Un apagón de diez horas seguidas en toda la península reabre el debate sobre el cierre de las centrales nucleares en España. Según el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, las siete que están en funcionamiento, que son Almaraz I y II, Ascó I y II, Cofrentes, Trillo y Vandellós II, cerrarán paulatinamente sus puertas entre el año 2027 y el 2035. Esto significa que, en apenas una década, desaparecerá una fuente de energía importante que podría poner en riesgo la estabilidad del suministro eléctrico.
Y durante esas horas sin electricidad, durante las cuales no hemos podido encender la luz, tres de los siete reactores nucleares estaban fuera del sistema. La gran mayoría de la producción eléctrica corrió a cargo de las renovables, especialmente de la energía fotovoltaica y la hidráulica. Las nucleares se desconectaron de la red en el instante del apagón pasando de una producción de 3,3 GW a 0 GW.
En realidad, ya desde la Semana Santa que las centrales nucleares no participan en el mercado porque ha habido una masiva producción de energía eólica y solar.
De hecho, durante estas vacaciones de Semana Santa, cuatro de los siete reactores apagaron sus máquinas o redujeron su producción. Nunca antes habíamos visto un parón de esa envergadura gracias al boom de las renovables. Y esto es un problema que ya ha contemplado Red Eléctrica, que ha alertado del riesgo de que una tecnología como la nuclear abandone el sistema. “El cierre de centrales de generación convencional como el carbón, ciclo combinado y nuclear implica una reducción de la potencia y de fortaleza del sistema eléctrico y esto conlleva un riesgo que puede afectar al suministro”, señala, Enrique García, portavoz de la OCU
García afirma que no hay una relación directa entre el apagón nuclear y el apagón eléctrico. “Hay capacidad de generación suficiente, que supera en mucho a la demanda. El debate de las nucleares se centra en el coste. Prorrogar la vida útil tiene unos costes elevados. No es gratis. Esa inversión adicional no tiene garantizado un retorno. Desde el punto de vista de la autonomía y soberanía energética, la forma más directa es mediante el desarrollo de la renovables que son las únicas que garantizan una producción nacional autónoma. Por otra parte no es posible abandonar la energía nuclear de un día para otro o de un año para otro la solución pasa por buscar un equilibrio entre la producción eléctrica renovable y el abandono de la nuclear. A día de hoy, prorrogar la vida de las centrales es caro y tendrá repercusión en la factura. Cerrarlas del todo es imposible y habrá que hacerlo de forma gradual en condiciones de seguridad”.
Si España quiere sustituir la electricidad que generan los siete reactores nucleares por energía renovable tendrá que invertir en baterías de almacenamiento. Es el 20% de la producción y las compañías propietarias de las centrales, que son Naturgy, Iberdrola y Endesa, están empezando a revolverse en contra de su cierre. En 2019 aceptaron el protocolo para el abandono definitivo en 2035. Teníamos entonces el ejemplo de Alemania, que cerraba sus últimas centrales después de 60 años. Pero la Guerra en Ucrania abrió de nuevo el discurso político sobre la seguridad energética y la transición energética se quedó en segundo lugar. Las empresas que pertenecen al Foro Nuclear quieren mantenerlas abiertas con condiciones: pagar menos impuestos y asegurar el negocio. Hay un informe de la consultora PWC que es muy claro. El cierre del parque nuclear implicará un riesgo en la garantía del suministro del sistema eléctrico y otras tecnologías pasarán a funcionar en base a un mayor coste para el sistema eléctrico. Este apagón reabre las dudas sobre la idoneidad del cierre nuclear.