Imane Khelif: bulos, transfobia y racismo

La polémica en torno a la boxeadora argelina ha abierto el debate sobre la diversidad e inclusión en el deporte y en el racismo que se esconde tras las críticas

Imane Khelif en París 2024 - Deportes
La boxeadora Imane Khelif sale victoriosa en su primer combate en los Juegos Olímpicos de París 2024 Instagram

Imane Khelif y Angela Carini tienen muchas cosas en común. Ambas son mujeres, boxeadoras, deportistas de élite y a las dos les ha atravesado el machismo a lo largo de su existencia, desde que nacieron. Cuentan que al padre de Imane no le hacía ni pizca de gracia que su hija pasase las horas practicando crochets y ganchos, no le hacía ilusión, quizá, porque los estereotipos de género nos gritan que las peleas y los golpes son “cosa de hombres”. Khelif, que vendía en la calle de su pueblo argelino natal pan, plástico y hierro con el que sufragaba sus viajes al gimnasio para entrenar, compitió y perdió en los Juegos de Tokio sin que nadie se aprendiese su nombre. ¿Qué ha pasado en estos tres años para que ahora esté en boca de todos?

Ha sido la tormenta perfecta. La ceremonia de inauguración de la inclusión escoció. Por eso el bulo de que Khelif era una mujer trans comenzó a gestarse en las redes días antes del polémico combate del pasado jueves. Cuando Carini se retiró, sus palabras y sus lágrimas encontraron acomodo en los discursos tránsfobos de varias políticas y celebridades que lograron que la mentira implosionase. La polémica estaba servida. ¿Era un hombre? ¿Era intersexual? ¿Tiene niveles anormales de testosterona? Hasta el más pintado tiene una opinión sobre la intimidad de una atleta a la que el Comité Olímpico ha dado luz verde para competir en varias ocasiones. El auge de la extrema derecha de la mano de los movimientos transexcluyentes a nivel mundial puede que haya  influido en que, lo que hace tres años pasamos por alto, hoy sea tema de conversación ineludible.

Masculinizar a mujeres racializadas, el caso de Serena Williams

El COI denunció estos engaños y aseguró que Khelif nació mujer y ha vivido siempre como tal, pero sus detractores alegan una, no confirmada por ella, condición de hiperandrogenismo, que implica tener niveles de testosterona superiores a la media, y que, al parecer, le dan ventaja. Una superioridad que no debió de tener efecto en sus derrotas cuando se enfrentó a mujeres con unos niveles hormonales estándar.

Hay quien opina que hay algo más que transfobia tras este boom porque a todos estos altavoces se les ha pasado por alto que Khelif no es solo una mujer, además, es una mujer racializada y no normativa. Un combo de interseccionalidad que ha prendido sin remedio y que recuerda lo que sufrió y se humilló a Serena Williams cuando metió la cabeza en un deporte considerado blanco, donde abunda la esbeltez. Se tuvo que ganar el respeto a base de Grand Slams, y ni eso la libró de burlas, especulaciones y de que la revista GQ hablase de ella como la “mujer” del año entre comillas.

El medio antirracista Afrocolectivas explicaba a través de Twitter que el problema radica en que las “mujeres africanas no son consideradas lo suficientemente femeninas para participar en el deporte, a pesar de ser cisgénero”.  Apuntan que el nivel de testosterona estandarizado para mujeres en muchos deportes está basado en el promedio europeo y que “todo lo que se aleje del estándar de la feminidad en Europa es considerado una aberración. Por eso les encanta esa imagen de la grande africana mala haciendo llorar a la pobrecita y delicada europea. Cuando Imane concursó con otras africanas, ¿por qué no les dolió?”, se preguntan.  Recuerdan que “mujeres europeas mucho más altas y más grandes que Imane han ganado campeonatos de boxeo” y que, de hecho, “Khelif jamás ha ganado un mundial, consistentemente ha sido derrotada. En 2018 y 2019 le dieron una paliza y salió en primera ronda. Simplemente se ha hecho mejor con el tiempo. Masculinizar a las mujeres racializadas es el pan de cada día”, se quejan.

Capacidad pulmonar o medir 2,20

En las redes muchos se preguntan si el deporte no debería favorecer la diversidad e inclusión de todo tipo de personas o que si la biología y los cromosomas son el único baremo para dividirnos en categorías nos estamos dejando fuera a una parte de la población, como por ejemplo, a los no binarios. Es lo que piensa Ismael Merino, presidente de la Agrupación Deportiva Ibérica LGTBI que visualiza “una separación por peso, estatura, edad y fuerza que cada deporte tendría que estudiar y determinar sus propias categorías”.

Merino tampoco entiende por qué la única guía de igualdad es el sexo o el nivel hormonal y no otras particularidades naturales que dotan a los atletas de cierta superioridad. “El foco está puesto exclusivamente en esa supuesta ventaja física que tienen las mujeres trans, pero nadie habla de la ventaja física real, demostrada que tienen deportistas masculinos como Michael Phelps y su cuerpo perfecto para la natación, Miguel Induraín y su capacidad pulmonar, o en deportistas de estos JJOO como la jugadora de baloncesto Zhang Ziyu, que con 17 años mide 2,20 m, muy por encima de la medida de sus rivales”, recuerda.

 

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