Acostumbrados a surcar los mares, el teniente de navío Héctor Martín y el brigada José Moreno, miembros del Cuerpo General de la Armada, pasan ahora más tiempo en tierra firme. Su papel en la Oficina de Comunicación Externa del Gabinete del Almirante Jefe de Estado Mayor de la Armada les ha obligado a pasar de bregar con gigantescas olas de seis metros a hacerlo con la comunicación y la prensa. Un cambio del cual se muestran orgullosos, pero que no les hace olvidar las misiones en las que han participado.
Es por ello que conversan con Artículo14. Sobre la mesa, temas como la existencia del miedo en los marinos, la opinión de un sector social que pormenoriza su trabajo o la repercusión de la demanda que supone estar en esta rama de las Fuerzas Armadas.
¿Qué motivos les llevaron a alistarse en la Armada?
Teniente de navío Martín (TM): Mi motivo fue que la Armada es institución de repercusión internacional y ofrece muchas posibilidades, tanto a nivel profesional como personal. A nivel profesional ofrece funciones que van desde trabajar en el portaaviones Juan Carlos I hasta navegar por el mundo en el buque escuela Juan Sebastián Elcano. A nivel personal hay una serie de valores en el día a día, ya sea camaradería o trabajo en equipo, que aportan un gran bagaje personal.
Brigada Moreno (BM): En mi caso fue por vocación y sentido del deber. La Armada ha formado parte de mi vida porque mi padre fue marino. He crecido rodeado de estos valores y de este compromiso tan propio de esta profesión. Aparte, soy natural de San Fernando de Cádiz, una ciudad con una tradición naval rica.
En su caso, teniente de navío Marín, ¿ha tenido algún familiar marino?
TM: No, para nada. Soy el primer marino de mi familia. Soy de la provincia de Segovia, lo cual refuerza mi mensaje de la repercusión nacional e internacional que tiene la Armada.
Con respecto a sus actuaciones, ¿cuál dirían que ha sido la que más realizados les ha hecho sentirse?
TM: Quiero reseñar, en primer lugar, que todas las misiones son importantes, pero para mi gusto las operaciones de mantenimiento de la paz y las de ayuda humanitaria son las que ayudan a que nuestra labor nos haga sentirnos autorrealizados. He tenido la oportunidad de participar en una operación de mantenimiento de la paz a bordo del portaaviones Juan Carlos I, desplegado en Kuwait, así como de navegar en el buque hidrográfico Tofiño cuando la catástrofe que supuso la erupción del volcán de La Palma. Allí pude acudir a trabajar en la renovación de la cartografía náutica, pues cuando erupcionó el volcán, la lava llegó al fondo del mar, creó nuevo continente e imposibilitó que la gente pudiera navegar con seguridad.
BM: Yo, coincidiendo plenamente en que todas las misiones son importantes, destaco el honor, durante los seis primeros meses de la pandemia del Covid-19, de haber sido jefe de pelotón de un equipo de rastreadores. Quiero pensar que jugamos un papel muy importante para el rastreo de casos y para la contención de la propagación de los contagios. Fue una tarea bastante demandante, pero al ver que nuestras acciones ayudaron a proteger a la comunidad en momentos tan críticos, me llenaron bastante de satisfacción y me hicieron sentir más que útil.
¿En una zona concreta?
BM: En la bahía de Cádiz. Allí el Ejército lo tomó todo. Aunque primero me formaron Sevilla y después yo formé a otros jefes de pelotón. También he de reseñar alguna experiencia negativa, pues algunas de las personas con las que mantuve conversaciones fallecieron posteriormente. Fueron momentos duros, pero también reconfortantes.
¿Pesa sobre sus espaldas la labor de defender a España?
TM: No, no pesa sobre nuestras espaldas como marinos de la Armada. Somos conscientes de que trabajamos al servicio de España y de los intereses de los españoles, pero no somos más que una herramienta de la acción exterior del Estado para la cual nos formamos.
BM: Para mí es un gran honor, a la vez que una responsabilidad. Nosotros lo asumimos con orgullo y compromiso porque sabemos que somos una herramienta útil para la defensa y seguridad de España. Creo que eso nos motiva para dar siempre lo mejor de nosotros.
¿Alguna vez han sentido miedo al desarrollar estas funciones? ¿O el miedo se entrena desde el primer momento en el que llegan a la Armada?
TM: El miedo es una emoción natural ante una situación de emergencia. En nuestra parte está trabajar y adiestrarnos para responder con profesionalidad a situaciones que sean más demandantes. Pero miedo, como tal, no.
BM: Nosotros no hablamos de miedo, podemos hablar de respeto. Respeto al mar, por ejemplo. En mi caso, me he enfrentado a algunas situaciones con condiciones meteorológicas adversas: días de mala mar con olas de cinco o seis metros que golpean el buque y le hacen dar bandazos. Mantener la calma en esas situaciones puede ser un reto, pero el respeto es parte de nuestra formación.
Un sector poblacional no ve bien la existencia de la Armada, así como la militarización en general. ¿Cómo les afecta, si lo hace, ese tipo de opiniones?
TM: Pienso que el trabajo de la Armada tiene un hándicap, que es que la mayoría de nuestras misiones se realizan en el exterior. Estamos, por así decirlo, a la vista del ciudadano. No obstante, tenemos la certeza de que nuestra reputación se basa en lo que hacemos. Esto es una gran ventaja porque depende solo de nuestra mano fortalecer y afianzar la reputación de la Armada en la sociedad española.
BM: Sí, tenemos ese hándicap. Sin embargo, nuestro compromiso no depende de este reconocimiento público. Sabemos que somos un instrumento útil y valioso para la seguridad de España, incluso internacional.
¿Creen que la población da por hecho su labor?
TM: Es una pregunta que realmente no nos hacemos. Una frase muy repetida en la Armada es ‘La íntima satisfacción del deber cumplido’. No necesitamos una aprobación externa para saber que estamos haciendo una buena labor.
BM: Suscribo las palabras. Porque a pesar de que a veces puedes sentir que hay ciertas acciones que son apreciadas por la población, realmente sentimos el apoyo de los que reconocen el valor que tiene nuestro trabajo. Y eso es lo que nos importa.
¿Qué les motiva a continuar con un trabajo tan demandante como es estar en la Armada?
TM: Es cierto que la vida en la mar es demandante, pero también tiene ciertos aspectos especiales que los hacen fundamentales en el desarrollo de nuestro día a día, que es, como hablábamos antes, el compañerismo, el sentimiento de pertenencia a tu unidad y la posibilidad de representar a España en el exterior. Creo que son alicientes notables para valorar nuestra profesión.
BM: En mi caso puedo añadir que me impulsa también el compañerismo que se forma en las unidades y en las misiones. Asimismo, me ayuda saber que pertenezco a una institución con tanta historia y tradición. Eso creo que es importante.