Un hombre feminista, de esos que se toman el tiempo en intentar concienciar a los hombres que niegan el machismo. De esos que llevan el “Solo sí es sí” por bandera, que entienden el 8 de marzo como una fecha relevante. Prototipo de hombre heterosexual deconstruido. Y no solo. Hasta hace apenas unos meses, Íñigo Errejon era algo más que un hombre feminista del montón. Era referente de la lucha contra el machismo. Tanto es así, que basó gran parte de su vida política en predicar sus consignas: “Hace falta feminismo en nuestro país. Mi España, nuestra España, es la del 8M, es la España feminista que está construyendo ya un futuro mejor para todos y todas”, defendía Errejón que consideraba que el feminismo como “el movimiento igualitario más importante de nuestro tiempo”.
Pero se cayó el mito. O, en línea con la metáfora que el propio Errejón empleó en su carta de despedida, al personaje se le cayó la careta. En octubre la periodista Cristina Fallarás publicó un testimonio anónimo en su cuenta de Instagram, que usa como altavoz para casos de violencia machista: “A mí me pasó con un político que vive en Madrid (…) Es un maltratador psicológico”, contaba el mensaje de la mujer que se viralizó en cuestión de horas. Todo fue muy rápido, la tapadera no aguantaba más tiempo. El entonces portavoz de Sumar recibió la llamada de la vicepresidenta Yolanda Díaz: “Tienes que dimitir”, le aseveró.
Públicamente, Errejón redactó una carta en la que él mismo dejó entrever la veracidad de las acusaciones vertidas en X. Aseguró que en el mundo de la política “se genera una subjetividad tóxica que en el caso de los hombres el patriarcado multiplica”. Es decir, echó balones fuera e insinuó haber sucumbido al sistema machista y patriarcal sin hacer referencia explícita a las acusaciones. Errejón alegó problemas psicológicos y argumentó que, fruto de la relevancia pública, llegó a un punto en el que se encontró con “una contradicción entre el personaje y la persona”. “Entre una forma de vida neoliberal y ser portavoz de una formación que defiende un mundo nuevo, más justo y humano”, explicó en la misiva.
Se había abierto la caja de Pandora. Comenzaron a aflorar testimonios de otras mujeres que, presuntamente, habían sido víctimas de Errejón: “Él te coge del pelo, se droga encima de ti, unas rayas en los labios, otras en el culo… Por todo el cuerpo y muchas veces. Te pone de todas las formas que quiere y te va haciendo heridas. Unas que se ven y otras que no”, relataba una de ellas en redes sociales.
Tan solo un día después llegó la primera denuncia. La actriz Elisa Mouliaá fue la primera en a ir a contar lo ocurrido con el exdirigente de izquierdas a una comisaría. Ante la Policía, contó cómo se gestó su relación por redes sociales. El día de los hechos, el político le invitó a la presentación de su libro. Después se tomaron algo y de ahí se fueron a casa de una amiga de Mouliáa.
En ese tiempo, la denunciante ya encontró a Errejón en una “actitud seria y fría”. De camino, tomó una actitud “dominante” exigiéndole tres reglas: que no se alejara de él, que si lo hacía regresara en un minuto y que esa noche le diera un beso. En la casa, la actriz se puso a bailar con un amigo desatando un ataque de celos en Errejón que bruscamente la cogió del brazo, le metió en una habitación con pestillo hasta que “le empujó a la cama y le sacó su miembro viril”, narró Mouliaá en la comisaría.
En la denuncia, aseguró que se sintió “paralizada”. Errejón, al rato, se quiso ir de la fiesta para llevarla a su casa. Ahí se sintió muy “incómoda” y se vio obligada a espetarle: “Solo sí es sí, parece mentira que me esté pasando contigo”.
La bola crecía, tanto que pese a estar llamada a declarar el 7 de noviembre, la abogada de Mouliaá pidió más tiempo. El motivo, según adelantó a Artículo14 la propia Mouliaá, es que se estaba preparando una denuncia con más víctimas. En total, serían 16 mujeres las que estarían planteándose emprender acciones legales contra el exdiputado, según informó en declaraciones a este periódico. Esto es, “otras 15 víctimas” más ella. Mouliáa aseguró que eran “bastantes las violaciones” que las otras mujeres habían sufrido “cosas más fuertes” que lo vivido por ella con el ex político.
La causa se archivó provisionalmente debido a que la abogada de la actriz causó baja por maternidad: “Deben suspenderse todos los actos y plazos procesales hasta que la Abogada Carla Vall I Duran, presente su alta médica”, rezaba el auto. Algo que propició la queja de la defensa de Íñigo Errejón. Argumentó que la denuncia presentada por Mouliaá era falsa y pidió al juez Adolfo Carretero que reabriera la causa y que le permitiera declarar para “exponer la realidad de los hechos”, evitando el “limbo procesal” en que serio sumido tras la interrupción del caso por el embarazo de la abogada de la denunciante.
En su recurso, se dirigió a la Audiencia Provincial de Madrid criticando lo que consideró una “estratagema y añagaza para dilatar y retrasar la tramitación del presente procedimiento, con evidente mala fe y abuso de derecho” por parte de la letrada de Mouliaá. Recurso que se aceptó. La causa se reabrió fijando la nueva fecha de declaración de denunciante e investigado para el 16 de enero con una hora de diferencia. Hecho del que se volvió a quejar la abogada de Errejón que pidió más margen de tiempo entre la declaración de la actriz y la de su cliente para poder preparar su defensa.
Por el momento, esta última solicitud no tiene respuesta, pero la caída de Errejón deja una mancha este 2024 en el feminismo español. El que fuera adalid del moviendo se encuentra luchando entre dilaciones procesales para intentar salir indemne de una imputación por agresión sexual: “Os creemos, creemos a todas las víctimas de agresiones sexuales”, promulgaba el que hoy tilda de “falsa” la denuncia en su contra.