En una Monarquía Constitucional, el Jefe del Estado es la cabeza que representa la estructura de un país gobernado democráticamente. Esto significa que el Rey o Reina, en estos momentos Don Felipe -en un futuro la Princesa Leonor-, a través de sus discursos manifiesta la posición de España a nivel interior y global que marca el Gobierno.
Sin embargo, hay un pequeño baluarte para la Corona en el que dejar su sello, establecer su identidad. Y se llama Asturias.
El reconocido prestigio de los premios Princesa de Asturias es el resultado de un año previo de trabajo a cuenta de la Fundación: presentación de candidaturas, selección de premiados, etc. La cita más importante en la que se une la Familia Real al completo -con excepción del Rey Juan Carlos- y que busca conectar la Corona con la excelencia de la sociedad civil.
Si bien el discurso que el Monarca dice en la ceremonia se envía por cortesía al Ejecutivo, consta de mayor independencia de los del resto del año, y el de la Princesa de Asturias es “libre”, al igual que son los de Doña Letizia por norma general, al ser Reina Consorte y no Jefe del Estado.
A lo largo de estos días, la Princesa ha pronunciado unos discursos que han mezclado la parte personal con la institucional, lo que permite a la sociedad conectar más con la heredera, ya que es una manera de acercarse a ella. En definitiva, conocerla más. Una carta de presentación que entronca con la marca del reinado de Felipe VI desde la llegada del nuevo Jefe de la Casa, Camilo Villarino: conexión con la sociedad, unidad familiar y ejemplaridad.
Estos días han sido muy emotivos para la Princesa, ya que además de pronunciar su noveno discurso en el año que se cumplen dos lustros de su presidencia de honor en la Fundación tras la abdicación de Don Felipe, ha sido nombrada alcaldesa honoraria de Oviedo y recibido la medalla de la ciudad. En la emblemática Universidad de la capital asturiana, la Princesa dirigió a la sociedad española sus palabras más personales hasta la fecha.
La primogénita de los Reyes se refirió a su infancia en Asturias, se manifestó claramente “asturianona” y puso en valor la vinculación de la tierra con su familia materna. Recalcó las divertidas historias que su bisabuela Menchu les contaba de la radio, habló de cómo ella tenía preferencia por los oricios (erizos de mar), mientras su hermana se decantaba más por el “pantrucu”, y también hizo gala de los largos paseos por los bosques de Oriente, entre carballos y castaños, en compañía de su familia. Una manera de conocer la infancia más íntima de la Princesa, hasta la fecha desconocida.
Otra característica común en los discursos de la Princesa estos días ha sido el tono optimista y entusiasta. En su mensaje en la ceremonia de los Premios, apeló a encontrar “motivos y oportunidades” para “comprar el billete para el tren de la esperanza”, en una alusión a la canción de Juan Manuel Serrat, uno de los premiados. La Princesa también ha buscado empatizar con las tradiciones locales a través del lenguaje, recurriendo en ocasiones a formas de expresión típicas asturianas, como durante la visita al pueblo ejemplar de Sotres, desde el que recurrió a la expresión “prestar por la vida”, es decir, “acordarse de por vida”.
A sus 18 años, la heredera cada vez da un paso más en su labor institucional. Ella misma hizo referencia en dos ocasiones a su mayoría de edad en su discurso durante la ceremonia de los premios. Para la Casa del Rey es crucial que esta andadura se haga de manera progresiva, de acuerdo a la madurez de la Princesa. Tal y como anunció el Rey, e hizo ya este año la primogénita, será la encargada a partir de ahora de clausurar la ceremonia y presentar a los galardonados, algo que hasta la fecha hacía el Monarca.
La Princesa cierra este año con una etapa terminada en su formación castrense: su instrucción en la Escuela Naval de Marín, tras pasar por la Escuela General de Zaragoza. También ha realizado en Portugal su primer viaje al exterior en solitario.
Su siguiente reto será embarcarse en el crucero de instrucción Juan Sebastián Elcano en enero del año que viene, durante seis meses.
Fuentes cercanas a la Princesa informan de que ella está disfrutando de su papel, algo que seguro fomenta la aceptación pública general hacia ella. Estos días la Princesa ha querido evidenciarlo: “Es una tierra en la que soy muy feliz”.