamos que tiene 25. De hecho, para celebrar sus 25 años de carrera, ha invitado a Sabrina Carpenter a cantar con ella en un especial en el que en los comentarios del vídeo, la gente se pregunta incesantemente cómo es posible que la cantante parezca tener la edad de Carpenter, que sí tiene 25 años.

“Existen dos tendencias: personas que buscan la naturalidad, interesadas en un estilo de vida para su bienestar físico y mental;  y otro grupo al que le gusta realizarse tratamientos sin control e indiscriminadamente, sin que le importe quién le inyecta, o busca la exageración y lo grotesco. Por eso se ven de nuevo caras globulosas y labios que parecen que van a estallar, y quizás esto está haciendo  que resurja con más fuerza la tendencia hacia la naturalidad”, aseguran Virtudes Ruíz y María Vicente, cirujanas y médicos estéticos con consultas en Murcia y Lorca. “Aunque desafortunadamente, el envejecimiento no se puede revertir, sí podemos ralentizarlo y conseguir un  buen aspecto físico más tiempo. Esto lleva consigo un estilo de vida adecuado, además de unos cuidados específicos en el rostro, siempre con combinación de productos, aparatología y medicina regenerativa, para poder dar ese aspecto natural a la cara, mejorando la sensación de  descolgamiento y aportando firmeza a la piel, que es lo que la mayoría de nuestras pacientes nos solicitan”, añaden. 

La Dra. Berenguer, experta en medicina estética de Clínicas Dorsia, asegura que actualmente, mejorar la elasticidad es una de las mayores preocupaciones que aprecia en consulta, pues ninguna crema consigue unos resultados tan potentes como los que ofrece la aparatología médica. Señala que la radiofrecuencia fraccionada de Morpheus 8, que consiste en un cabezal que gracias a sus micro agujas, actúa sobre el tejido subdérmico, logra “mejorar la flacidez y la calidad de la piel”.

La distopía estética

Resulta sumamente interesante -aunque quizás el adjetivo adecuado sea “inquietante”- comprobar en las docu series de las celebridades o en sus redes sociales qué ocurre cuando se reencuentran con gente de su instituto que no ha probado las mieles de la fama o con personas de a pie que sólo pueden fantasear con sus cuentas corrientes. Al compartir espacio, resulta inconcebible que tengan la misma edad. Ellen Atlanta, autora de ‘Pixel Flesh’, donde explora cómo la cultura de la belleza tóxica afecta a las mujeres en la era digital, señala que este tipo de situaciones resultan distópicas y vienen a reducirse a dos cosas ciertamente inseparables: la clase y el estatus. “Cuando piensas en marcas y diseñadores de moda, la denominada “baja cultura” generalmente se clasifica por ser más descarada. Lo vemos en la cultura de la belleza con esas extensiones de cabello más evidentes, los rellenos de labios llamativos o las carillas blancas inmaculadas”, comenta a ‘Dazed’. En su libro asegura estar cada vez más insegura de lo que significa real. “Veo comparaciones en internet acerca de cómo luce realmente la gente versus cómo quieren que la veamos. La discrepancia es enorme. Sé que estas imágenes no son reales y sin embargo, forman parte del trasfondo de mi realidad. En el mundo digital todo es hermoso y nada duele”, escribe.

En la belleza, como en la moda, cuando algo se democratiza y pasa de ser exclusivo a los pudientes a ser abrazado por el resto, es reemplazado por lo opuesto, y eso es lo que ha pasado ahora con el universo beauty. La estética ‘clean girl’ ha tomado el lugar de esos rostros en los que cada intervención era perceptible, y son quienes de verdad tienen los medios suficientes los que pueden conseguir un rostro realmente juvenil sin que se note. La belleza es, indudablemente, la siguiente frontera de la clase. 

¿Empoderamiento o cárcel?

Por más que muchos se empeñen en hacernos creer que luchar por alcanzar la perfección física pueda ser algo empoderador, lo preocupante es la industria que se genera detrás de la obsesión por encajar en unos cánones que cambian cada vez a una mayor velocidad. “Se están difundiendo una serie de imágenes que dejan de ser reales incluso para ellas mismas. Seguimos teniendo una sociedad orientada hacia el aspecto físico que ejerce una mayor erosión presión las mujeres. Por muy bien que estén, las personas de 60 años no van a tener el aspecto de las personas de 20 años. Lo que no llegamos a entender como sociedad es que eso está bien. La belleza es educable y tiene que ver con los parámetros que pone la sociedad. Parece que está, sin embargo, asociada a la juventud y alejada del paso del tiempo y es algo cruel porque, todos envejecemos y esa conceptualización, de alguna manera, lo que nos dice que somos hermosos sólo durante un tiempo limitado, pese a ser nuestra vida más larga. Es uno de los grandes fracasos de la sociedad”, explica Irene Lebrusán Murillo, profesora en la Universidad Autónoma de Madrid, doctora en sociología e investigadora en CENIE.

Atlanta recuerda las palabras de la escritora feminista Andrea Dworkin, que asegura que los estándares de belleza “definen precisamente las dimensiones de la libertad física de las mujeres”. Como explica Atlanta, “sus estrechas limitaciones sobre nuestros cuerpos crean camisas de fuerza que inhiben nuestra capacidad de movernos por el mundo con facilidad. Estamos atrapadas, física, psicológica y financieramente. Ni siquiera la condición de multimillonaria puede liberar a una mujer. La retórica del empoderamiento y la elección simplemente encubre la continua cosificación y subyugación de las mujeres bajo la cultura de la belleza moderna.

Es posible que se nos vendan mejoras cosméticas como herramientas de empoderamiento, pero estos estándares de belleza cada vez más intensificados continúan reforzando la desigualdad de género. Lo que es peor, nos han hecho pensar que estamos ganando”, escribe. “Nos cortamos, nos clavamos agujas en la cara, invertimos nuestro tiempo, nos desprendemos del dinero que ganamos con tanto esfuerzo e incluso ponemos en riesgo nuestras vidas con el pretexto de la liberación. Cuando este elevado nivel de auto escrutinio se convierte en un marcador de nuestra recién descubierta libertad, nuestra mayor vigilancia corporal se replantea como una herramienta para una vida mejor, en lugar del efecto secundario de una dañina cultura de la belleza”, señala.

En ‘The Substance’, la película que promete situar a Demi Moore en la cúspide del cine de nuevo ante una actuación que los expertos han aplaudido sin descanso, el mensaje viene a ser que pocas cosas hay más aterradoras que envejecer. Por ello, su protagonista está dispuesta a todo para evitarlo. Esta idea no es en absoluto nueva: basta con recordar ‘La muerte os sienta tan bien’ para encontrar un ejemplo menos gore, más kitsch y más divertido, pero igualmente actual y con una idea de partida similar. Quizás lo interesante sea reflexionar sobre hasta dónde estamos dispuestas a llegar para detener el tiempo, otro oxímoron más para el listado.

En momentos dominados por las redes sociales y por pretender ser algo (¿o alguien?), lo importante no es ya la realidad, sino su reflejo digital, y eso es lo que ahora, la medicina estética comienza a ofrecer: la fantasía de poder detener el tiempo en aras de una belleza que en pocos años, volverá a cambiar sus estándares. Quienes tengan dinero serán quienes se vuelvan a adaptar a ellos. ¿El resto? (Sobre)viviremos intentando asumir nuestra edad y cómo nuestro físico lo refleja. Unos presumirán hasta que su piel aguante los estirones. Los demás, hasta que nuestra (escasa) cartera pueda. 

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