El ala oeste de la Moncloa

Alegría y Montero: dos mujeres para regatear las contradicciones del Gobierno

Vicepresidenta y ministra portavoz vuelven a verse obligadas a taponar los escapes comunicativos y de estrategia provocados por la complicada relación del PSOE con sus socios parlamentarios

Una imagen de Pilar Alegría, portavoz del Gobierno
Una imagen de Pilar Alegría, portavoz del Gobierno Efe

Moncloa se ha visto empujada a cabalgar contradicciones una semana más y de nuevo el papel de jinetes les ha tocado a dos ministras que ya tienen experiencia en embridar discursos que la actualidad desboca.

Surcábamos una campaña plana en Euskadi que favorecía los intereses de la gabarra socialista, pero todo se fue de madre el lunes con Pello Otxandiano regateando en la Cadena SER la condena de ETA y resistiéndose a calificar como terroristas las fechorías de la banda.

La vuelta de los abertzales a las andadas llenó de golpe el tanque de gasóleo del argumentario popular y toda la plana mayor del PP no tardó en recordar que el PSOE y Bildu parten peras a la menor oportunidad en el Congreso o en Navarra. Incluso el PNV cada vez que puede malicia que Ferraz tiene parte de culpa de la pujanza de los independentistas vascos.

El papel de Alegría

Vista la vía de agua electoral saltó a escena en la rueda de prensa posterior al Consejo de ministros Pilar Alegría. Con Sánchez de avión en avión la portavoz trató de minimizar daños: “Es un negacionismo incompatible con la propia historia de nuestro país y de la democracia”. En Moncloa no se cortaron a la hora de hablar de cobardía y dar cera a los de Otegi con los micrófonos encendidos, aunque luego en los corrillos templaron gaitas asegurando que “las palabras de Otxandiano son inadmisibles, pero la posición del PSOE no ha cambiado, y seguirá gobernando con Sumar, buscando apoyos parlamentarios” y dentro de esos apoyos los seis de Mertxe Aizpurua son una muleta irrenunciable.

Es más, la propia Pilar Alegría tras soltar la frase que traía preparada en sus fichas no quiso responder a las preguntas que perseguían saber cómo afectaría esa contundencia a las relaciones con un socio preferente en la moqueta madrileña. De esta forma la encargada de la comunicación del Ejecutivo hacía otra vez su trabajo, bateando una nueva bola curva y ganando tiempo hasta que Pedro Sánchez terminó reconociendo que se seguirá pactando con Bildu.

En la sede socialista creen que esta última semana de round en campaña ha servido para apuntalar la dureza que ya venía exhibiendo el candidato del PSE Eneko Andueza contra todo lo que oliera a abertzale y que eso le sentará bien al partido en las urnas. Veteranos de varias batallas nacionales y vascas creen que la contradicción es evidente, pero reconocen que las palabras del candidato de Bildu daban margen para forzar la máquina y ser duro y más ahora que no hay ninguna negociación de empaque abierta en el Congreso; “además no es lo mismo llegar a acuerdos sociales que pactar un Gobierno autonómico”, rematan.

Los fiscales, a la gresca

Por si el lío Bildu no hubiera sido suficiente a la semana todavía le faltaba un cabreo fiscal. El encargado de regir los destinos del ministerio público mostró su contrariedad y aireó su enfado porque la comisión del Congreso que investiga los contratos sanitarios durante la pandemia citara a varios de los suyos.

Para colmo de males ese llamado llegaba con el ok del PSOE. El ministro Bolaños salió raudo a decir que eso de citar a fiscales para hablar de un asunto que estaban conociendo “no tiene ningún sentido” y evidenció las dos velocidades a las que a veces marchan Ferraz y Moncloa. El partido acuciado por su anemia parlamentaria llega a acuerdos con su amalgama de socios extendiendo cheques que luego el Gobierno no puede o no quiere pagar.

Por supuesto el PSOE nunca quiso llamar a los representantes del ministerio público, pero dentro del juego de poleas y contrapesos que es ahora mismo el parlamento se vio obligado a meter esos nombres para preservar otros que querían sentar en la silla del interrogatorio sus propios socios. En el grupo parlamentario escoció la salida en tromba de Bolaños y se aseguró que sólo se buscaba una comparecencia general y explicativa que en ningún caso entrara en los detalles de la investigación. En el Gobierno rápidamente se empezaron a pensar fórmulas para disolver esas citaciones.

Como cuando en esta ocasión ambos trasatlánticos amenazan con colisionar, una de las mujeres que tiene que ejercer de práctico y asegurar la navegación es la que ejerce de número dos en las dos embarcaciones; María Jesús Montero. La vicepresidenta primera y vicesecretaria general del PSOE dijo desde la Feria de Sevilla que “ha habido que hacer acuerdos con otros grupos políticos para incorporar y hacer un listado que estuviera consensuado”, aunque a la vez reconocía que nunca fue “la vocación de los socialistas” llamar a los fiscales.

No es la primera vez que Alegría y Montero tienen que hacer malabares imposibles para que todas las pelotas que garantizan la legislatura sigan en el aire. En ellas dos confía Sánchez para que continúe el espectáculo.

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