El Gobierno cree tener atada la abstención de Podemos de cara a la votación de su paquete fiscal, este jueves, en el Congreso de los Diputados. El escenario más probable, según trasladan fuentes parlamentarias a Artículo14, es que los morados salgan del ‘no’ en el que seguían instalados el miércoles, y que les serviría para forzar que la norma salte por los aires. No hay nada escrito en piedra, pero el grueso de los interlocutores consultados son optimistas: se ven con opciones de obtener luz verde.
El paquete tiene como núcleo el establecimiento del impuesto que fijará en un 15% el tipo efectivo de sociedades para las grandes multinacionales, y ya ha pasado por todo tipo de vaivenes –incluida una caótica votación en la Comisión de Hacienda-. Según las fuentes consultadas, está previsto que el texto finalmente incluya una prórroga del impuesto a la banca, que había quedado fuera de la negociación.
Y, en el marco de esas conversaciones, el escenario que consideran más probable es que Podemos ceda sus cuatro votos a cambio de nuevos compromisos que afectan al real decreto ley comprometido por el Ejecutivo a última hora de lunes con ERC, Bildu y BNG para mantener un gravamen a las energéticas. La promesa a la que el PSOE accedió in extremis para salvar la norma en su votación en comisión no convencía entonces a los morados, que denunciaron que los votos para aprobar esta futurible norma no estaban garantizados.
En la noche del miércoles, la eurodiputada y número dos de Podemos, Irene Montero, arremetió contra el PSOE y redobló la presión: “Si hay impuesto a las energéticas, nuestros votos estarán. El PSOE le está tomando el pelo a la gente. Hoy mismo nos ha reconocido que el acuerdo que ha firmado con Esquerra y Bildu para mantener el impuesto a las energéticas es mentira, porque Junts no lo va a votar. El PSOE ha firmado una cosa con Junts y la contraria con Esquerra”, aseguró ante los micrófonos de la Cadena Ser.
En la misma entrevista, afirmó que han ofrecido varias “opciones” a los socialistas, e incidió en que nadie puede dar sus votos por descontados. “Ahora mismo no hay votos ni para aprobarlo ni para quitarlo”. El PSOE está intentando hacernos tragar un acuerdo con las derechas para eliminar el impuesto a las energéticas, en el momento en que es más necesario”, incidió la secretaria general morada, Ione Belarra.
La clave en la negociación está, según las fuentes consultadas, en la letra pequeña de este decreto ley, que aspiran a aterrizar en los próximos meses, pero que quieren dejar esbozada.
Todas las partes asumen que será una versión más o menos descafeinada del que impuesto a las energéticas que ya está en vigor -cuya eliminación ha exigido Junts-, si bien, la clave está en lograr una “solución intermedia”, explican fuentes parlamentarias, que haga viable lograr los votos de la formación de Carles Puigdemont al decreto. Y, a la vez, que pueda ser asumida por los morados. Los “matices” son hoy más importantes que nunca.
Hasta ahora, los socios del Ejecutivo sólo habían aceptado que había cierto margen para negociar en cuestiones concretas, como el porcentaje máximo de desgravación del que pueden beneficiarse las empresas que inviertan en descarbonización. O cómo se demostrará su “compromiso” en luchar contra el cambio climático”. Ninguna de las partes precisa qué beneficio obtendrá Podemos si efectivamente se abstiene.
Si no hay fallos, giros de guion ni ausencias de última hora, el bloque a favor sumaría 175 escaños, frente a los 171 de PP, Vox y UPN. Siempre que los cuatro diputados morados se queden al margen. “Lo veo posible, está madura la cosa”, admite un dirigente del bloque del Ejecutivo. El mismo que reconoce que la reforma no brindará satisfacción plena a ninguno de los actores.
Las dudas están en los compromisos que lograría arrancar Podemos, de concretarse el acuerdo, pero también en cómo vendería este cambio de posición en el terreno comunicativo. No querían que el impuesto a las energéticas se tramitara por una vía separada al paquete fiscal, ni tampoco contemplaban rebajarlo. Y está previsto que el sábado reúnan a su máximo órgano de dirección (el Consejo Ciudadano Estatal), cuya convocatoria han hecho pública a mitad de la jornada.
Con el resto de aliados habituales, en el Gobierno admiten que la cercanía al abismo ha sido clave para ir recabando apoyos. Reconocen que, antes de la confusa sesión en la comisión de Hacienda, el lunes, no habían sido capaces de llegar a un entendimiento con ERC, Bildu y BNG, que oficializaron este cambio de posición pasadas las 00.30 horas, ya el martes.
“El tiempo es un factor de negociación”, admitieron, insistiendo en la enorme complejidad de pactar con tantos partidos “que compiten entre sí”. La rivalidad entre ERC y Junts y, en menor medida, entre Bildu y el PNV, es uno de los factores que explican la dificultad de estas conversaciones, pero no es el único.
De hecho, aunque el PSOE se empeña en naturalizar las dificultades visibilizadas estos días, el presente es uno de los escenarios más complejos que les ha tocado afrontar en toda la legislatura. Y ante el que han decidido incumplir el acuerdo en materia fiscal sellado con sus propios socios de Gobierno, que han permanecido silentes para no añadir nuevos elementos de complejidad a la ecuación.
Hay cuestiones como las que afectan al IVA de los pisos turísticos, o a las socimis, que fuentes de Sumar sostienen que ya negocian con el PSOE para retomarlas a futuro, después de que los socialistas tumbaran sus enmiendas sobre estas materias.
El rol de Montero, en cuestión
PSOE, Sumar y Podemos mantienen un escrupuloso silencio sobre la situación de las negociaciones desde la mañana del miércoles. Al filo de las 13.30 horas, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y el titular de Presidencia, Justicia y Relaciones con las Cortes, Félix Bolaños, hicieron entrada en el patio del Congreso tras reunirse con la secretaria general morada, Ione Belarra, según afirman fuentes del Gobierno. Desde entonces, los teléfonos no han dejado de sonar, pero nadie los descuelga.
Por lo pronto, el malestar entre los socios con el rol de Montero en esta negociación es evidente. Este enfado llega hasta Sumar, que no perdona a la ministra de Hacienda que haya encarrilado la recta final de las conversaciones anunciando un pacto con Junts, en lugar de empezar a recabar apoyos entre sus socios de izquierdas, para después acercarse a los independentistas catalanes. En el camino, también ha despreciado parte del pacto que anunciaron una semana antes, votando en contra de buena parte de las medidas pactadas.
En su mayoría, los socialistas sólo reconocen errores en materia comunicativa, pese a la presión de los socios sobre Montero. En los últimos días, se ha visto acompañada por Bolaños, otro de los hombres fuertes del presidente.
El desgaste sufrido por la mujer más poderosa del Ejecutivo y del PSOE, sólo por detrás de Pedro Sánchez, está por cuantificar. Si el paquete fiscal recibe luz verde, las críticas acabarán diluyéndose. La sensación a última hora del miércoles era de cierta tranquilidad, y más en contraste con la tensión vivida escasos días antes. Pero no se atrevían a vender la piel del oso antes de haberlo cazado.