Con 50 euros y un teléfono móvil cualquiera puede invertir en bolsa. Con 50 euros y a través de una app podemos comprar oro, plata, platino, bitcoin o -incluso- una mini fracción de un apartamento en Austria que te convierte en “copropietario” de una vivienda. La digitalización ha democratizado la economía. “Antes había muchas barreras de entrada para invertir en bolsa. Solo lo podía hacer gente que tenía conocimientos y bastante capital”, explica el economista Pau Llonch. “Ahora podemos comprarlo prácticamente todo a través de aplicaciones que tienen comisiones bajísimas y sin barreras de entrada”, añade.
Cerca del 30% de los menores de 25 años han invertido en acciones o criptomonedas. “El problema es que los jóvenes no tienen educación financiera. En el colegio no nos enseñan cómo gestionar nuestros ahorros”, cuenta Gabriela Orille, experta en FinTech y banca privada. E insiste: “Hay que educarles, tenemos que saber dónde están invirtiendo y en qué están invirtiendo”. Porque detrás de cada inversión hay riesgos y no solo financieros. “Hay riesgos más profundos que tienen que ver con la desvinculación de los chavales de su clase social e incluso de la noción del trabajo”, afirma Llonch. “Cada vez me encuentro con más jóvenes que manifiestan que trabajar es una estupidez, que sus padres han perdido el tiempo porque es más fácil hacer dinero con las inversiones. Estas aplicaciones alteran lo que en economía llamamos preferencias temporales, la idea de que esperar para obtener la recompensa por algo es absurdo porque a corto plazo pueden obtener muchos beneficios”, añade.
Gané mi primer millón antes de los 17 años y con 19 soy millonario. Así se presenta al mundo Paulino the kid, uno de los centenares de influencers que ofrecen cursos a través de internet para aprender a invertir y hacerse rico. Prometen retornos de hasta cinco ceros. Muestran sus vidas de lujo en Dubai, Miami o Andorra. Millonarios -que no tributan en España- al volante de Lamborghinis y admirados por miles de jóvenes que sueñan con ser tan ricos como ellos. Y cada vez son más. “Tienen un sesgo ideológico muy claro. No es solo que les den cierta información financiera para invertir, también se les transmite una serie de valores que son muy nocivos para ellos”, apunta Llonch.
Más del 40% de la población española es de clase trabajadora, pero solo un 10% se percibe como tal. “Las inversiones les generan una percepción de ser lo que no son, porque invierten poco dinero, pero alinean sus intereses con inversores y capitalistas. Están más preocupados por las acciones de Apple o la regulación de los alquileres que por sus derechos laborales. Es un proceso de separación de su clase social” matiza Llonch.
La mitad de los jóvenes de entre 20 y 29 años tienen criptomonedas en su cartera de inversión, según datos del Informe Nativos Digitales y Millenials del IE. “Ha habido un cambio en la forma en que invertimos nuestro dinero. La mayoría de la población tiene el 40% de sus ahorros en casa y en su cuenta corriente y el resto, en activos. Un 4% ya se destina a criptos”, apunta Orille.
Dave -quiere que le citemos solo por su nombre de pila- es uno de los millones de seguidores del influencer Amadeo Llanos -que acumula 2,4 millones de seguidores en TikTok y 1,4 millones de en Instagram-. Él y su hermana Clara pagaron algo más de 3000 euros por un curso que les prometía alcanzar el éxito económico y ganar su primer millón -en su caso antes de los 19 años-. Invirtieron sus ahorros en “formación” y en ADA Cardano (una criptomoneda), pero cinco meses después son aún más pobres. “Invertimos todos nuestros ahorros en sus cursos y enseñanzas. Me siento estafado”. A Dave nunca le importó que Llanos despreciara constantemente a su tribu si eso le reportaba seis ceros. “No creo que lo piense. Es parte del personaje”, afirma sin mucha convicción.
“Entro en el bar, miro a la izquierda, fucking croissant. Miro a la derecha, fucking pan con mermelada y café. Miro a la izquierda, panza. A la derecha, panza. Mileurista. Mileurista…”. Así comienza uno de sus vídeos más virales. Uno de los muchos en los que desprecia a los pobres y a los mileuristas. Porque trabajar -afirma Llanos- es de fucking pobres. “Estos discursos son peligrosísimos. Ganar dinero en el sector financiero o en un mercado es altamente complicado. No debemos de creer que las cosas son fáciles, hay que fomentar la cultura del esfuerzo, las cosas cuestan”, afirma Orille.
Convertirse en millonario es una aspiración legítima, pero nunca lo conseguirán invirtiendo 50 euros desde el sofá de su casa.