La Comunidad Valenciana ha vivido horas de terror debido a los desastres ocasionados por la DANA el pasado martes. Pero la pesadilla aún no ha acabado para los habitantes de localidades como Alfafar, en donde ha llegado poca ayuda y donde los vecinos se han apoyado los unos a los otros para salir adelante. Uno de ellos es Álvaro Díaz, de 30 años, quien vive en Valencia, pero tiene una farmacia en Alfafar.
Álvaro se encontraba trabajando en la farmacia el martes pasado y aunque sabían que estaba lloviendo en otras partes de la comunidad, en Alfafar, no. Pero a las 20.00 horas un cliente les advirtió de que llegaba agua, por lo que empezaron a cerrar la farmacia. “Nos dijo que tuviésemos cuidado porque iba a ver un poco de inundación, pero nadie se esperaba esa magnitud de agua”, cuenta Álvaro en una entrevista a Articulo14. El joven narra que 10 minutos después de esa interacción otro cliente entró gritando a la farmacia para que cerrar porque venía mucha agua. “De hecho me dio tiempo a cerrar la persiana de milagro y pese a eso empezó a entrar agua. A los 5 minutos se fue la luz otra vez y en eso que le dije a mi compañera que saliera y que yo me quedaba en la farmacia”, cuenta.
Álvaro se quedó dentro de la farmacia y pensó en quedarse en un sitio alto, pues se imaginaba que el agua llegaría como máximo a las caderas. “En ese momento llamé a mi madre para estar en contacto con ella”, narra. El farmacéutico se dio cuenta de cuando el agua le comenzó a llegar a los tobillos, por lo que apagó las luces para evitar cualquier accidente con un corto circuito.
Las llamadas a las autoridades no lograban completarse, según describe este vecino. Él pidió a su madre que llamara a la Guardia Civil, pues no podía tratar de llamar y tratar de salvar las cosas dentro de su negocio. Después de esa llamada, el nivel del agua volvió a subir, pero no fue hasta que su hermana le dijo que se fuera, que decidió salir de la farmacia. Al salir, volvió a cerrar el negocio.
En la calle lo que vio fue una avenida llena de agua y gente gritando desde los balcones advertencias a quienes estaban abajo. “Me fijé en la avenida y veía todos los coches pasaron a velocidad tremenda. Me pregunté que cómo era posible que en 15 minutos este esto así, o sea, yo no daba crédito de hecho. Yo tenía el coche aparcado en una calle perpendicular y no lo cogí de milagro porque habría sido también un suicidio”, cuenta. Álvaro logró contactar con su compañera de trabajo, cuyo hijo vivía cerca de la farmacia y a donde se fue a refugiar. “Pasamos la noche en vela porque el agua no paraba de subir. Teníamos de referencia una señal de tráfico, que eso medirá dos metros. Eran las 10 de la noche y llevaríamos, pues, más de metro y medio de agua. También perdimos comunicación porque no había datos”.
Cuando por fin pudieron salir ir al día siguiente, Álvaro vio que el agua rompió la persiana y vio que todo dentro había sido arrasado. Además, se dio cuenta de que la marca del agua sobrepasó los dos metros. “Pensé: ‘menos mal que no me he quedado porque no lo habría contado’. Todo estaba movido al mostrador, la puerta rota. Todo era un desastre. La farmacia es un negocio familiar, era de mi padre, que por desgracia falleció hace dos meses. Pero pensé menos mal que esto no lo ha visto él porque es el negocio de su vida”, compartió.
Para Álvaro, el día siguiente fue muy fuerte para procesar. En las calles había gente llorando, contando que lo habían perdido todo y pidiéndole ayuda y medicamentos. No obstante, él no podía hacer mucho, pues lo que quedó dentro del negocio era casi inservible.
Hasta este viernes las autoridades no habían llegado a este pueblo, pero el apoyo de los vecinos ha sido la clave para avanzar. “No ha venido ningún cuerpo especial, ni ningún militar, ni nada. Esto estamos entre todos los vecinos ayudándonos. Cerca de la farmacia tenemos un cuartel de la Guardia Civil que en todo momento ha estado disponible, pero es que son muy pocos agentes y al final están sobrepasados“, explica.
A pesar del apoyo de los vecinos y los voluntarios, la situación no es fácil. La cantidad de desaparecidos, los muertos que hay en las calles y la falta de ayuda les ha sobrepasado. “Necesitamos ayuda, ya no solo el pueblo de Alfafar, sino todos los pueblos de alrededor. O sea, ibas por la calle andando y levantando cuerpos, era normal ver cadáveres por la calle. El primer día había un cadáver justo delante de la puerta de la farmacia. Era una adolescente y llevaba ahí desde las 4 de la mañana y hasta las 2 de la tarde no lo levantaron”, recordó.
Además, Álvaro explica que hay mucha gente desaparecida, pues mucha gente se quedó encerrada en los garajes o en los túneles de acceso a diferentes pueblos. “Los medios dicen unas cosas, pero es que no te puedes ni imaginar la de gente que ha desaparecido. Hay una de gente que se quedó encerrada en garajes, en los coches, en los túneles de acceso de un pueblo a otro”, agrega.
Dentro de toda la tragedia que ha dejado más de 200 muertos en la comunidad autónoma, Alfafar se ha levantado gracias a los vecinos. Entre muchos se han ayudado en la posibilidad de cada quien. “Nos han abierto las puertas de sus casas. Proporcionan cualquier tipo de ayuda con lo que sea: con una escoba para limpiar o con la propia fuerza para mover escombros. La verdad que hay mucha unión entre en el pueblo. No hay una organización como tal, pero cuando vas andando, te das una vuelta y ves si alguien necesita ayuda, pues preguntas te ofreces y siempre hay alguien al que ayudar“, asegura.